Reseña: El fantasma y la señora Muir
Comedia inglesa con notas tiernas y espectrales
Son legión las películas de mediados del siglo XX basadas en libros (Rebecca) o en obras de teatro (Luz de gas) que, más allá de su éxito meteórico o sus méritos, relegaron con su ubicuidad los originales escritos. El fantasma y la señora Muir, de R. A. Dick (1898-1979), tuvo su pasaje a imágenes en una película homónima de 1948, filmada por el prolífico Joseph Mankiewicz, en la que actuaron Gene Tierney y Rex Harrison. No es de las cintas más revisitadas. Quizá por eso la gracia de su fuente de inspiración no se vea alterada por el recuerdo indeleble de lo que se fijó en la pantalla.
La novela de R. A. Dick, pseudónimo de la irlandesa Josephine Campbell Leslie –que todavía se amparaba, como tantas autoras, en un alias vagamente masculino– es una clásica comedia con guiños costumbristas y el toque fantástico al que eran afectas las novelas inglesas de la época. Joven viuda con dos hijos, Lucy Muir está cansada de las deudas y de que los que la conocen, tras la muerte de su marido, “aquel rectísimo miembro de la iglesia”, la traten con una condescendencia que roza el ninguneo. Decide mudarse entonces a un pueblito costero en apariencia desabrido, donde –le hacen descubrir los rumores– hay una casa embrujada por la que vaga el antiguo dueño de la casa, un capitán al que no le gusta ser importunado. Por supuesto, la protagonista lo hace, y a partir de allí la historia derivará hacia un territorio entre tierno y fantasmal, de esos que en la narrativa conserva una ingenuidad a los que el cine siempre supo sacarle su mejor partido.
El fantasma y la señora Muir
Por R. A. Dick
Impedimenta. Trad.: Alicia Frieyro
216 págs./$ 2050