Cuarenta días antes de dar a luz a su primera hija, compartió unos días bajo cero en el cerro Castor con su amor, Matías Camisani, y sus cuatro herederos, Valentino, Salvador, Milo y Suria
Los chicos esperan todo el año a que llegue el invierno para partir a la nieve. Para ellos, esquiar es un hit", explica Dolores Barreiro (40), recién llegada de unas vacaciones de ensueño en cerro Castor. Como desde hace once temporadas, la top y su marido, Matías Camisani (45), decidieron "regalarles" diez días de esquí a sus chicos, Valentino (14), Salvador (11), Milo (9) y Suria (3). "Están fanatizados con el deporte. El esquí es una actividad que pueden compartir teniendo edades distintas", explica "Dolo", a punto de cumplir ocho meses de embarazo de su primera hija mujer. "El último día, Suri bajó toda la montaña con sus hermanos. Estaba muy orgulloso de haber esquiado con ellos. ‘Bajé un pedazo de pista negra, mamá’, me dijo el agrandado en cuanto nos reunimos en la base", confía Dolores.
–Con el embarazo tan avanzado te entregaste al descanso…
–¡Sí! Si bien soy muy vital y estar embarazada me llena de energía, hacer fiaca y limitar la conexión con la oficina en Buenos Aires fue un placer. Además, estuvimos con mi suegra, Virginia, que es un amor total y aproveché el tiempo libre para tejer y devorar una novela de Gioconda Belli.
–¿A Matías le divirtió "tomar por asalto" la montaña junto a sus varones?
–Compartió mucho tiempo con Valentino, el mayor, que desde hace tres años toma clases de free-style. Juntos, se encargaron de llevar a Suri al jardincito de esquí, que empezaba a las diez y media de la mañana. Salvador y Milo arrancaban la misma clase más temprano y este año estaban fascinados con la idea de ir solos al encuentro con el profesor. El programa nos vino bárbaro para que fortalezcan aún más el vínculo entre ellos.
A LA ESPERA DE LA PRINCESITA
–¿En qué momento te encuentra este quinto embarazo?
–Me agarró muy viajera. Estuve por todos lados y aproveché para hacer una escapada con cada uno antes de que nazca la beba. Llevé a Milo a Miami, después me fui con Suri a Jujuy y, hace poquito, volamos a Cataratas con Salvador, mi hermana y una prima. Valen, en cambio, cumple 15 en abril del año que viene y está planeando un superviaje con su papá.
–¿Cómo te sentís en la dulce espera?
–Es un estado ideal para mí, los embarazos me sientan de maravillas. Además, la llegada de la bebita nos encuentra en un momento muy lindo como familia: los chicos están grandes y con Matías estamos muy bien.
–A Matías se le cumplió el sueño de tener una hija mujer…
–¡Se le dio! Lo más increíble es que lo vaticinó cuando nos fuimos del sanatorio con Suri, hace casi cuatro años. Le dijo a las enfermeras: "Chicas, nos volvemos a ver cuando llegue la nena". Igual, hasta la tercera ecografía estábamos un poco descreídos con la noticia de que iba a ser mujer. Cuando nos reconfirmaron la noticia, Matías entró en shock y me preguntó, asustado, "¿No estamos grandes para una nena?" [Se ríe].
–¿La edad fue un tema durante este embarazo?
–Cuando vi a mi obstetra por primera vez, le traje a colación el tema de mis 40 recién cumplidos y él, por suerte, me recordó que siempre tuve partos divinos y sin problemas. Confío en mi cuerpo y en mi salud.
–¿Para cuándo tenés fecha?
–Para el 28 de octubre. Como con los otros cuatro, voy a tenerla en el Sanatorio Otamendi.
–¿Fantaseaste alguna vez con la idea de parir en tu casa?
–Con el primero, sí. Estuve tentada y lo conversé con mi obstetra, que me explicó que si le pasaba algo al bebé no íbamos a tener tiempo para llevarlo a un sanatorio. Me fue bien con mis otros hijos y no tengo intención de cambiar el plan.
–Hace poco contaste que querían llamarla Indra…
–Tenemos varias opciones e Indra está entre nuestras prioridades. De todas maneras, vamos a terminar de decidirlo cuando le veamos la carita. Los chicos hicieron una lista larguísima y me encanta que opinen. Suri, por ejemplo, está enamorado de Elena, una de sus compañeras de jardín, entonces quiere ese nombre. Salvador, un día me dijo superserio: "Mami, ¿y si le ponemos Mabel?". Milo buscó nombres online y se fascinó con Cipactli, que es un monstruo marino de la mitología azteca.
–¿Cómo imaginás que va a cambiar el escenario familiar con la llegada de una niña?
–Cada niño trae distintas enseñanzas y, como con sus hermanos, vamos a dejar que esta bebita haga su camino. Este embarazo fue una sorpresa muy grata y redondita, como mi panza. Hasta ahora, todo fue espadas, caballeros y Star Wars en casa. Estamos listos para entrar a un mundo nuevo, con los brazos abiertos a la renovación total.
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