Un pasaje de avión, un chofer que esperó 10 horas y el intento infructuoso de Michael Stipe por sacar a Kurt Cobain de la depresión
A comienzos de los 90, los cantantes de R.E.M. y Nirvana se profesaron mutua admiración y forjaron una sólida amistad que quedó trunca con la temprana partida de Cobain
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Como sucede a menudo, la amistad entre Michel Stipe, el líder de R.E.M. y Kurt Cobain, frontman de Nirvana, comenzó por un amigo en común. Resulta que Peter Buck, guitarrista de R.E.M., había decidido mudarse a Seattle. Una vez instalado se llevó una sorpresa mayúscula al enterarse quiénes eran sus flamantes vecinos: Courtney Love y Kurt Cobain. Transcurrían los primeros años 90 y Nirvana comenzaba a ganar mayor notoriedad.
La historia es que desde su adolescencia, Cobain se había declarado “un gran fan” de R.E.M., tal como señaló en una entrevista para la revista Rolling Stone en aquellos años, cuando admitió que admiraba el modo en que los creadores de “Losing my religión” habían enlazado su música con la exposición pública, editando excelentes discos de forma periódica: “No sé cómo hacen lo que hacen, Dios, ellos (R.E.M.) son los mejores, han tratado con su éxito como santos, y siguen entregando gran música”, apuntó Cobain, que es sabido, nunca se llevó muy bien con la fama.
Como buenos vecinos, Buck y Cobain empezaron a verse y salir juntos, hasta que un día, el vocalista y compositor de Nirvana conoció a Michael Stipe, cuando ambos ya eran líderes de sus propias bandas.
Por un lado, el trío conformado por Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl era la punta de lanza del movimiento grunge y símbolo de la Generación X, mientras que R.E.M., formada desde 1980 por el baterista Bill Berry, el guitarrista Peter Buck, el bajista Mike Mills y el propio Michael Stipe, cuando aún eran estudiantes de la Universidad de Georgia, se había transformado en uno de los pioneros del rock alternativo, para luego convertirse en una banda tanto de culto como de éxito global. Así las cosas, la amistad de Cobain y Stipe se afianzaba cada vez más, eran casi familia, al punto que el líder de Nirvana le había pedido a Stipe que fuera el padrino de su hija, Frances Bean Cobain. Y así lo hizo. De hecho la relación enre ahijada y padrino se mantuvo fructífera a lo largo de los años, al punto que el cantante ofició de maestro de ceremonias del reciente casamiento de Frances Bean.
En medio de ese contexto de alta exposición, el vocalista de Nirvana arrastraba serios problemas de depresión y adicción a la heroína. Aseguraba no haber querido ser músico para ser famoso y le pesaba ser visto como la voz de toda una generación. El éxito fulminante de Nirvana le hizo sentir una presión extra para la que no estaba preparado, a vez que la relación con Courtney Love empezaba a resquebrajarse y su estado de salud empeoraba.
Así las cosas, durante sus últimos meses de vida, el 4 de marzo de 1994, intentó suicidarse en Roma con una sobredosis de somníferos. Entonces, para sacarlo de su estado depresivo y distraerlo un poco, Stipe le propuso emprender un proyecto musical juntos.
En una entrevista publicada en 2011, el vocalista de R.E.M. relató que había enviado un boleto de avión y un chofer a la casa que Cobain tenía en Seattle para persuadirlo de que fuera a grabar con él unos demos musicales. “Ideé un proyecto para intentar alegrar el estado de ánimo de Kurt. La colaboración musical que le propuse fue una excusa para intentar ayudarlo, porque él estaba en un lugar muy malo. Le envié un boleto de avión y un chofer, pero él pegó el billete de avión en la pared de su dormitorio y el conductor se quedó sentado fuera de la casa durante 10 horas esperando que saliera. Kurt no salía de su casa y tampoco contestaba el teléfono. Supongo que ya había decidido quitarse la vida”.
Aquel fatídico 5 de abril de 1994, día en que Cobain se suicidó al dispararse con una escopeta en su casa, en Seattle, en su equipo de música se encontraba puesto el álbum Automatic for the people (1992), seguramente el disco más oscuro de R.E.M, con letras en torno al desengaño, la ausencia y la muerte.
Cuenta la historia que mientras escuchaba ese disco repetidamente, el líder de Nirvana se inyectó tres dosis de heroína. Luego, sacó su billetera y dejó a la vista su licencia de conducir para que pudieran constatar su identidad, se acomodó en el piso, apoyó sobre el pecho su escopeta calibre 20 y disparó, muriendo casi de inmediato de un certero disparo.
“Es mejor quemarse que desvanecerse. No puedo soportar la idea de que Frances (su hija) se convierta en el rockero miserable y autodestructivo que me volví”, dejó escrito en su nota suicida. Tenía apenas 27 años. Su cuerpo fue encontrado tres días después, el 8 de abril, por Gary Smith, un electricista que había llegado hasta la casa del músico para instalar un sistema de luces de seguridad. Devastado después de su muerte, Michael Stipe se inspiró en ese momento de dolor para componer “Let me in” (“Déjame entrar”), una canción en honor a Cobain que se incluiría en el disco “Monster”, publicado por R.E.M. en 1994.
“Le escribí la canción después de que se suicidó, justo a la mitad de las sesiones de ‘Monster’. La letra hablaba de mí al teléfono con él, tratando desesperadamente de sacarlo del estado mental en el que se encontraba, del modo más fraternal posible. Quería expresarle que no necesitaba presionarse por todo el entorno y que saldría adelante”, dijo el cantante de R.E.M., aún dolido por la partida de Cobain.
“(…) Oye, déjame entrar / déjame entrar / Tenía la intención de intentar detenerte / Déjame entrar, déjame entrar /Bueno, tengo alquitrán en mis pies / Y no puedo ver que todos los pájaros miran hacia abajo y se ríen de mí / Torpe, saliendo de mi piel”.
A modo de homenaje, durante la grabación y en la gira de presentación del álbum, Mike Mills, ex bajista de R.E.M., tocó con la Fender Jaguar que perteneció a Cobain, invirtiéndole las cuerdas para utilizarla como diestro.
Veinte años después de aquel fatídico día, Nirvana fue aceptado en el Salón de la Fama del Rock and Roll. En aquella ocasión Stipe dio un discurso en el que recordó el comienzo de su amistad con el vocalista. “Kurt, te extrañamos. Te extraño. El llegó tarde. Fue en el sótano de Krist en Seattle; él y Courtney se habían mudado a la casa de al lado de mi exguitarrista Peter Buck. La primera vez que lo miré a los ojos, dije: ‘Lo entiendo. Él es todo eso. Es una persona muy especial’”, recordó.
Años después, su hija Frances reavivó recuerdos y homenajes a través de un posteo de Instagram por el 30° aniversario de la muerte de su padre: “Kurt me escribió una carta antes de que yo naciera. La última línea dice: ‘Dondequiera que vayas o dondequiera que vaya yo, siempre estaré contigo’. Él mantuvo esa promesa”. Además del texto, se destacaba la foto principal que eligió para postearlo: una imagen de las manos de su padre, en blanco y negro, tomadas por la cámara del cantante de R.E.M.
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