"Losing my Religion", la canción que le dio a R.E.M. el éxito que no estaba buscando
El azar también puede jugar un papel clave en el éxito de una canción. Si no que lo digan los integrantes de R.E.M., que lejos estaban de imaginar lo que iba a ocurrir con "Losing my Religion" cuando empezaron a ensayarla.
La parte distintiva del tema, la que todos los que la conocen identifican automáticamente, es la que Peter Buck creó con una mandolina que recién había comprado y apenas estaba tratando de dominar. Cuenta la leyenda que el guitarrista de R.E.M. compuso ese adhesivo ostinato mientras miraba televisión, sin ninguna conciencia de que iba a transformarse en el hit más poderoso de la banda de Athens, Georgia, un clásico radial indestructible premiado con dos Grammy y que impulsaría las ventas del disco en el que fue incluido (Out of Time, de 1991)hasta las diez millones de copias en todo el mundo. Ese disco fue el que abrió para R.E.M. las puertas del mainstream y empezó a acomodar el bullicio pop de Green (1988), su estreno en una multinacional, a los oídos del gran público. La banda empezaba a crecer en términos de masividad sin perder sensibilidad ni misterio.
Pero "Losing My Religion" (una expresión muy usada en el sur de los Estados Unidos que equivale a "perder la cabeza" o "desquiciarse") no estaba en los planes de nadie como posible hit. Ni siquiera para los directivos del sello Warner, que hasta último momento dudaron en editarlo como single.
La banda de Peter Buck, Mike Mills, Bill Berry y el inefable Michael Stipe, intérprete inconfundible y autor de la letra del tema, venía pegando fuerte en las radios universitarias norteamericanas, pero todavía no había podido llegar a las grandes ligas. Para lograrlo, fue importante la intensiva circulación de un videoclip multipremiado, inspirado en el famoso cuento Un señor muy viejo con unas alas enormes, del colombiano Gabriel García Márquez, repleto de alegorías religiosas (obra del cineasta Tarsem Singh) y potenciado con sorprendentes guiños a las pinturas de Caravaggio y al cine de Andrei Tarkovski.
La notable performance de Stipe, muy cómodo en el clima suplicante y melancólico del tema, se grabó en una sola toma. De ahí que suene tan creíble y despojada de artificios. Stipe tuvo que aclarar decenas de veces que la letra no obedecía a ninguna pulsión religiosa. Su motivación fue, en cambio, un amor no correspondido que lo obsesionó durante buen tiempo.
La armadura sonora de la canción fue diseñada primero en el Bearsville Studio A de Woodstock, en septiembre de 1990, con Peter Holsapple (The DB's) en guitarra acústica; y después en los estudios Soundscape, de Atlanta, en octubre del mismo año, donde se le añadieron los cristalinos arreglos de cuerda de la Atlanta Symphony Orchestra, bajo la supervisión de Mark Bingham.
Su éxito fue tan importante (el mayor de la historia del grupo en su propio país, de hecho) que Mills declaró a la prensa: "Sin 'Losing My Religion' Out of Time hubiera vendido dos o tres millones de copias, en lugar de las diez que terminó vendiendo". En una entrevista aparecida en la edición americana de la revista Rolling Stone, cuando algunos de esos típicos fans alérgicos al éxito masivo empezaban a quejarse, Buck les respondió de manera contundente: "La gente que cambió de opinión sobre nosotros por el éxito de "Losing My Religion" se puede ir a la m...".
Pero no solo fueron los seguidores más rígidos de la banda los que diseminaron sus reproches. Con la disolución de The Smiths, R.E.M. se había transformado a principios de los 90 en la banda de pop alternativo más relevante de esa época. El cambio de look de Stipe, quien empezó a subir al escenario maquillado, con ropa de mujer y un megáfono que utilizaba más de una vez en los conciertos, motivó también un picante comentario del prestigioso crítico inglés Jon Savage (autor de esa imprescindible biblia del punk titulada England's Dreaming): "Esa transformación marcó el momento en el que R.E.M. dejó de ser una banda rockera de culto para ingresar al mundo borroso y distorsionado del estrellato pop", escribió.
El dardo envenenado de Savage estaba justificado a medias. Por un lado, hay que destacar que el grupo abandonó el universo indie sin resignar la calidad de su música. Out of Time y su sucesor, Automatic for the People (1992), son considerados casi unánimemente como lo mejor de la producción de R.E.M. Pero también es razonable admitir que, una vez consolidada comercialmente, la banda que había llegado hasta ahí sin concesiones artísticas empezó a dar señales de agotamiento. Grabó un disco irregular con más estridencias que melodías (Monster, de 1994), perdió a su baterista y sufrió con el cambio de perfil de un Stipe cada vez más inclinado a un tipo de sobreactuación que lo acercó peligrosamente a Bono y Bob Geldof.
En suma, R.E.M. perdió una parte, aquello que Out of Time en líneas generales y "Losing My Religion" en particular habían sintetizado tan bien: una manifestación honesta que inicialmente reflejaba preocupaciones íntimas y dilemas en primera persona, pero que lograba traspasar esa barrera para extender su significado a los sentimientos universales de temor, soledad, anomia y pérdida de la fe. La belleza resplandeciente conviviendo con la tristeza insuperable. Una fórmula conocida y que no falla casi nunca en el mundo del pop, como "Losing My Religion" ratificó con su triunfo inesperado y categórico.
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