
La vida tiene música
Llega a Buenos Aires el artista brasileño que sabe sacarles sonidos musicales a los objetos más diversos
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MONTEVIDEO.- La música de Hermeto Pascoal refleja la necesidad de un artista por expresarse. Pionero de la world music, este músico nacido en Alagoas, Brasil, hace 68 años, se muestra fascinado por la infinidad de los sonidos del planeta y los recorre desde un lugar de máxima creación, en la que no oculta ni el amor por lo clásico, ni descree de la vanguardia, a la que pertenece sin haberse afiliado.
"Es mi intuición la que me indica qué camino musical tomar", dijo Hermeto durante la entrevista con LA NACION, en el elegante teatro Solís, de la capital uruguaya, luego de una amena y divertida prueba de sonido.
Para este músico que hace más de 30 años camina por un sendero de una originalidad infatigable, la idea de establecer un repertorio le es por completo ajena. "Nada de listas de temas o algo así", explicó. Busca la sorpresa todo el tiempo y entonces sus conciertos se vuelven retazos musicales de una belleza minimalista.
Hermeto Pascoal se presentará mañana y pasado mañana, a las 21, en el ND Ateneo, Paraguay 918, donde mostrará que su genio tiene una fuerza inextinguible que traspasa el
hecho musical. Hermeto propone un abordaje diferente sobre la música. Se para en otro lugar como artista, más como un alquimista del sonido que como un célebre compositor e intérprete, y es así como su originalidad y talento se preservan.
Alegre, juguetón y de un humor sano, este músico no sabe de rutinas ni de fatigas. Se siente como una especie de antena que capta la música, de ahí que no pueda atarse a una lista de temas, dice, porque a medida que "llegan desde algún lugar" son tocados. De repente, por ejemplo, le llegó una de las frases célebres del jazz moderno, la de "Round Midnight", de Monk, que rondará por toda la música que presentó este albino, pequeño, de manos regordetas y de una técnica depuradísima en el piano.
Tan sencillo y a la vez complejo, así es el mundo musical de Hermeto, que fascinó a las 1200 personas que llenaron el teatro Solís. No transita por avenidas, es decir, gusta de las calles, especialmente aquellas que se bifurcan y que se vuelven misteriosas. Su música lo es.
"Me gusta generar suspenso", le dice a este cronista en un recodo del escenario. Acababa de tocar una versión inimaginable de "Asa branca" y el concierto seguía.
No es nuevo, pero sigue teniendo esa habilidad increíble para encontrarles sonido a los objetos. Si bien no lo dice, Hermeto sabe que todos los objetos guardan adentro música y sabe cómo sacársela.
En el Club Brasileño
Su día en Montevideo comenzó con una visita al Club Brasileño, dirigido por Carlos Teixeira, que lo recibió con un mínimo concierto de Hugo Fattoruso en acordeón. Sorpresa, reencuentro y amistad inundaron el cóctel en el que estuvieron Rubén Rada, el Popo Romano y Francisco Yobino, factótum del festival internacional de Punta del Este. En la reunión hubo regalos, bocaditos y música para Hermeto, que llegó acompañado por su esposa, la música Aline Morena, y su hijo, el percusionista Fabio Pascoal. Con ellos construiría a la noche ese sortilegio que puso de pie al Solís. Risueño, gusta de las sorpresas. Tiene un reloj pulsera cuya alarma es el canto de un pajarito; ante cualquier desprevenido la pone en funcionamiento, mientras se hace el sorprendido y mira hacia el techo. No hay vez que no lo haga.
Del cóctel al Solís para la prueba de sonido. Dio indicaciones precisas, casi siempre invitó al riesgo, como cuando lo hizo tocar en una mesa a Hugo Fattoruso, que muy a pesar suyo inventó prestamente unos esquemas rítmicos bastantes originales.
Probó el piano, un Yamaha de sonido imponente; probó la flauta baja (afinada en sol); probó el flugelhorn; probó la melódica; probó un silbato de madera; un cuerno de buey, y una pava golpeada con una boquilla de trombón en su pico. Todos le responden; como si fuese un acuerdo cósmico, por extraño que parezca, los instrumentos quedan sujetos a sus deseos.
En otro momento, le promete a Leandro Quiroga, productor de esta gira que incluye Córdoba y Santa Fe, que en cada concierto compondrá algo especial que tendrá que ver con la energía de cada encuentro.
A poco de comenzar la noche en el Solís llegó el mandato. Una música innovadora, tomada al parecer de un frevo con su tiempo binario y acelerada marcha, fue la respuesta al afecto del público uruguayo, que cayó fascinado bajo su creatividad.
Una ovación recibió a Hugo Fattoruso, que se sienta al piano y comienza un tema tomado de alguna composición del pianista Horace Silver. Hermeto entra y sale de escena. Toma la melódica y hace un bellísimo contrapunto basado en la melodía improvisada. El ex Shakers probó que se pueden armar y desarmar los temas sin que pierdan swing ni intensidad.
Habló continuamente con la platea. Toma la pava para dedicarle un tema a un amigo fallecido. Mira hacia lo alto como invocándolo, es a Miles Davis, pero de pronto apostrofa. "Te quiero decir que ahora acá mando yo", y estalla en risas. Luego vendría "Round Midnight".
Observar a Hermeto es encontrarse con un artista que no tiene fronteras. Sus respuestas, su afán exploratorio, su necesidad de explicar el camino toman por sorpresa al iniciado y deleitan a quien lo conoce.
En la mitad del concierto entra en escena Aline Morena, con una viola caipira de diez cuerdas, de afinación extraña. Tiene un dominio de la voz superlativo, puede hacer acrobacias sin que decaiga el mensaje vocal. Una afinación impecable pone un color especial a la noche. Entra el duende y acompaña con la melódica, hace entrar la mesa y su hijo Fabio y Fattoruso formulan una especie de call-response afroamericano. Hace cantar al público en una forma natural, como si fuese un casting de gente dispuesta para esa prueba. Hace todo sin darse.
Uno de los asuntos delicados con este tipo de artistas es el tiempo de los conciertos. La producción sabe que hasta que Hermeto no sienta que su música se agotó no se va del escenario.
Pero se intuye que se acerca el final, hace participar al grupo y se despide con un tema que tiene forma de baião. Saludos y el público que pide más. Vuelve una vez, y otra. En la última se sienta al piano y mientras toca se saca los zapatos y los tira dentro del instrumento. Luego los anteojos y la camisa y se queda descalzo y con el torso desnudo para escaparse corriendo. Se podría decir que este músico es de los que entregan todo y Buenos Aires aprecia eso.
Coreuta
- Hermeto Pascoal es uno de los músicos más heterodoxos de la escena internacional. Tiene oído absoluto y es uno de los artistas más rebeldes; una suerte de feliz inconformista en el que se reflejan las formas más creativas de composición. Es difícil encontrarle un estilo, pues construyó su carrera desde el lugar del investigador apasionado que nada lo desanima, antes que el del músico formal que necesitó resguardarse en un estilo, como tarjeta de identidad. Se mueve en un mundo de música. Por ejemplo, el final de la noche encontró a artistas, productores y a este cronista en el restaurante Da´Pentella, donde armó con los comensales varias fórmulas corales en medio de una raviolada. Pusieron la voz Fattoruso, Fabio Pascoal, Morena, las cantantes del grupo vocal La Otra, Lea Besanssón y Bea; con ellos se sacó el gusto de dirigir pequeños pasajes corales que animaron el brindis.
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