Hace 16 años visitó a la Virgen de Medjugorje y cambió su vida; desde entonces se entregó a Dios y predica su palabra, pero también conduce un programa de entrevistas, estudió locución y es licenciada en Ciencias de la Familia
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Dice que hay dos Gisela Barreto, la de la vida pasada y la nueva, que nació en Medjugorje, Bosnia, en el 2010. Sin embargo, las dos tienen mucho en común. La primera Gisela era artista, y de alguna manera, esta también porque estrena programa en el canal 424 de Cablevisión, un ciclo de entrevistas que se llama Hoy es el día y “está dedicado a todo lo que concierne al ser humano, alma, mente cuerpo, toda esa unidad maravillosa que somos y tenemos que alimentar”, dice. En una charla íntima con LA NACIÓN, recorre su paso por la televisión y el teatro, recuerda a Gerardo Sofovich y reflexiona sobre su conversión y su entrega a Dios.
-¿Te retiraste de la tele y teatro?
-Sí, del teatro hace rato. Se fue dando solo. Siempre me gustó la conducción y me recibí de locutora en el 2017 en el ISER, me diplomé en la Universidad Austral en ESI (Educación Sexual Integral) y tengo la Licenciatura en Ciencias de la Familia. Quiero hacer cosas útiles para mis semejantes. Me gusta ayudar a las familias, a los niños, a los ancianos, ir a hospitales, asistir de alguna manera al personal de salud, de seguridad. Todo eso me ocupa. Estoy para quien necesite ser escuchado y tengo herramientas para dar palabras de aliento a quienes lo necesitan. Siento que mi vida es útil cuando puedo ayudar y servir. Si todo es para mí, siento que es un día perdido. Ayudar al prójimo es un día ganado. Así de mucho ha cambiado mi vida.
-¿Siempre fuiste creyente o tu viaje a Medjugorje, en Bosnia, te cambió la vida?
-Sin duda ese viaje me cambió la vida. En el 2010 hice mi primer viaje a Medjugorje, donde está la Virgen Reina de la Paz. Fue el año en que se cumplieron once años de la partida de mi mamá, María Rosario Ricotti. Y después fui dos veces más. Siempre creí en Dios porque mi familia es muy católica y mi madre nos enseñó moral, ser agradecidos, ser humildes. Siempre me decía que el 99 por ciento de lo que tenía me lo había dado Dios y que ese 1 por ciento que me faltaba tenía que cultivarlo y entregárselo a Él. Así nos criamos en Corrientes y seguimos aquí cuando nos mudamos a Buenos Aires, a mis 15 años. Ella decía que Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires (risas). Yo digo que hay dos Giselas, la de la vida pasada y la de 16 años a esta parte. Mi mamá era profesora de letras y trabajaba mucho, y mi abuela, Magdalena Balduino, nos cuidaba porque mis padres se separaron cuando yo tenía 7 años.
-¿Y cómo es esta nueva Gisela de 16 años?
-Distinta, más feliz. En 2005 me fui a vivir a Barcelona porque tenía un novio alemán que vivía allí; trabajé en la Televisión Española como panelista, después me mudé a Madrid porque me contrató Telecinco. En un momento fui a Nápoles y luego visité Medjugorje, donde empezó el gran cambio de mi vida; sentí una paz inmensa y algo diferente. Fui a la iglesia Santiago Apóstol, que estaba vacía, y empecé a rezar. De pronto sentí olor a estiércol, abrí los ojos y no había nadie a mi alrededor. Me di cuenta que lo que olía a estiércol era mi vida. Me sentí sumergida en un lago de estiércol. No vi ni escuché a la Virgen, pero la sentí.
-Qué fuerte lo que decís, ¿eras muy infeliz?
-No. Pero antes era una católica a la carta (risas), iba los domingos a misa, pero tomaba lo que parecía. Ese viaje cambió mi vida completamente. Al principio me asusté; fue un shock. Y después entendí. Es como nacer de nuevo.
-¿Esta nueva vida entonces te alejó del medio?
-Me alejó Él. Dios te saca de un lugar y al principio no entendí porque yo no era mala, nunca me metí en líos, era humilde. Entendí que Dios me enseñó, me movió para que cayeran las frutas putrefactas que no le hacían bien a mi vida. Y me entregué a Él. Empecé a ir a misa todos los días y a partir de entonces mi compañía es Jesús; era una persona muy extrovertida y social, vivía rodeada de gente y en pareja y eso cambió, progresivamente. En el camino de conversión me equivoqué mucho y sigo siendo pecadora, pero Él es bueno. Fui catequista, visitaba a los enfermos. Hoy mi vida es Dios, Él es todo para mí.
-Decís que estabas siempre en pareja pero solamente te casaste una vez, con Juan Gabriel Altavista y hace unos años pediste la nulidad de tu matrimonio, ¿por qué?
-Sí, estuvimos juntos dos años y medio. Nos conocimos en un programa que hacíamos en América. Tenemos muy buena relación con Juan Gabriel Altavista, pero pedí la nulidad en el 2012 porque éramos dos inmaduros; no éramos tan jóvenes, pero sí inmaduros. Si Dios me mandara un hombre sano, sabio y santo, que no sé si se consigue (risas), me casaría y me gustaría volver a rehacer mi vida. Y sería importante casarme por iglesia.
-¿Qué recordás de la Gisela del pasado, la de la otra vida? ¿Siempre quisiste ser artista?
-No lo busqué. A los 15 años fui Miss Corrientes, después Miss Verano, y en Buenos Aires Miss Siete Días y Primera Princesa de Miss Argentina. Y ahí empezó todo, porque en ese jurado estaban Teté Coustarot, Diego Maradona, Eduardo Báncora Alfonsín que era gerente de programación de Telefe. Me dijo que tenía que estar en un programa ómnibus que iban a conducir Carlos Maza y Liliana López Foresi e iban a desfilar las modelos más importantes de Argentina. Y estuvimos de secretarias mi hermana y yo. Ese mismo día me contrataron Juan Carlos Calabró para Calabromas donde era Gladys, la novia de Aníbal, y Carlos Maza para Supertest. Los viernes a la noche yo salía a la misma hora en Telefe y en Canal 13. Tenía 18 años y no paré.
-De la mano de Gerardo Sofovich te llegó la popularidad, ¿cómo lo conociste?
-Yo era la imagen de una marca de lentes de contactos y hacía el PNT en La noche del domingo. Un día vi que Gerardo me clavó el ojo; yo tenía el pelo platinado y usaba lentes de contacto claros. Cuando llegó el momento de ir al corte me llamó y me pidió que lo hiciera yo, que era lanzada, divertida, somática. En ese mismo corte me dijo que me quería en el programa. Con Gerardo hice La noche del domingo, Operación Ja Ja, Polémica en el bar y ahí salté a la fama porque me dio un personaje que él más amaba, la cigarrera. Ahí empezó ‘Gisela Barreto, la correntina’, y fui tapa de todas las revistas.
-¿Cómo te llevabas con Sofovich?
-Muy bien. Era bravo, pero nos llevábamos excelente porque tenía una debilidad conmigo. Era su rubia debilidad. Nos peleamos dos veces porque yo también era una correntina brava. Yo no me callaba, lo refutaba y a él no le gustaba nada. La tercera vez que nos peleamos se molestó, y ya no volvimos a trabajar juntos.
-¿Cómo fue esa tercera vez que los distanció?
-Ya estábamos en Canal 7 y Mario Pergolini me invitó a su programa y no le pedí permiso a Gerardo. Eso no le gustó nada. Un día entraba al canal y también él venía caminando con una cara... Le dije ‘Hola Geraldin’, porque yo le decía así. Y él ´dijo ‘Hola nena, ¿vos fuiste al programa de Pergolini? Quedas en libertad para ir a todos los programas que quieras’. Así nomás…
-Te echó….
-Le di las gracias y esa fue nuestra despedida. Trabajamos juntos unos seis años y ya era un ciclo cumplido. Nos hemos cruzado después en un Martín Fierro y nos saludamos bien. Nos queríamos, pero era un bravo. Y me llamó cuando yo estaba viviendo en Madrid para proponerme hacer teatro y no acepté, porque el teatro no me gusta.
-Pero hiciste mucho teatro…
-Sí, porque había que trabajar. Pero siempre amé la tele, y si es un programa en vivo, mejor. Viví experiencias hermosas, como conducir Juguemos por la tele, un programa del interior por el que ganamos el Martín Fierro en el ‘99. Entregábamos premios a las familias, casas, autos, electrodomésticos y era hermoso ver la felicidad de la gente. Mi época con Gerardo también fue hermosa porque todo te enseña y te fortifica. En teatro trabajé con Darío Vittori, a quien quise mucho. Me enseñó a hacer pastas en su casa, con su esposa y mi mamá. Hervía los espaguetis en una olla grande, sacaba uno y lo tiraba contra los azulejos y si estaban al dente tenía que caer o no, ya no recuerdo. Y amaba a Marcos Zucker también, con quien trabajé mucho. Tengo muy buenos recuerdos, y alegres.
-Era una vida linda la de la antigua Gisela... ¿Por qué la dejaste?
-No es que yo decidí dejar esa vida, Él decidió sacarme de ahí. Mi amor es Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y me hizo nueva. Se hizo la voluntad de Dios. Voy a misa todos los días porque tengo la Eucaristía, que es el alimento de mi alma.
-Hace unos años te llamaron para hacer política, ¿qué pasó?
-En el 2022 me vino a buscar el entonces armador de (Javier) Milei para sumarme. Le dije que no porque no me sentía preparada. Quizá ahora sí.
-¿Militarías para este Gobierno?
-Militaría para el pueblo. Militaría para Dios, que está en cada persona, sobre todo en los más humildes. Militaría para quienes más lo necesitan, para los niños que son el futuro, los adolescentes, la educación, los jubilados que nos dejan su sabiduría y sus enseñanzas. Y pondría mano dura, porque soy correntina y cuchillera. Yo viví la buena vida, de abundancia, y conozco también la otra a la que me llevó Dios, moverme en transporte público, tener frío, buscar precios. Aprendí y crecí y embellecí mi interior. Soy pecadora, me tropiezo, pero me levanto. Para ser político hay que haber vivido la calle y conocer las necesidades de la gente. Y quienes están en el poder no conocen nada de eso. Argentina va a cambiar cuando suban al poder personas que realmente quieren que el país cambie, alguien que mire al pueblo, al ser humano. Si algún día llego a la política y me equivoco, díganmelo. Quiero hacer la voluntad de Dios con alegría y dejar algo bueno a la gente. Me gustaría tender puentes, porque estamos demasiado divididos.
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