El iPod cumplió 8 años. ¿Cuál es el secreto de su éxito?
El 23 de octubre de 2001 Steve Jobs convocó a un pequeño grupo de periodistas a las oficinas de Apple para hacer un modesto anuncio que, por entonces, despertó más dudas que elogios: el lanzamiento de un reproductor MP3 llamado iPod.
El aparato solo era compatible con Mac, se conectaba vía Firewire (¿USB? ¿Qué es eso?), funcionaba con una primitiva versión de iTunes (que solo reproducía y grababa compactos, nada de tienda musical online como ahora) y, lo peor, costaba la friolera suma de 399 dólares.
Pocos imaginábamos que, al poco tiempo, el iPod no solo se transformaría en toda una familia de productos (y un universo de accesorios), sino en objeto de deseo, símbolo de estatus, ícono cultural y emblema de varias revoluciones, especialmente la del negocio de la industria musical. Ni hablar de que significaría la reinvención del modelo de negocios de Apple.
Lo cierto es que hoy hay más de 200 millones de iPods haciendo sonar sus característicos auriculares blancos en el mundo. Pero más allá de la "objetividad" con la que podemos analizar este fenómeno, hay cuestiones que, en lo personal, escapan a mi comprensión del éxito del iPod. Sin dudas es el triunfo de la estética, el marketing, la "lectura" del mercado y la tecnología, entre otras cosas, aplicadas a un producto. Pero, para mí, resultan elementos insuficientes para explicar qué llevó a una persona a comprar un producto tan caro y con tantas limitaciones funcionales en relación a la competencia al menos en aquel tiempo (y hoy también, un poco).
¿Tenés un iPod? Contame por qué lo compraste.
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