Miguel Mateos: del éxito al olvido, y otra vez volver a empezar
El músico celebra con una gira los 30 años de Solos en América, un disco que marcó el rock latino a fines de los 80 y que, según dice, posee cualidades anticipatorias de sonidos actuales
Miguel Mateos ha sido uno de los músicos más exitosos y al mismo tiempo más ninguneados de la historia del rock argentino. Un músico que tuvo el "disco más vendido" del país (Rockas vivas, 1985) durante casi una década (desplazado por El amor después del amor, de Fito Páez) y que apenas cuatro años después de la edición de aquel álbum debió irse a vivir a Los Ángeles porque aquí ya no conseguía trabajo. Un músico reconocido en toda América latina como pionero del género y figura de la campaña "Rock en tu Idioma", que a fines de los años 80 impulsó el rock latino en toda la región, mientras que aquí se convertía en el blanco preferido de las críticas de la inteligentzia del rock. ¿Por qué?
A los 63 años, Mateos cree que en parte se debe a su bajo perfil. "Nunca he ido a fiestas ni me he entreverado con los periodistas para chuparles las medias. Me parece que a mi personalidad se la tomó como si fuera antipática, pero es mi forma de ser. Igual, yo me siento afortunado y agradecido por haber atravesado todo esto".
Tras el inmenso suceso que significó Rockas vivas (registrado en vivo en el Luna Park, con más de 500.000 copias vendidas), coincidiendo con el final de la primavera alfonsinista, en 1987 Mateos decide reformular su banda Zas (en la que ingresan el "abuelo de la nada" Cachorro López y el "Negro" García López, por entonces en La Torre) y se la juega con una apuesta inédita para aquellos años: viajar con los músicos a Los Ángeles para grabar un álbum que cambiaría el sonido del grupo y, muy pronto, marcaría a fuego el incipiente movimiento de rock latino: Solos en América.
El mismo disco que ahora Mateos tiene entre sus manos, reeditado recientemente gracias a que el año pasado recuperó la licencia de su propia obra a través del Instituto Nacional de Música (Inamu), luego de levantar el embargo que tenía el sello Music Hall desde 1993. "Yo vengo peleando por eso desde hace veinte años, pero en un momento me cansé de pagar abogados y ver cómo mis discos se pasaban de mano en mano y los editaba cualquiera. Por suerte apareció Diego Boris [presidente del Inamu] con esta movida tan interesante, que con mi hermano Alejandro apoyamos y pusimos la cara desde el primer día. La verdad es que desde el principio tendríamos que haber hecho una cooperativa todos los exiliados de Music Hall, porque son muchos los artistas involucrados y muy importantes. Pero no se pudo, los artistas somos a veces muy dispersos en eso".
Para celebrar entonces la reedición de Solos en América, Mateos comenzará pasado mañana, en San Juan, una gira por el interior interpretando de principio a fin las canciones del álbum y que tendrá su punto cúlmine el 18 de noviembre, cuando desembarque en el estadio Obras Sanitarias , el mismo lugar donde treinta años atrás presentó oficialmente el disco. "Éste es un álbum icónico en muchos sentidos y fundamentalmente representa el afuera, por eso el título. Fue un disco de proyección internacional, que en ese momento marcó una ruptura desde el sonido y fue la bandera de una movida que se inició en México y que se llamó «Rock en tu idioma», muy importante a nivel cultural en todo el continente".
-¿Tenías en mente algún sonido en especial?
-Yo tenía las canciones. Siempre fui un escritor de canciones. Y en lo musical, Solos... era un mix, una especie de rock and pop, que es lo que sigo siendo hoy. Yo tengo ese mismo concepto y nunca renegué de él. De hecho, estoy componiendo una suerte de trilogía: un disco pop, un disco acústico y uno de rock. Porque tengo una cultura del género muy amplia. Siempre me gustó tanto James Taylor como Frank Zappa, los Sex Pistols o The Police. Esa mezcla es el gran sello de nuestro rock nacional y ese sello fue la base de la exportación de la música argentina. A contramano de lo que me sugería mi manager, yo quería romper de alguna manera: esto es lo que hago yo, critíquenme, hagan lo que quieran. Les guste o no, éste soy yo. Solos... fue mi disco de ruptura, en algunas partes por ahí mejor entendido que en otras, pero tengo una gran gratitud hacia todo ese proceso y con todos los involucrados. Representó algo muy grande y fuerte para la música latinoamericana y para el género en la Argentina. Fue un hito y eso me deja tranquilo.
-¿Sentís que aquellas canciones siguen vigentes?
-Para mí sí, no sé si en el imaginario popular sucede lo mismo. Son canciones que puedo seguir cantando y al escucharlas me siento fortalecido como compositor. Hay un tema que se llama "Ámame ahora, no mañana", que tiene toda una cosa percusiva que hicimos con Alejo y lo comparo con algunas canciones en esa misma línea de Imagine Dragons, una banda que escucha mi hijo, que tiene 24 años. Me siento muy refrescado en todo sentido, porque también sigo siendo un tipo del vivo. No veo la hora de poder tocar todos esos temas.
Mientras se prepara para la sesión fotográfica, Mateos dice que varias de las críticas que recibió por aquella época se debían a su nivel de profesionalismo. "Siempre tomé esta carrera con profesionalismo y a muchos músicos o periodistas eso no les gustaba. Todavía hoy sigo despertándome a las nueve de la mañana y voy al estudio, me siento al piano y hago una ejercitación profesional. Todos los días. La otra vez escuchaba a Bruno Gelber y él decía lo mismo. Me sentí muy identificado en cuanto a ese profesionalismo y esa disciplina de los que hablaba. Con Solos..., poder ver que realmente podíamos profesionalizarnos y salir del garaje de Liniers de donde veníamos y ser cada vez mejores y aprender era algo maravilloso".
Si bien esta pequeña "burbuja en el tiempo" que representa la gira Solos en América ha detenido su aplicado proceso creativo, Mateos ya piensa más allá y mientras termina de redondear "el disco acústico", que podría editarse el año próximo, trabaja en otro proyecto que lo moverá una vez más de lo que hoy se conoce como "zona de confort".
"Estoy escribiendo una comedia musical", dice con una sonrisa provocadora. "Nunca había hecho nada parecido, pero tengo cosas compuestas de ese calibre, cosas en piano, muy intrincadas o que tienen armonías o un pathos que está fuera de mi registro, que ni siquiera me entra en la balada. Junté cinco o seis cosas así y me dije: «Voy a probar». Estoy en la parte inicial, me falta mi Tim Rice, encontrar que alguien escriba el contenido. Lo estoy trabajando y espero que siga creciendo. Estoy muy entretenido".
-¿Siempre te gustaron los musicales?
-Sí, y este año me fui a Nueva York y me vi todo. Vi a Bette Midler haciendo Hello, Dolly! y me rompió la cabeza. Tengo cierta debilidad por ella. Vi Chicago, The Book of Mormon, de los creadores de South Park, vi lo de Carol King. Esta vez no fui ni a un club de blues o de rock, me la pasé en Broadway.
-¿Y qué es lo que más te gusta del género?
-Que es todo en vivo. Cien personas en escena, seis o siete cantantes maravillosos, con una puesta tremenda, con el vestuario, la orquesta también en vivo... Es una maravilla, Hoy, donde todo es digital, un espectáculo así te rompe la cabeza.
¿De U2 a Depeche?
Mateos se ríe de la coincidencia con los shows que ofreció U2 la semana pasada , celebrando los 30 años de The Joshua Tree. "Que quede claro que Bono se copió de mí, ¿eh? Si bien no es el disco que más me gusta, para ellos significó también un quiebre como lo fue Solos... para mí. El show de ellos es muy bueno, con esa pantalla de led y todo, pero yo estoy esperando a Depeche Mode. Su música sigue siendo muy actual y continúan explorando con los sintetizadores... ¡Gracias a Dios volvieron los sintetizadores! Yo siempre fui fanático de ese sonido".
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