La corrupción, las divisiones y la inflación son flagelos de larga data en la Argentina; lo confirman los primeros reportes a la Secretaría de Estado, hace 200 años
Este año se cumple el bicentenario del inicio de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la Argentina. El primer representante diplomático estadounidense en nuestro país fue Caesar A. Rodney. Llegó a la Argentina en 1823. Tomó su gestión con entusiasmo, pero la pudo ejercer menos de un año: falleció, producto de una dolorosa enfermedad.
Pese a su breve permanencia en el país, dejó una impresión muy favorable en Buenos Aires. Tal es así que la provincia de Buenos Aires erigió un monumento en su recuerdo, que está en la iglesia anglicana, a dos cuadras de la Plaza de Mayo. Tras la muerte de Rodney, lo sustituyó el diplomático John Murray Forbes, quien ejerció misiones primero comerciales y luego diplomáticas.
"Entre 1826 y 1830 se produce el primer default de la deuda pública contraída con la Casa Baring de Londres"
En esos tiempos la depreciación de la moneda no era un hecho nuevo en la Argentina y Forbes da fe de ello. En 1826 –había llegado al país en 1820– invierte todos sus ahorros en la compra de la “quinta del Socorro”, que ocupaba la manzana que hoy está entre las calles Juncal, Libertad, Arenales y Cerrito, entonces inexistente. Era una propiedad que estaba en los suburbios de la Ciudad. Cuando la compra, el peso está en 28 peniques en moneda británica. A fines de 1827 ya cae a 14 peniques; es decir, que en un año la quinta ha perdido la mitad de su valor. Sigue bajando los dos años siguientes y llega a 10. Finalmente, en 1830, año en el que fallece el representante diplomático estadounidense, su valor ha caído hasta los 6 peniques por peso: el valor de reventa de la quinta es un quinto de lo pagado cuatro años antes. Forbes fallece sin ahorros ni herencia que dejar a sus sobrinos. La casa es vendida en 1832 a “precio vil” por 14.000 pesos. La compra el Coronel Ángel Pacheco, granadero de San Martín y general de Rosas.
"Es evidente que la llamada grieta existía, quizás aun con más intensidad que ahora, hace dos siglos"
¿Qué había pasado? Entre 1826 y 1830 se estanca la guerra con el Brasil, que consumía las rentas públicas, cae la presidencia de Rivadavia –que era bien vista por “los mercados” de la época– se produce el primer default de la deuda pública contraída con la Casa Baring de Londres, Lavalle fusila a Dorrego y el país se precipita a un sangrienta guerra civil entre Rosas, que asumió la gobernación de Buenos Aires y es aliado del Litoral, contra el interior del país liderado por el General Paz. No era el marco de estabilidad y seguridad que ya en ese tiempo requería la economía.
El mismo Forbes, algunos años antes, el 1° de octubre de 1822, informa por escrito al secretario de Estado, el después presidente John Quincy Adams, sobre la situación política que se vive en Buenos Aires a causa de la oposición a la reforma eclesiástica que lleva adelante el gobierno, cuyo funcionario más importante era Bernardino Rivadavia. Forbes relata que ha salido un periódico que responde al gobierno en forma encubierta: “El título de la hoja es ‘La Lobera del año veinte’. Han salido varios números, algunos de los cuales enviaré para darle una idea de lo que es la licencia grosera de la prensa. Los frailes son designados con todos sus nombres, lo mismo que el de sus queridas e hijos, se les acusa abiertamente de homicidios, robos, embriaguez y libertinajes de toda especie”.
También cuenta: “Por el lado opuesto ha aparecido otra hoja violenta llamada ‘La verdad desnuda’, que trata severamente a Rivadavia y sostiene que habría que peticionar al gobierno para que fuera a hacer compañía en la prisión al Dr. Tagle y al coronel Vidal. La prolongación de esta guerra despiadada de palabras, si no resulta en un verdadero pugilato, tendrá que convencer a ambas partes que es necesario imponer alguna cortapisa a esta especie de libertad de prensa”.
Es evidente que la llamada grieta existía, quizás aun con más intensidad que ahora, hace dos siglos. Las raíces de ella se hunden muy lejos en nuestro pasado.
El 7 de octubre, una semana después, Forbes escribe otro informe para el secretario de Estado: “Hace pocos días se descubrió una escandalosa defraudación en la Aduana. Una gran cantidad de mercaderías depositada en uno de sus galpones ha sido retirada subrepticiamente por el señor Ambrosio Lezica, gran maestre contrabandista, cuya influencia corruptora tenía a los gobiernos anteriores en una especie de dependencia, habiendo sido la eminencia gris en más de una revolución. Ha sido detenido y el sector más sano de la comunidad clama por un castigo ejemplar contra este delincuente empedernido”.
Tenía lugar hace 200 años un caso de corrupción que causó un gran impacto, pero el castigo ejemplar no se produjo. Esto muestra que la corrupción vinculada al Estado, en este caso a raíz del contrabando, no es un hecho nuevo en la historia argentina.
Cabe señalar el detalle con el que el diplomático informaba al secretario de Estado, quien leía los informes. Pese a la distancia y el desorden político-institucional, la Argentina era entonces una referencia de interés para la diplomacia estadounidense.
El país se fue corrigiendo en los años subsiguientes. Tres décadas después, en 1853, durante el gobierno de Urquiza, se sancionó la Constitución Nacional, la primera que rigió en todo el país y cuya estructura básica se conserva hasta hoy. Seis décadas más tarde, en el primer período presidencial de Roca, se sanciona la ley de educación gratuita, laica y obligatoria, y nueve décadas después de los hechos relatados, la ley del voto universal, secreto y obligatorio, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña. En un siglo, la Argentina logró una evolución notable.
En la década del 30, el país tenía todavía un destacado desempeño económico. En su libro de sobre la gestión económica de Pinedo y Prebisch durante esos años, Juan Carlos de Pablo compara el desempeño que tuvieron, frente a la crisis mundial precipitada por el colapso de Wall Street, los miembros del actual G20 y la Argentina, que se recuperó más rápido que el promedio de esos países. Todavía nuestro país mostraba una economía vigorosa.
La relación bilateral entre Estados Unidos y la Argentina se ha mantenido a lo largo de 200 años con una solidez singular. Nunca hubo una ruptura de relaciones, un retiro de diplomáticos o una confrontación. Erróneamente, la historiografía ha construido una interpretación de desavenencias en tres momentos específicos. Pero, en realidad, fueron muchos más los momentos de coincidencia que los de divergencia.
Rosendo Fraga es director del Centro de Estudios Nueva Mayoría