David Lynch, el hacedor de misterios, regresa a Twin Peaks
Tras 25 años, la madre de todas las series está de vuelta por Netflix; "sigue las ideas de las que te enamoraste", dice el cineasta, que confirmó que no volverá a hacer películas
LOS ANGELES.- Bienvenidos a Twin Peaks , dice un cartel con dos montañas dibujadas. Suena la música envolvente de Angelo Badalamenti. Y ya. Poco más se sabía sobre el regreso de la legendaria serie de televisión hasta su debut de anteanoche. En la Argentina, está disponible en Netflix desde ayer, a razón de un episodio cada lunes, porque el extraordinario David Lynch (Terciopelo azul, Mullholand Drive) no está dispuesto a revelar un solo dato.
"La serie sucede veinticinco años después de la primera. Algunas cosas cambian y otras siguen igual." Y eso es todo lo que piensa decir en esta mañana de principios de febrero en un hotel de Los Angeles.
Ha pasado más de un cuarto de siglo desde que David Lynch (Montana, 1946) llevó a la televisión su toque mágico para la atmósfera y el misterio. Cautivó al mundo con una historia policial que, en muchos sentidos, cambió la forma de hacer ficción en pantalla pequeña. Tal como lo cuenta él, llevaba años dándole vueltas a una continuación cuando el guionista y productor Mark Frost, con el que hizo la serie, lo invitó a comer en Musso&Frank, el legendario restaurante de Hollywood Boulevard.
"Nos sentamos y resultó que se cumplían veinticinco años. Empezamos a hablar de ello y como no sabíamos si al final se haría, nos lo guardamos para nosotros y seguimos trabajando. Luego empezaron a surgir más cosas y al final fueron suficientes como para que empezáramos a hablar de hacerlo."
El guión se escribió por Skype, con Lynch en Los Angeles y Frost en Ojai, California. Físicamente lo hizo Frost, porque Lynch no teclea.
Sus respuestas se esperan como palabra revelada del señor de los misterios narrativos. Pero Lynch tiene claro que los misterios son lo que son, precisamente, porque no se explican. Ha contado muchas veces su frustración por haber tenido que dar una explicación al final del primer Twin Peaks (1990-91).
"Digamos que tienes una gallina que pone huevos de oro. Cuando tienes muchos huevos de oro, de repente llega alguien y te dice que ha llegado la hora de matar a la gallina. No es bueno."
Lynch dice que "no hay reglas" a la hora de conseguir enganchar al público. "Hay clases de guión que lo reducen todo a reglas. Pero no hay fórmulas, no debería haber ninguna regla. Hay cosas que supongo que tradicionalmente funcionan. Pero siempre digo que las ideas dictan todo. Las ideas son como regalos. Sigue las ideas y no te preocupes de la forma, de las reglas. Sigue las ideas de las que te has enamorado y sé fiel a ellas. Y ellas te lo dicen todo, así es como se hace."
Lynch hablará mucho sobre ideas esta mañana y sobre la necesidad de escribirlas, siempre. "Digamos que tienes una idea y es especial. Piensas: «Nunca me voy a olvidar de esta idea». Pero yo he olvidado al menos dos ideas. No las recuerdo. Es un horror, un horror, porque recuerdo que eran muy buenas ideas. Y no las tengo porque no las anoté."
Fluir
La forma de hacer televisión ha cambiado desde Twin Peaks. Ahora la serie no tendrá pausas publicitarias. "En una película estás en un cine y algo tiene que tirar de ti, tirar, tirar hacia delante sin romperse. Es complicado. La televisión de esa época lo hacía muy fácil en cierta manera, porque estaba interrumpida por anuncios. Justo después de la publicidad tenías la oportunidad de empezar de nuevo. Pero en una película completa es muy difícil mantener eso y mantener al público ahí durante dos horas. Y ahora con los canales de cable es lo mismo, no hay interrupciones, tiene que fluir."
No es que eche de menos aquella televisión, más bien al contrario. "Siempre vi la televisión como una película. Es lo mismo, incluso con anuncios. Pero con las interrupciones es terrible, porque rompe el hechizo completamente. Es ridículo. ¿Cómo he llegado a esto? No lo sé. Por dinero. Pero es totalmente absurdo y ridículo", dice, lo que hace todavía más interesante ver cómo adaptó la historia de Laura Palmer a la era de la televisión sin límites. Su filosofía, en cualquier caso, es que "no deberías pensar en el público. Deberías intentar que tenga sentido para ti, y con suerte les parecerá bien a otros".
David Lynch lleva once años sin hacer una película, desde los tiempos de Imperio. "Las cosas que funcionaban en taquilla no eran las cosas que yo quería hacer." Además se dedicó a pintar, afirma. Cree que más o menos en esa época, hace una década, empezó a cambiar el cine y hoy cada vez hay menos sitio para películas como Carretera perdida o Mullholand Drive, el camino de los sueños. Si estrenara algo así, "la estrenarían en Nueva York, Los Angeles, San Francisco y un par de ciudades más durante una semana. Y después iría al mercado digital, donde quiera que eso sea. Es una tristeza".
Habla con pasión de la diferencia entre una sala de cine, donde el silencio puede ser absoluto y el ruido ensordecedor, con una televisión, donde es difícil conseguir un ambiente delicado.
"Es terrible, pero hay que vivir con ello." Es eso, precisamente, lo que está haciendo, resignarse y vivir con ello. "Creo que la televisión por cable, incluso con sus restricciones, es un lugar hermoso donde estar. Me gustan las historias continuas. Hay una tristeza en lo que ha pasado con cierto tipo de películas." Alguien le insiste: ¿eso significa que Imperio fue la última película de su carrera? "Supongo que lo es."
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