Pablo Vierci, autor del libro en que se basó la película de Netflix, reflexiona sobre el renovado impacto de la tragedia de los Andes
Con el estreno en cines y en Netflix de La sociedad de la nieve, dirigida por el español Juan Antonio Bayona, se reeditó el libro homónimo del premiado escritor y guionista Pablo Vierci (Montevideo, 1950) en el que se basa la película. En su prólogo, el director cuenta que había descubierto el libro mientras se documentaba para el rodaje de Lo imposible, película de 2013 sobre el tsunami en el sudeste asiático de 2004. “Es uno de los relatos más impresionantes, inspiradores y reveladores que he leído nunca”, sostiene Bayona. La sociedad de la nieve (Planeta) se publicó por primera vez en 2008, en Sudamericana, al cuidado del entonces editor Pablo Avelluto, exministro de Cultura entre 2016 y 2019. “El libro tenía el doble de páginas y por recomendación suya lo corté a la mitad –recuerda Vierci–. Pablo me ha dicho que algún día se podrá publicar la versión original completa”.
Si bien narra una tragedia en la que murieron 29 personas y sobrevivieron apenas 16, La sociedad de la nieve tiene el pulso de un relato de aventuras y, como la película, dio lugar a interpretaciones existenciales, sociales y éticas. Para Vierci, que escribió un prólogo en el 50° aniversario del accidente aéreo, en 2022, las nuevas lecturas son posibles porque se trata de “una historia límite, extrema, en la cornisa misma entre la vida y la muerte, de jóvenes veinteañeros en el peor lugar imaginable y en la peor situación posible, planteándose los grandes interrogantes y misterios de la vida”.
La esencia de la historia reside en la fraternidad, sugiere el autor. “Si lo que predominó en esa sociedad de la nieve fue la hermandad, el concepto de que no hay salvación individual sino colectiva, hay que ponerle nombre y apellido –destaca–. Ocho chicos que dieron todo los primeros días, empezando por el capitán, Marcelo Pérez del Castillo, mueren en el alud. Y luego, en esa suerte de carrera de postas que es toda esta historia, mueren tres más. Pero se van pasando de mano en mano la antorcha de la vida para que algunos consigan atravesar las montañas y llegar al mundo civilizado, para contarles a sus familias qué fue lo que ocurrió. Todos reconocen que en esa zona límite entre la vida y la muerte, la realidad y la irrealidad, lo que te mueve y te obliga a continuar con vida a pesar de vivir en el infierno son tus seres queridos, el núcleo chico de los afectos”.
"El éxito de la película de Bayona, nominada al Oscar como mejor película internacional, se da en un contexto donde priman el “sálvese quien pueda” y la insensibilidad ante el dolor de los demás"
De 1972 a la actualidad, los “significados” de la tragedia de los Andes han ido cambiando. “Y la sociedad fue evolucionando con esos cambios, se fue superando –afirma Vierci–. Empezando por el tema de la necrofagia, que al principio sorprendió. En 1972 no existía el concepto de donación de órganos, de ‘vivir en otro’, cosa que hoy está completamente vigente y validada. Estos jóvenes fueron tan disruptivos que empujaron un proceso que en la medicina llegaría mucho tiempo después. Otro es la superación de maniqueísmos y estereotipos. No hay un solo tipo de heroísmo. Hay varios. El héroe clásico se mantiene y fortalece en esta historia, como en la hazaña imposible de Fernando Parrado y Roberto Canessa, y de Antonio Vizintín en los primeros tres días, de atravesar la cordillera de los Andes en esas condiciones físicas, sin saber nada de montañismo, y habilitar el rescate de los que aguardaban, languideciendo, en el fuselaje. Y el heroísmo de la contención psicológica, para evitar que los que viven en una constante pesadilla exploten, porque la muerte les pisa los talones”.
La sociedad de la nieve es una odisea que transcurre a cuatro mil metros de altura durante semanas y que protagonizan jóvenes. “Veinteañeros, con la vida en potencia –grafica Vierci–. Son ellos los que crean esta sociedad pautada por la compasión y la misericordia, los que nos enseñan lo que es la entrega, los que nos muestran para siempre que cuando al ego se le quitan todos los disfraces, lo que surge es un ser humano bondadoso”.
El éxito de la película de Bayona, nominada al Oscar como mejor película internacional, se da en un contexto donde priman el “sálvese quien pueda” y la insensibilidad ante el dolor de los demás. “El mensaje es el que nos cuentan los sobrevivientes y los que no volvieron a través de ellos –concluye el escritor–. Es una reconciliación con el ser humano. Esta historia ocurrió en pleno siglo XX, el de las mayores matanzas, las dos guerras mundiales y la bomba atómica. Cuando todos tendemos a creer que ‘el hombre es el lobo del hombre’, estos muchachos nos muestran lo contrario. La historia de los Andes funciona como un antídoto cuando creemos que todo está perdido. La esperanza es el sueño de los despiertos, dijo Aristóteles. Y esto es una prueba rotunda, verdadera, fehaciente, con testigos vivos, de que el ser humano, en su esencia, es por encima de todo generoso y bueno, y de que la bondad se entrena. Cuanto más sufrían, más bondadosos se tornaban los chicos de los Andes”.