Reseña: Un médico, de Ricardo Coler
Un antihéroe involuntario es el protagonista de Un médico, novela de Ricardo Coler (Buenos Aires, 1956). Podría ser un héroe a secas y tiene las oportunidades que la vida le sirve en bandeja para lograrlo, pero siempre las echa a perder. Viajes, familia, congresos, novias, excelencia en el quirófano: todo se termina por derrumbar. Quizá sea cierta predilección instintiva por salirse de la corrección política, algo que le interesa en particular al autor del libro, también él médico. El personaje de esta historia sueña con estar acompañado por una rubia sueca estereotipada, se queja amargamente de su novia socióloga (que “de cara no es tan linda”), participa de congresos, opera a escondidas para hacer un favor, convierte en amante a la viuda de un paciente y dice que los verdaderos judíos son los palestinos.
El cóctel narrativo se sucede en capítulos vertiginosos, que no condescienden a la descripción minuciosa de eventos ni de personalidades. “No es que esté en contra de los laboratorios”, dice de vez en cuando el protagonista de Un médico, mientras desnuda algunas de las miserias corporativas, pero sin regodearse, ni en plan “mirá lo que te estoy contando; son diabólicos”.
Coler es autor de crónicas que tuvieron singular éxito con títulos como el inaugural El reino de las mujeres (2005), y posteriormente Eterna juventud, resultado de viajes a los puntos del planeta donde proliferan las personas centenarias. La profesión de médico parecía más bien ausente en sus obras más periodísticas, pero ya se había colado en su novela anterior, A corazón abierto (2017), en la que figuraba –como en Un médico– un hallazgo que podía cambiar el rumbo de la medicina, pero al que se oponían los intereses de los poderosos, en la línea del thriller.
Un médico es una de esas historias que se leen de un tirón, que tiene momentos de ironías y sutilezas, y que alimenta la categoría de literatura de médicos escrita por médicos. ¿Demuestra que hay una mirada médica de la vida, de la literatura, un filón para ideas conspirativas contadas desde adentro, incluso como al pasar? No necesariamente. Sí prueba que hay médicos que son modelados por la medicina, pero a los que la medicina –sus límites, sus estrecheces de miras– les queda de alguna manera chica y por eso deciden ir más allá. No faltan profesionales que creen que por escribir historias clínicas saben escribir o están en condiciones de hacerlo, pero pocos pueden salir de esa trampa de bronce que, para el ego, representa la medicina y el hecho de tener cuerpos y vidas a su merced. Los que logran escaparle a esa trampa, cada uno a su manera, lo hacen con estilo. No faltan ejemplos, de Arthur Conan Doyle a Oliver Sacks; de Chéjov a Robin Cook o Michael Crichton. Y también, con su pulso narrativo, el porteño Coler.
Un médico
Por Ricardo Coler
Planeta
216 páginas, $ 3700