
Reseña: Las vestidas, de Vera
Ambientada en la década de 1990 en la ciudad de Buenos Aires, todavía con algunos restos de bohemia que el neoliberalismo pronto dejaría atrás, la nueva novela del escritor argentino residente en Estados Unidos, Hernán Vera Álvarez (Buenos Aires, 1977), que firma como Vera, se puede leer como la recreación de la propia biografía del autor. El narrador es un joven que deja la universidad para formarse como periodista en redacciones de revistas y, sobre todo, en las calles porteñas. Cuando le encargan cubrir la noticia del asesinato de una travesti, su vida da un giro inesperado al conocer a Malena en el bar Las Vestidas. Sin muchos preámbulos, inicia su primera relación con una “traviesa”.
Mientras la educación sentimental prospera con lecturas, ágapes, caminatas nocturnas y encuentros sexuales regados con alcohol y cocaína, inicia un noviazgo con Estela (“cumplíamos con esmero la rutina de las parejas mediocres”); este romance es más público que el que mantiene con Malena, pero igual de perecedero. “Me había movido entre dos mundos y ante mí tenía la prueba de que no podía hacerlos compatibles”, razona cuando una amiga travesti los ve juntos en un “telo”.
Con una sensibilidad que troca el entusiasmo por amargura, la novela ahonda en las huellas que la desocupación, la corrupción política y el “reviente” menemista imprimieron en la subjetividad de una generación que, o bien optó por el éxodo (como el autor), o bien por la revuelta. La violencia policial, la epidemia del sida e incluso el modo en que los mecenas culturales “lavaron” culpas y fortunas aparecen en el retrato de una época que un amigo del narrador define como “carnaval traidor”.
Las vestidas
Hernán Vera Álvarez
Mansalva
112 págs.; $ 24.000








