Reseña: Japón eterno, por Amélie Nothomb
Durante mucho tiempo los libros de la belga Amélie Nothomb (1967) aseguraban que había nacido en Kobe. Era un dato fake, pero tenía una razón de ser: hija de un diplomático, hasta los cinco años había vivido en Japón, país que debido a aquella experiencia, como asegura ahora, es parte de su « mitología personal ».
Nothomb publica religiosamente una novela por año y, aunque alguna tiene escenario japonés (Estupor y temblores, que habla de su retorno al país a los 21 años), es en su concisión de estilo donde fulgura de manera casi inadvertida ese rastro biográfico. Pero Japón eterno. Viaje bajo las flores de un mundo flotante es otra cosa: no es un novela, ni está “escrito” en sentido clásico. Reproduce los podcasts que la escritora realizó con Laureline Amanieux y es el volumen que Nothomb se debía para expresar su amor irrevocable por toda una cultura.
De ese modo, en diálogo con Amanieux, pero también con otros especialistas, la autora se pasea por algunos de los núcleos de ese mundo. Así se habla de manera minuciosa del sintoísmo, del budismo zen o del arte del haiku, explorando de cerca a Basho o Yosa Buson, por nombrar a los dos mayores cultores de esa forma breve. También hay capítulos dedicados a los samurais, el teatro nõ, lo sobrenatural en la literatura japonesa y –algo clave– “el camino de la elegancia” en la cultura japonesa, como el kõdõ, el arte de oler fragancias. Magníficamente ilustrado, Japón eterno, bajo la guía de Nothomb, no es una introducción académica, sino sensible, erudita, que permite adentrarse en un mundo por completo formidable.
Japón eterno
Por Amélie Nothomb
Anagrama
Trad.: Pilar Gónzalez Rodríguez
356 páginas, $ 45.900




