
Villa Lola renace en Adrogué y se llena de libros
Ligado a la historia del barrio, el edificio histórico hoy es librería y centro cultural
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Cruje el portón de hierro mientras Teresa, la dueña de casa, nos invita con su sonrisa anfitriona a pasar. Una frondosa vegetación no deja apreciar en detalle la mítica casona que asoma de fondo. Tan clásica, con ese estilo europeo, imponente. Para mí es como entrar a un cuento.
De la mano de mi madre, mis ojos de niño se hacen un festín en este paraíso escondido en el corazón de Adrogué. Los tres caminamos por ese patio inolvidable, esquivando bustos, sillones de época, objetos de decoración dignos de un museo y tantas otras maravillas ante las que mamá se detiene a observar e imagina cómo se lucirían en algún rincón de nuestra casa. Elige, después de un buen rato, una mesa de mármol que pesa más que todos los adoquines que visten a la ex calle Canale, ahora Intendente González.
La visita a lo de la anticuaria Teresa Rimmassa nunca es breve. Nos sentamos a degustar un té en el parque de este sitio de película. Allí se han filmado recordadas obras de arte del cine argentino como Boquitas pintadas y La casa del ángel. Las mujeres charlan y charlan, pero este bosque me atrapa, tanta historia late en este lugar que no permite que me aburra. Disfruto venir a lo de Teresa, quizá porque es de esos ratos que comparto tan cercanamente junto a mamá, en el que las horas y los minutos se toman vacaciones.
En una de esas tardes sin tiempo que añoro, todavía me veo junto a mamá y a la dueña de este anticuario que es parte de la historia de este pueblo único del sur del Gran Buenos Aires. Y que hace muy poco, apenas cuarenta y pico de años después, reabrió sus puertas. Y descubro que se llama Villa Lola, que siempre se llamó así, pero para mí era la morada de Teresa Rimmassa y de los muebles que mamá amaba.
Villa Lola cambió de rubro, ya no es una casa de antigüedades, sino una librería de esas que ofrecen mucho más que libros. Me emociona y conmueve la transformación, imaginarme que los libros que escribí podrán tener espacio dentro de este palacio y hasta codearse en esas bibliotecas con un tal Jorge Luis Borges. Que esta casona mágica que tiene 153 años de existencia, que incluso está aquí antes de la fundación del Partido de Almirante Brown, haya sido reacondicionada, preservada y cuidada con el amor que requiere el patrimonio histórico de Adrogué y vuelva a tener vida es un regalo soñado.
Tuve el honor de haber sido invitado a la inauguración, de compartir esa fiesta junto a las personas que más quiero, reencontrarme con tantas caras conocidas, vibrar al lado de vecinas y vecinos de este pueblo. Embriagados de emoción, fuimos testigos afortunados del presente que nos obsequia este proyecto ambicioso que apuesta a crecer y a regar de cultura nuestro Adrogué. En una noche en la que hasta a la luna se le piantó un lagrimón, entre brindis y abrazos, observamos cómo se levantó el telón.
La librería, un proyecto liderado por Alfredo Caputo, exdirector de Paidós y Gedisa, está ubicada en Intendente González 921, frente a la plaza San Martín y a metros de la estación del tren.
Ahora puedo sentarme nuevamente en ese patio a escuchar música mientras me pierdo en un libro y me tomo un café de autor. Villa Lola renace. Y de alguna manera también, el recuerdo imborrable de aquellas tardes junto a Teresa y mamá.
@nacholopezescribe






