“Caramelito” Carrizo: una boda que soñó por años, la forma en que estuvo presente su hermano Martín y la felicidad tras el dolor
La actriz habla con LA NACIÓN acerca de la emoción que sintió al concretar un deseo que tenía desde hacía mucho tiempo
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Cecilia “Caramelito” Carrizo y Damián Giorgiutti se casaron 27 años después de conocerse, estar juntos y formar una familia con sus hijos Lorenzo y Benito. Pero, ¿por qué tomaron esa decisión ahora? LA NACIÓN charló con la actriz y conductora que, emocionada, contó que era un regalo que se debían hace tiempo.
“En 27 años de historia juntos muchas veces habíamos hablado de casarnos, especialmente cuando los chicos eran chiquitos. Después pasó la vida y nunca lo concretamos. Y desde el año pasado que Damián me decía ‘poné fecha’. Yo estaba con el estreno de mi unipersonal Solo te lo quería decir, y no me daba la vida. Siempre trabajé mucho, pero esto fue muy particular porque lo escribí y lo dirigí y, sobre todo, me movilizó mucho”, dice sobre el unipersonal que cuenta su vínculo con su hermano Martín Carrizo, fallecido el 11 de enero del 2022 por complicaciones derivadas de la Esclerosis Lateral Amiotrófica. “Entonces yo decía ‘qué lindo’, pero nada. Y en octubre le dije: ‘¿Y si ponemos fecha?’. Y él me respondió ‘te estoy esperando’”, cuenta con la voz quebrada.
-Un romántico…
-Sí…. Sugerí diciembre o marzo, pero me retrucó y dijo ‘ahora’. Así que lo decidimos con tres semanas de anticipación.
-Como diría la abuela, se casaron de apuro …
-(Risas) Claro, nos casamos de apuro 27 años después. Fue todo improvisado. Sacamos el turno para el registro civil por la web y elegimos un lugar que nos quedara cerca, cómodo y que los invitados pudieran estacionar tranquilos. Y festejamos en Bartolo, un bar que queda a una cuadra del registro y que Damián hizo hace diez años, así que llamó a los dueños y todo salió hermoso. Terminaron siendo 100 invitados, pero todos íntimos, amigos de toda la vida y familia.
-¿En cuánto tiempo organizaron todo?
-Organizamos la boda en veinte días, y si lo hubiéramos hecho en seis meses hubiésemos querido que saliera así. Para las flores de las mesas confié en una amiga que hace cosas divinas, elegí dos tipos de las flores por teléfono y listo. El vestido lo mismo; no pensaba hacerme vestido de novia y había decidido usar un mono color tostado pero apareció Marcela Daff y me dijo que me hacía el vestido. Todo fue hermoso y nuestros hijos están felices. Y mi mamá también estaba feliz. Todo fue hermoso, tocó un día de sol, brindamos en el patio.
-¿No hubo luna de miel?
-Pasamos dos noches a Casa Lucía, un hotel en Barrio Norte. Fue como parar la locura de la vida y el trabajo. No podíamos hacer mucho más porque Damián se va a Tailandia a trabajar durante dos semanas. Así que metimos el casamiento en el medio, un poco apretadito.
-Estuvieron separados durante un año, ¿fue la cereza de la reconciliación?
-Fue un regalo que nos hicimos. En lo particular, el casamiento siempre me pareció algo importante, aunque no se nos daba y estábamos súper bien con nuestra familia. Y ahora esa importancia que le di siempre, le sucedió también a Damián. Cómo no casarnos, coronando nuestra historia con lindo que vivimos, lo difícil, la superación de las cosas que nos pasaron. La boda fue un premio, un regalo que nos hicimos a nosotros y a la familia.
-Y hablando de eso, ¿qué les regalaron?
-No necesitamos nada, pero nuestros amigos nos hicieron regalitos, entre ellos esas dos noches de hotel.
-Algunos dicen que un papel no cambia nada, ¿y a ustedes?
-No es un papel para nosotros. Es poner una lupa en lo lindo, en lo que evolucionó nuestro amor. La vida sigue siendo la misma que teníamos, pero con esa decisión pusimos foco en lo bueno, y lo que valoramos.
-Seguramente hubo un ratito para Martín en tu corazón…
-Todo el tiempo estuvo presente. Él hacía todo para que estuviéramos bien y lo que más quería era que quienes lo rodeáramos fuéramos felices. Lo extraño mucho, mucho. Los primeros tiempos cuesta sentir alegría plena porque es tanta la tristeza de ver sufrir a un hermano, que queda un dolor tan grande en el alma que quizá vivís momentos divertidos pero la alegría no llega a sentirse del todo. Y ahora, en honor a él, quiero que estemos lo más felices posible, lo más relajados y contentos. Y sentí esa tranquilidad como si fuese la previa a poder estar más feliz. Lo extrañaba llorando y ahora puedo extrañarlo riendo y no dejo de necesitarlo y querer estar con él. Y mis sobrinos me enseñaron eso también.
La gran historia de amor
Cecilia y Damián se conocieron cuando ella grababa Caramelito en barra, en Estudio Mayor, y él estaba en otro estudio haciendo otro programa. Se cruzaban en los pasillos, se miraban, conversaban hasta que un día la invitó a comer y nunca más se separaron.
Trabajaron juntos en La casa de Caramelito, decidieron irse a vivir juntos, formaron una familia, fueron padres de Lorenzo. Pero hace dos años sintieron que la pareja se desgastaba y decidieron separarse. “Con el diario del lunes siento que todo lo que nos pasó, lo que nos llevó a separarnos y a reencontrarnos, lo que nos sucedió a los dos íntimamente, es parte de una misma evolución. Estábamos juntos desde hacía 25 años y un día se dio la concreción de separarnos. Hacía tiempo que lo hablábamos”, aseguraba Carrizo, luego de que se concretara la reconciliación.
“Damián se mudó y yo me quedé en casa con los chicos. Estuvimos separados casi un año. Y después él volvió a acercarse, a conversar, a plantearme la posibilidad de resolver aquello que él creía no tenía manera de encaminarse. Lo intentamos y acá estamos… Continuamos este vínculo de tantos años conversando mucho sobre todo lo que nos pasó. Pusimos en palabras lo que sentimos, nos dijimos qué nos hace bien o mal, nos preguntamos por qué habíamos llegado hasta ahí y cómo evitar que vuelva a pasar. Tratamos de remediar las cosas que no salieron bien. Revisamos nuestro camino”, le contó a LA NACIÓN hace unos meses.
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