Una casa llena de agua, conflicto y tensión en un gran monólogo
Una sociedad impecable de artistas talentosas es la que integran Tamara Tenenbaum, Andrea Garrote y Violeta Urtizberea para darle forma a esta obra tan potente
Autora: Tamara Tenenbaum. Directora: Andrea Garrote. Intérprete: Violeta Urtizberea. Escenografía y luces: Santiago Badillo. Vestuario: Lara Sol Gaudini. Diseño sonoro: Federico Marquestó. Producción: Compañía Teatro Futuro. Teatro: Metropolitan Sura, Corrientes 1343. Funciones: Viernes, a las 22.15. Duración: 60 minutos.
Apenas transcurren unos minutos de Una casa llena de agua y el universo de la obra se arma por completo. Son los años 90 y estamos en la habitación de una niña que será la interlocutora de una niñera. Ese principio ordenador permitirá desplegar capas, complejidades y giros dramáticos. Se trata del primer texto teatral de la escritora Tamara Tenenbaum, en el cual explora una temática ya transitada por ella: la identidad de la mujer. Bajo el género de monólogo teatral, suma conflicto y tensión para que el público llegue al final sin perder la intensidad que propone.
Como pericia en la escritura, Tenenbaum construye un principio potente y que instala la situación: la niñera, interpretada por Violeta Urtizberea, le habla a la nena sobre la jerarquía de humillación del personal doméstico dentro de una casa de clase alta. La nena, el otro personaje implícito en la obra, será aludida en un gran trabajo de dirección de Andrea Garrote, ya que trabaja con la corporalidad de la actriz para proyectar distintos espacios imaginarios.
Urtizberea juega con su voz y su cuerpo: por momentos parece una nena que no registra a quién le habla y se pone a la altura de quien cuida y, en otros, se observa y se angustia.
Los relatos pasarán por las fantasías de esta chica estudiante de Biología, la falta de dinero, las proyecciones a futuro y también algún intento de relatar su experiencia, como si algo de eso pudiera ser tomado por esta nena. Hay para el final un planteo muy emocional y profundo sobre lo efímero de la memoria. Esta niñera que se sabe de paso, proyecta en esa nena una vida mejor, cómo si pudiera transmitirle por ósmosis sus propios dolores, para que ella pueda cambiarlo. Y,– sin embargo, sabe que es imposible y, ahí, en esa paradoja incontenible, esta obra gana en acción y vida.
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