
Mitre, ligado desde joven a la prensa de la región
El fundador de La Nacion concebía la acción política muy vinculada al mundo de los periódicos y el debate de ideas
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Bartolomé Mitre unió definitivamente su nombre al periodismo argentino por ser el fundador del diario LA NACION, en enero de 1870. Sin embargo, su participación en el mundo de la prensa proviene de muchas décadas más atrás y por su actuación en varios países, en paralelo a su formación política, literaria y militar.
Sus comienzos en la vida política rioplatense comenzaron en Montevideo. Allí, a temprana edad, se comprometió con la causa antirrosista.
Intervino en las batallas de Cagancha (1839), Arroyo Grande (1842) y en la defensa del Sitio de Montevideo (1843), bajo las órdenes del general Fructuoso Rivera. A partir de 1837, comenzaron las primeras publicaciones del joven Mitre. En esta primera etapa, publicó poemas y críticas teatrales en El Diario de la Tarde y, posteriormente, en el periódico El Iniciador, fundado por Andrés Lamas y Miguel Cané.
Estos momentos de su vida estuvieron vinculados con la escritura y su formación militar en el arma de artillería. Con el correr de los años, si bien nunca abandonó la poesía, se observa en Mitre un mayor grado de madurez intelectual al abordar otro género de trabajos. Estos fueron desde material para la formación de los futuros artilleros –como la redacción de la Instrucción práctica de artillería– hasta las primeras incursiones en uno de los registros que lo consagraría definitivamente, el género biográfico.
En 1845, el periódico El Nacional de Montevideo publicó su primera biografía, dedicada a José Rivera Indarte. Su abanico temático se expandió y escribió así sobre tácticas y estrategias de guerra y también sobre las formas de gobierno y sus necesidades más urgentes. El periódico La Nueva Era de Montevideo publicó su artículo “Necesidad de la disciplina en las repúblicas”.
Luego de su obligado destierro de Montevideo y de su frustrado intento de unirse al ejército del general José María Paz, en la provincia de Corrientes, sus intereses e ideales lo llevaron a Bolivia a partir de vínculos con el general boliviano Guiliarte. En la república liberal del presidente Ballivian, Mitre asumió diversas responsabilidades.
Fue designado director del Colegio Militar, en donde también redactó un tratado para el arma de artillería. Participó de las batallas de Vitiche y Lalava a las órdenes del general Ballivian, y al mismo tiempo fue uno de los fundadores de la Sociedad Patriótica de Bolivia. Estas actividades no estuvieron separadas de su participación en la prensa.
Allí se le encargó la dirección del periódico La Época, propiedad de Wenceslao Paunero. Con los sucesos revolucionarios que dieron por tierra al gobierno de Ballivian, inició un nuevo destierro. Esta vez el destino final sería Chile, un país que ya albergaba a un gran número de exiliados antirrosistas.
Cuando Mitre llegó a Valparaíso en abril de 1848 a instancias de Juan Bautista Alberdi, contaba con 26 años, estaba casado con Delfina Vedia y tenía tres hijos que residían en Montevideo. Acumulaba en su bagaje experiencias en la prensa, políticas y militares importantes. Sin embargo, existe cierto consenso en que fue en su estancia chilena, en ese laboratorio político de grandes debates y de intercambio intelectual, donde alcanzó su madurez política.
Esta etapa de la vida política chilena, conocida como la de los “pipiolos” (jóvenes liberales entre los que se destacaba José Victorino Lastarria) y de los “pelucones” (sectores conservadores que respondían al ministro Montt) fue un momento de gran formación en el campo de la prensa. En mayo de 1848 se le había encargado la redacción del diario El Comercio de Valparaíso, y al año siguiente, la dirección del diario El Progreso, fundado por Sarmiento en 1842. Allí comenzaron a publicarse con más asiduidad sus miradas políticas y sus posiciones liberales con respecto a la democracia popular y a la república, influencias no solo generacionales, sino también fruto de los coletazos de la Revolución francesa de febrero de 1848 y de sus postulados por mayores grados de libertad y de igualdad.
El artículo publicado el 24 de octubre de 1849 en el diario El Progreso, titulado “Revolución”, hacía referencia a la importancia de las instituciones políticas en el manejo de las “pasiones” del pueblo. La experiencia acumulada y su pragmatismo le indicaron que si no existía una “revolución desde arriba” que habilitara las instancias de participación y de acuerdos, las pasiones políticas abrirían los temidos caminos hacia la “anarquía”, dando por tierra los proyectos de estabilidad y de elaboración de grandes consensos.
Este romanticismo político tan profundo, que marcó a un gran número de jóvenes de su tiempo, fue tejiendo un arco cada vez mayor de solidaridad a través de los escritos en la prensa en distintas ciudades americanas, convirtiendo a los periódicos y los folletos en una de las grandes potencialidades transformadoras de mediados del siglo XIX, junto con las prácticas electorales, la participación cívica en las milicias y la educación en general.
Desde abril de 1848 hasta octubre de 1851, momento en que se embarcó junto con Sarmiento y a Paunero para integrarse al Ejército Grande al mando de Justo José de Urquiza, Mitre dirigió y estuvo a cargo de la redacción de periódicos que fueron delineando un pensamiento político vinculado con una democracia popular que avanzara en la conquista de mayores niveles de igualdad. Era el contenido que estimulaba para la acción política en una república y una sociedad respetuosa de la ley. Ya actuaba como un hombre de Estado.
En El Progreso publicó, el 23 de junio de 1849, una columna titulada “Sistemas y específicos”. Se trataba de una nota en donde enfatizaba sobre la importancia del orden legal y de las ventajas de poseer un marco de sostenibilidad política que posibilitara la modernización social como base del progreso. Caído el régimen de Rosas, se ocupa de la dirección periódico Los Debates. Este reproduce, el 19 de junio de 1852, la misma nota “Sistemas y específicos”, pero de manera mucho más extensa y dirigida específicamente a Urquiza. En ella no solo retomaba las ideas principales de la columna publicada años atrás en Chile, sino que además interpelaba al vencedor de Caseros con vistas al objetivo de los grandes acuerdos nacionales por la vía de la institucionalidad.
La novedad en esta ocasión fue que su comentario periodístico estuvo precedido de una cita, nada inocente, de Saavedra, que decía: “Impía e imprudente doctrina la que manda tener abiertas las causas de desunión, para comenzar la lucha cuando convenga. Más sano es el consejo del Espíritu Santo: que busquemos la paz y la guardemos”.
Al igual que muchos de sus compañeros de ideas y de acción, no era posible para Mitre concebir la actividad política escindida del mundo de los periódicos. Por el contrario, era menester poseer una opinión en la prensa que fuera amplificada por los lectores y la naciente “opinión pública” en muchas ciudades del mundo. De este modo, se contribuiría al mejoramiento de las ideas de los debates y de la afirmación de las repúblicas, aún cuando éstas debieran esperar para transformarse en realidades en los territorios americanos.
Investigador del Museo Mitre






