Anabel Cherubito: “Siempre quisieron ponerme en el lugar de bomba sexy sin importar nada más”
Nunca se sintió una "bomba sexy" aunque todos insisten en resaltar la sensualidad de su acento español, su cabello rojizo y su sonrisa fresca. Hija de exiliados, Anabel Cherubito es una mujer comprometida con agrupaciones de derechos humanos. Concebida en Chile, nació en la Argentina, se crió en España y volvió a Buenos Aires a los 21 años, junto a sus padres. Actriz y bailarina siempre se ganó la vida haciendo teatro, televisión y cine. En pareja con un médico chino, Luciano Álvarez, y mamá de Simona, de 4 años, Cherubito recorre su historia y habla de feminismo, de lucha y de amor. "Estamos llevando esta cuarentena bastante bien. Cuando declararon la pandemia por el coronavirus estaba a punto de iniciar la gira con Ser ellas, una obra basada en el encuentro imaginario entre Eva Perón, Frida Kahlo y Simone de Beauvoir, que hago desde 2016. Ya habíamos vendido funciones en Zárate y tuvimos que devolver la plata y ahí quedó, truncado como todo en este momento", cuenta la actriz a LA NACION.
-Muchos actores se están animando al streaming, ¿tenés proyectos?
-El streaming es algo muy nuevo y pagan muy poco porque vas a comisión. Hay que regularizar todo este sistema porque los trabajadores de la cultura han quedado afuera de todo; no hemos entrado en ninguna ayuda del Gobierno y son muchos meses sin ganar un mango. La gente cree que los actores son los diez que conocen de la pantalla y no es así, hay muchos trabajadores, artistas callejeros, de teatro independiente de todo el país. Un día ganás muy bien, otro día nada y así es nuestra vida. Necesitamos políticas culturales. Estoy contenta porque ahora me convocaron para hacer en forma profesional lo que hago desde hace un tiempo en las redes sociales, relacionado con alimentación saludable.
-¿De qué se trata?
-Hice un cambio profundo en mi alimentación hace poco más de un año. Yo pensaba que comía sano y cuando empecé a ocuparme de verdad me di cuenta que no. En este año sentí que se me fueron todas las toxinas del cuerpo y tengo una energía brutal y mi pareja también. No podemos creer el nivel de energía que tenemos.
-¿Cómo es tu alimentación hoy?
-Un año atrás dejamos de comer carne. Lo habíamos intentado varias veces: comíamos, dejábamos, volvíamos a comer y así. Ahora somos pescetarianos porque comemos pescados. Mi pareja es mucho más estricta que yo que, si voy a un asado, puedo comer un pedazo de carne. Comemos pescado porque es un cambio muy radical y tenemos una niña y quiero darle todo lo que necesita. Como hay muchas opiniones sobre el tema y mucho por estudiar todavía, he ido profundizando en esto y en la cuarentena saqué toda la creatividad por ahí. Me gusta comer sabroso, nada de purecito de calabaza. Hago muchas comidas asiáticas y mediterráneas, muchas verduras y frutas, acompañamos todo con humus y no con pan. No uso sal sino soja o miso, cilantro, limón, salsa de ostras. No tomamos gaseosa hace muchísimo tiempo ya. En casa tomamos agua y vino, que viene de la tierra, nuestra pachamama y jugos de verduras y frutas.
Ver esta publicación en InstagramPuerros a la parrilla. Un sabor increíble!.
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-¿Qué te estimuló a hacer este cambio?
-Se dio poco a poco, por el tipo de vida que llevamos con mi compañero que es médico chino. La vida nos llevó por este camino y también una necesidad personal. No hay nada especial sino muchas cosas que van decantando. En la cuarentena empecé a cocinar muchísimo. No estaba buscando ningún cambio físico, no me gusta ser super flaca, pero con esta forma de comer se me han ido las toxinas y estoy más flaca. Si mi cuerpo tiene que ser así para tener este nivel de energía, bienvenido. Son tres cosas básicas: dejar la gaseosa, el pan y el queso. Yo no sabía comer sin queso.
-¿Tomaste cursos de cocina asiática y mediterránea?
-No, pero aprendí de un amigo chef con el que cocinamos hace tiempo y sigo a mucha gente en redes y hago sus recetas. Se me abrió un mundo mucho más grande de lo que yo imaginaba porque hay un despertar de alimentación consciente. También trabajo mucho mi cuerpo con elongación, yoga y danza. En las redes apunto a quienes no se animan a dar ese paso para hacer un cambio y piensan que no pueden y se frustran con el tema físico. Son cambios de hábitos que hay que hacer poco a poco. Si cuesta entonces haz diez sentadillas y eso te lleva a hacerlo todos los días y luego sumás porque el cuerpo te lo pide. Soy profesora de gimnasia, pero no ejerzo, estudié danzas toda la vida, practico hace mucho el método de Fedora Aberasturi (es un sistema consciente para la técnica del movimiento), tengo una maestra de yoga alucinante y hago una mezcla de todo lo que sé y estoy logrando cosas increíbles. Soy muy flexible y trabajo la fuerza y la elongación con mi propio cuerpo, ya no se me ocurriría entrar a un gimnasio. En yoga trabajás de adentro para afuera.
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-Hace años que cultivás tu espíritu y al mismo tiempo lidiás con el mote de la "la bomba sexy", ¿cómo vivís esto?
-Es que nunca sentí que fuera una bomba sexy. Milito en el feminismo hace ya muchos años y he ido aprendiendo mucho también con mis compañeras, estudiamos, nos preparamos y entendí que es donde el sistema patriarcal quiere poner a la mujer. Siempre quisieron ponerme en el lugar de bomba sexy sin importar nada más. Siempre luché contra eso y voy a seguir luchando para que no nos vean como objeto de deseo sino como sujetos que desean. Porque a las mujeres se nos ha negado el deseo.
-Formás parte del Colectivo de actrices desde sus inicios, ¿qué pensás de las críticas que reciben cuando les dicen que eligen a quiénes apoyar y a quiénes no?
-Es más de lo mismo. Hay una oposición muy fuerte y muchos no quieren que el feminismo avance. Hay una confusión muy grande, muchos no entienden qué es el feminismo y nos ven como enemigas. Creen que es algo extremo, lo mismo que el machismo, pero al revés y no es contra los hombres. El machismo propone una desigualdad y el feminismo, una igualdad de derechos. Hay que entender que el mundo es machista y patriarcal y eso tiene que terminar porque hay un culto de la violación y una idea de ‘eres mía o de nadie’. Nos han sometido toda la vida y nos han hecho creer que ser una buena esposa y madre te convierte en una mujer digna y perdimos la individualidad. Por eso insisto en la independencia económica de las mujeres. Respecto de las críticas, nos piden que hagamos cosas que no nos corresponden. Estamos haciendo un montón de cosas, ayudamos a muchas mujeres y hay mucho por hacer. Hacemos lo que podemos, la verdad, y no somos selectivas para nada. Funcionamos en forma horizontal, hacemos asambleas, debatimos todos los temas y votamos. En muchas cosas estamos de acuerdo y en otras no. Hay situaciones en las que estamos seguras y salimos a apoyar, y otras en las que no estamos seguras y cada una da su opinión. También hay un problema: nos quieren asociar con el Gobierno y creen que todas somos kirchneristas, pero somos multipartidarias. Siempre le vamos a pedir lo que falta al Gobierno que esté en ese momento.
-¿Qué te impulsa cuando te sentís frustrada? Tenés una historia familiar de militancia...
-A veces es frustrante y agotador. Estamos hablando de derechos y libertades y cuesta hacer entender que el feminismo no está en contra de los hombres. Y si no eres feminista, agradece las muchas cosas que se han conseguido gracias a las mujeres que salieron a pelearla. Todo lo que hemos logrado las mujeres ha sido en la calle y siempre fue así a lo largo de la historia. Por momentos me agoto de mí misma [risas]. No puedo parar. Me pasa eso, pero también le encuentro sentido a la existencia intentando hacer de este un mundo un poquito mejor y mucho más desde que tengo a Simona. Es parte de mi personalidad. Quiero pensar que estuve en este mundo e intenté que mejore.
-Hace tiempo que no hacés televisión, ¿por qué?
-Hace mucho tiempo que no hago tele, es verdad. Hay un monopolio total, dos productores y trabajan siempre los mismos. Creo que la última ficción que hice fue Pasajeros, con Rodolfo Ranni, hace seis años. Siempre preferí el teatro e irme de gira. Por otra parte, tuve a Simona de grande y quiero estar aquí para ella, sobre todo en los primeros años de su vida. Seguí haciendo teatro, con giras cortitas de tres días y vuelvo. Ser ellas es mi bebé porque yo generé ese proyecto sobre un encuentro imaginario entre Simone de Beauvoir, Frida Kahlo y Eva Perón y fue anterior al Ni una menos, y hasta diciembre estuve en el Canal de la Ciudad con Cuatro caras bonitas. Me servía porque era de noche y yo salía de casa cuando ya Luciano estaba de vuelta y se quedaba con Simona. Hacíamos humor, la pasé bomba. También hice algo para España, Mujeres irreversibles. Ahora estoy muy fascinada con el tema de las redes. Me costó mucho al principio y ahora me enganché porque me encanta la idea de trabajar en mi casa, manejar mis tiempos y ocuparme de mi hija. No queremos niñera y nos repartimos con Luciano. Simona va a una escuela con la pedagogía Waldorf que tiene coincidencia con lo que vive en casa: no tenemos tele, no le damos la tablet. Nosotros vemos alguna serie, pero cuando ella ya se duerme.
-Hoy tu prioridad es la maternidad...
-Nunca imaginé que iba a ser madre y jamás pensé que algún día lo iba a desear. Simona fue muy buscada.
-Cuando te referís a Luciano le decís "mi compañero" o "mi pareja"’, ¿te propuso matrimonio?
-¡No! Me muero de risa si me propone matrimonio, me conoce. Nunca sentí el deseo de casarme, para nada. Creo en el amor, pero no en la institución matrimonial. Luciano es el gran amor de mi vida, un compañero y padre increíble, tenemos amor y humor. Eso nos une para siempre, además de Simona. Vamos por el mismo camino, queremos lo mismo, nos respetamos, tenemos proyectos y objetivos en común. No necesito nada más.
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