Un festival de reggae en Jamaica... y para jamaiquinos
ST. ANN, Jamaica.-Se suele decir que el reggae es el principal producto de exportación jamaiquino. El festival Rebel Salute, en cambio, está orientado a potenciar el consumo interno. Por jamaiquinos, para jamaiquinos. Y la edición número 24 de esta cumbre anual volvió a marcar un estado de las cosas en la música de esta poderosa isla, tan bien adoptada por el resto del mundo hace ya tiempo. Casi cincuenta artistas, excluyentemente locales, en dos noches (y mañanas) frente a la costa de St. Ann, en el norte del país, pintaron un buen panorama de dónde está el reggae hoy y hacia dónde va, recordando también en algunos gloriosos pasajes de dónde viene, tal como lo pedía Bob Marley en su “Buffalo Soldier”.
Algunas claves, después de 48 horas de imponentes bajos, percusiones sincopadas y melodías profundas, ante unas 20 mil personas:
El dancehall. La evolución más dura, veloz y provocativa del reggae, tan característica de los años noventa, sigue reinando, pero superestrellas del género como Anthony B y Beenie Man parecen haber bajado la intensidad mientras se muestran más “maduros”. Aunque durante el Rebel Salute justamente Anthony B se haya cruzado en camarines con otra celebridad, Tarrus Riley, que terminó ofendido y casi sin actuar. Nuevo round en las internas de siempre entre músicos jamaiquinos… En esa misma línea, pero más extrema, Lady Saw, la reina del dancehall zafado por dos décadas, reapareció en público después de un año de retiro, ahora convertida al cristianismo y hasta “ordenada” ministra (“por la gracia de Dios, no por ningún humano”, aclaró). La flamante Minister Marion Hall dejó atrás su pasado de letras y gestos escénicos procaces y oficializó, a lo grande, algo que promete extenderse cada vez más: el dancehall-gospel. Su testimonio, en vivo, como “una mujer violada” fue estremecedor y hasta provocó desmayos, como en una potente ceremonia tele-evangélica.
Las reivindicaciones. El festival confirmó una tendencia que se venía percibiendo en esta tierra bajo el sol: la reivindicación de viejas glorias, especialmente de los años sesenta, con un espacio bastante central durante las dos noches. Figuras del ska y el rocksteady como Leroy Sibbles, Errol Dunkley, Stranger Cole y, muy especialmente, Derrick Morgan, “el Rey del Ska”, reclamaron lo que les corresponde después de muchos años sin lugar de peso en Jamaica y más reconocidos en Europa y Japón. Morgan, de 76 años, ciego hace ya tiempo, llegó al centro del escenario con bastón y de la mano de su mujer. También tuvo su turno la primera generación de vocalistas dancehall, con nombres como General Trees, Lone Ranger y Chaka Demus. Todos ellos ofrecieron shows memorables.
La revelación. No-Maddz fue la revelación de este festival y también lo es de la música más reciente producida en Kingston. Con una banda inclasificable con dos vocalistas que suena tan consciente de los clásicos como de las últimas corrientes rockeras y del hip hop “inteligente” de De La Soul y A Tribe Called Quest. Imprescindible buscar ya su disco “Sly & Robbie present No-Maddz!!”, apadrinado, claro, por la dupla bajo-batería mayor de Jamaica.
Puro humo. Otro punto relevante no tiene que ver estrictamente con la música, pero sí con la esencia del reggae. Aunque el dato pueda sorprender, la marihuana no es legal en la isla de los rastas. Si bien históricamente las autoridades toleraron el consumo dentro del festival, que congrega una apreciable cantidad de dreadlocks, este fue el primero en el que se autorizó oficialmente, al menos de manera excepcional, ya que la legislación no se ha modificado. El reclamo por la legalización de la “kaya” es tan antiguo como el reggae, con obras paradigmáticas como el disco Legalize It, de Peter Tosh, compañero de Marley en los primeros Wailers. Pero sólo ahora comienza a percibirse un lento movimiento en esa dirección. El festival lo celebró con una gran feria de gazebos con venta de cannabis, productos derivados y la correspondiente parafernalia en manos de un staff de rastas veteranos y humeantes. Curiosamente, en el Rebel Salute, de acuerdo con los preceptos de la línea rastafari más ortodoxa, no se vende alcohol.
¿Y Bobby?. Un detalle que puede llamar la atención: mientras que en los numerosos hoteles “all inclusive” de la isla parece ser obligatorio musicalizar todo con sus hits más obvios, en el Rebel Salute la figura de Bob Marley apenas apareció en algún set aislado, como en el del singjay Cocoa Tea, que se despachó con un fragmento de “One Drop”. Nada de “Three Little Birds”, “Is This Love” ni menos que menos “No Woman No Cry”. Tuvieron, en cambio, un homenaje especial The Abyssinians, una de las agrupaciones más místicas de la isla, que a fines de los sesenta introdujo las canciones en amhárico, lengua etíope empleada por los rastas más religiosos.
De Sunsplash con amor. Durante los años 80, cuando el reggae apenas salía a conquistar el mundo, particularmente detrás de la leyenda de Bob Marley (fallecido en mayo de 1981), en países como la Argentina circulaban cassettes VCR grabados con imágenes del legendario festival Sunsplah, también en Jamaica. Esos videos fueron los tutoriales sobre los que muchos blancos aprendieron a tocar reggae sin llegar a bañarse jamás en el Caribe, quizás incluso sin siquiera salir de Buenos Aires. Rebel Salute retoma el espíritu de aquellos shows, tan influyentes, mientras procura estrechar lazos dentro de una comunidad que, a pesar de las enseñanzas de Marley, no suele estar tan unida.
Dale dale con el look. Una inmensa mayoría de jamaiquinos con gran proporción de rastafaris de todas las edades, líneas internas y looks: tams (gorros para cubrir los dreadlocks) de mil colores y modelos; rastas de Kingston con perfil entre intelectual-universitario y fashionista; otros, descalzos, cubiertos con arpillera, como recién bajados de una aldea perdida en las colinas. También, algunos blancos, divididos en dos subgrupos claros: unos pocos turistas de los exclusivos resorts “todo incluido” vecinos de los polos hoteleros de Ocho Ríos, Montego Bay y Negril, siempre en el norte de la isla; y algunos otros fans del reggae, en peregrinación desde Japón, Bélgica o México, en muchos casos también con dreadlocks y ropas verdes, amarillas y rojas. A pesar del clima tenso que se impone en muchas noches jamaicanas, dentro del festival Rebel Salute todo marchó en armonía con el mensaje del reggae.
Temas
Más leídas de Espectáculos
"Hablar de política me quita paz mental". Minerva Casero: de su educación en una escuela japonesa a la pasión que comparte con su papá
"Estoy esperando, por favor". Anya Taylor-Joy reveló con qué famoso actor argentino le gustaría hacer cine en español
Sin miedo. Victoria Vannucci mostró por primera vez el rostro de sus dos hijos en las redes sociales