Reseña: La máquina del amor sagrado y profano, de Iris Murdoch

Cuando se cumplió el centenario de Iris Murdoch (1919-1999), apenas hubo notas en estas latitudes que la recordaran. Es, sin embargo, una de las autoras británicas fundamentales, artífice profusa de 27 extensas novelas, Formada en filosofía, y especialista en Jean-Paul Sartre, sus libros están teñidos de un clima existencial ajeno al de sus contemporáneos anglosajones. Desde Bajo la red (1954), y pasando por El mar, el mar (1978), su novela más famosa, dio forma a una narrativa donde lo filosófico aparece en sordina, lo que le da a sus tramas un tinte lejanamente alegórico. El bien y el mal, la pasión y la moral, la fuerza de lo inconsciente son los ejes que estructuran sus libros.

Un poco de todo eso se esconde detrás de un título tan singular como La máquina del amor sagrado y profano (1974), que alude a un cuadro de Tiziano, donde los sueños de los personajes son recurrentes. Murdoch es de tranco largo: rodea, con una prosa minuciosa, la conciencia de sus personajes, pero también es capaz de diálogos de muchas páginas, que operan como contraste. Así logra una extraña coralidad. En esta novela hay en el centro dos personajes masculinos, Montague Small, escritor de policiales recientemente viudo, y su vecino, Blaise Gavender, un psicoterapeuta sin título, en conflicto con su trabajo. Casado con Harriet, Gavender tiene también una amante, lo que dispara un juego de dobleces permanentes. Small, apelando a la ficción, ayuda a que el affaire persista, creando una complicidad ambigua. La máquina del amor… es una comedia oscura, pero de alcances profundos: una perfecta puerta de acceso al arte de Murdoch.

La máquina del amor sagrado y profano

Por Iris Murdoch

Impedimenta. Trad.: C. Batlles

418 páginas, $ 7950