Las cabalette y las cavatinas
En la música, un campo cultural volátil, maravilloso y esencialmente inasible, las definiciones no son inapelables. Así, hay términos que son utilizados con cierta libertad ya no únicamente por los melómanos, sino también por los mismos compositores. Entre ellos, la cabaletta y la cavatina.
Dejando de lado otros significados anteriores, hacia 1650, en la ópera veneciana, se estableció el aria como un tipo lírico y peculiar de canto solista con acompañamiento instrumental. Entre sus múltiples variantes, fueron apareciendo arias estróficas o de variación estrófica, arias da capo , motto arias, arias de bravura o de coloratura. Y también, con gran difusión en la ópera italiana del siglo XIX, las cabalette y las cavatinas.
Según The New Grove Dictionary of Music and Musicians , una cavatina es un aria corta, en estilo de canción y sin reiteraciones. En Las bodas de Figaro , Mozart escribió tres cavatinas. "Porgi amor" y "L ho perduta", se ajustan a esa definición. Pero Mozart también llama así a "Se vuol ballare", donde Figaro, al final, vuelve a cantar, íntegramente, la primera estrofa, algo reñido con aquella enunciación.
Algo similar sucede, también, con "Una voce poco fa", la cavatina de Rosina en El barbero de Sevilla , que no es, precisamente, un aria sencilla en estilo de canción. Para completar un panorama muy lábil, los italianos comenzaron a utilizar el término con suma libertad para designar, ocasionalmente, a las primeras arias de un personaje, sea cual fuere su formato y sus contenidos. Este es el caso de "Nel di della vittoria", cantada por Lady Macbeth, en el Macbeth verdiano.
Fluctuaciones
La cabaletta también tiene sus fluctuaciones. La palabra asomó hacia 1820 para designar a la segunda parte de un aria cuyo comienzo es calmo y muy cantable. En Norma , la sacerdotisa canta "Casta diva" y luego de un claro final, la orquesta, con un ritmo marcial, anuncia el comienzo de la cabaletta "Fine al rito", brillante y virtuosística. Esta fórmula de recitativo aria- cabaletta , de norma en el bel canto italiano (ver LA NACION, 13-9-06), fue mantenida por Verdi en el final del primer acto de La traviata , cuando Violetta comenta sus dudas ("E strano! E strano...") y, al final, deslumbrante, concluye con sus posturas sobre la libertad ("Sempre libera").
Pero la cabaletta se pareció mucho más a cualquier otra aria cuando conservó ciertas características textuales y musicales, pero se liberó del cantabile que la precedía. Hacia 1870, las cabalette entraron en su ocaso. Tal vez, "Sì, pel ciel marmoreo giuro", del Otello verdiano, pueda ser considerada la última cabaletta .
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