Uzo Aduba: "Mrs. America cuenta la historia de cuánto podríamos haber avanzado y por qué no lo hicimos"
"No he llegado a ningún lugar en mi vida esperando que alguien me diera permiso". La frase condensa el espíritu de Shirley Chisholm, una de las pioneras de la política de Estados Unidos. Primera mujer negra elegida para el Congreso, primera mujer candidata a presidente de su país y primera mujer en participar en un debate presidencial. Sus encendidas palabras las pronuncia Uzo Aduba, la actriz que la interpreta en la miniserie Mrs. America, estrenada en Fox Premium el pasado lunes (disponible en forma completa en su app y en Flow y DirecTV Go) y que le valió a Aduba el Emmy a la mejor actriz de reparto en la ceremonia del domingo.
Aduba juega una de las escenas claves de su personaje junto a Margo Martindale, quien interpreta a Bella Abzug, otra de las presencias emblemáticas del movimiento feminista de los años 70. Riesgo versus pragmatismo parece ser la ecuación que combina los nombres de ambas mujeres: Chisholm es partidaria de romper con las convenciones para alcanzar la representación de su movimiento, como mujer y como afroamericana, y Abzug, decidida a celebrar acuerdos para alcanzar el poder. Esa es también la clave que presenta la miniserie creada por Dahvi Waller, que se ha convertido en una de los grandes éxitos de este año y que promete consolidarlo en su estreno en Latinoamérica.
El trabajo de Uzo Aduba consiste en explorar el rostro real detrás de aquella figura pública. "Desde el comienzo me pregunté qué significa ser la primera –explica Aduba en una entrevista con medios latinoamericanos a propósito del estreno de Mrs. America–. Es difícil abrir camino. Creo que ella se tomó el trabajo muy seriamente porque sabía a quiénes estaba representando: a la gente de su comunidad. Pero también eso puede ser una carga demasiado pesada". La convivencia entre los ideales y las frustraciones define constantemente la interpretación de Aduba, esencial en ese escenario de ascenso del movimiento feminista en las primarias demócratas antes de las elecciones presidenciales de 1972. "Varias de las claves de la cultura política en la que vivimos hoy en día se deben en parte a que no hemos progresado tanto como creíamos. O como la propia Shirley Chisholm hubiera anhelado. Lo que uno puede preguntarse es ‘¿cómo hubiera sido todo hoy si hubiéramos llegado más lejos de lo que lo hicimos?’. Y creo que de eso se trata Mrs. America. Cómo llegamos hasta aquí, cuán lejos podríamos haber llegado y no lo hicimos".
Las otras voces
Mrs. America cuenta la revolución de los 70 desde la otra vereda, desde aquella que representa Phyllis Schlafly como portavoz conservadora de la resistencia a la enmienda constitucional que consagraría la la igualdad de derechos. Pero, al mismo tiempo, la mirada de Davhi Waller intenta perforar las mitologías del feminismo, despojar a nombres como Gloria Steinem, Betty Friedman, Bella Abzug y la misma Shirley Chisholm del heroísmo que consagraron como pioneras para mostrar sus aristas humanas y contradictorias, las complejidades de aquella gesta que puso en juego ideales y compromisos, que se enfrentó a otras mujeres del mismo tiempo. En la misma entrevista Waller agrega una de las más claras lecturas de la serie: "Una de las razones por las que me interesaba contar esta historia a través del punto de vista de Phyllis Schlafly es porque creo que nosotros, y quiero decir los progresistas, tenemos que saber a qué nos enfrentamos. Tenemos que saber cuán fuertes son los movimientos de resistencia".
Que sea Cate Blanchett quien interprete a Schlafly no es casual. La decisión de Waller de diseccionar esas voces de resistencia, de comprender sus motivos y sus estrategias, parte también de la fuerza que Blanchett puede darle a su personaje y de la complejidad del grupo que se concentra a su lado. No solo se trata de humanizar a las líderes del movimiento feminista, revelarlas más allá de sus nombres en escritos y legados, mostrar lo duro de esa puja, los sentimientos puestos en juego, sino también mostrar los matices de quienes se oponía a lo que se conocía como "la liberación de la mujer". "Lo que me interesaba mostrar en la serie es que hay diferentes formas de ser mujer. Mostrar la ambición en sus diferentes formas, sortear los estereotipos tradicionales para representarla, explorarla en el contexto del hogar, de la vida profesional y en la arena pública. Mujeres que quieren hacer cosas, que se arriesgan a tomar decisiones, que se equivocan a veces, que aciertan otras, pero que enfrentan sus propios miedos".
Ser pionera
Uzo Aduba también fue una pionera. Es la única mujer que ganó el Emmy primero como mejor actriz de reparto de drama y luego de comedia por el mismo personaje, Susanne ‘Crazy Eyes’ Warren en Orange is the New Black. Fue un papel que le llegó cuando ya estaba decidida a dejar la actuación después de infinitas audiciones y roles menores. Fue el personaje que le valió el inmediato reconocimiento de la audiencia de la serie original de Netflix, en esa mezcla de inquietud y desamparo que despertaba Suzanne.
Luego apareció en varias películas como Tallulah (2016), con Ellen Page y Allison Janney, Pastoral americana (2016), debut en la dirección de Ewan McGregor –ambas disponibles en Netflix–, y Miss Virginia (2019), basada en una historia real, en la que interpreta a Virginia Walden, una madre soltera que luchó por un programa educativo para los sectores más vulnerables. Pero fue Mrs. America la que la trajo nuevamente al éxito y el reconocimiento. Encarnar a Shirley Chisholm fue no solo un desafío como actriz sino también un homenaje a su historia, como hija de una inmigrante nigeriana, como mujer en la industria de Hollywood, como idealista en un mundo regido por resultados.
"Creo que el trabajo más difícil de cualquier figura política consiste en equilibrar la necesidad de resultados electorales con el compromiso que requieren sus ideales", explica Aduba en relación a la tensión entre Chisholm y Bella Abzug por la nominación presidencial del Partido Demócrata. Es un momento clave para el personaje que la actriz encarna con notable firmeza, sobre todo porque expone su dilema interior respecto a cuál es la mejor decisión para el partido, para aquellos a quien ella representa, para su propio lugar en la política. Y requiere desentrañar no solo la voz pública de esa figura, a la que se puede acceder en sus escritos, en los documentales, en las entrevistas de la época, sino sus dudas, sus frustraciones, el retrato interior para el que no alcanzan las palabras.
Como concluye Aduba en la entrevista: "Abzug representa un costado de la discusión, el pragmático podríamos decir, el que conlleva alianzas y negociaciones. Chisholm cree en sus ideales. Y si lo pensamos hoy, cuando por primera vez una mujer negra se presenta como candidata a vicepresidente en las elecciones de noviembre, tiene aún más resonancia. Pasaron más de 50 años desde aquella decisión de Shirley Chisholm de ir como candidata de un partido mayoritario. Creo que ella abrió esa puerta, ese es su legado. Abrió la puerta para un montón de mujeres que no creían en sus posibilidades. Pienso no solo en Kamala Harris sino en Elizabeth Warren, Alexandria Ocasio-Cortez y todas las mujeres que siguieron los pasos de Shirley".
Es ese salto más allá de las expectativas de la sociedad, más allá de los límites que todo resultado impone, el que define a la Shirley Chisholm de Uzo Aduba.
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