De inmigrante ilegal a empresario exitoso: reinventó la forma de tomar mate y vende 10 mil termos por mes
A los 12 años, Dante Choi llegó de su Corea del Sur natal, vivió en Fuerte Apache junto a su familia y cursó la secundaria como oyente porque no tenía documentos
El inmigrante coreano que diseñó el primer termo que calienta el agua para mate partió de un estrepitoso fracaso hasta que dio con el producto innovador que es un récord de ventas. Su empresa despachó más de 200 mil unidades desde que se lanzó el eTermo al mercado. Dante Choi conoce desde chiquito el significado de la palabra superación. Por eso, cuando la pava eléctrica que supuso iba a revolucionar la manera de tomar mate fue rechazada –por el peso y por el ancho pico vertedor que inundaba la infusión– entrecerró los ojos, respiró hondo y siguió adelante.
Como en esta entrevista, donde sus ojos se cierran con gesto fruncido durante varios momentos. En su oficina de Palermo, un búnker luminoso con equipamiento de diseño, Dante atesora una colección de discos de vinilo de música clásica. Pero, además, consolas profesionales, parlantes y dispositivos que son piezas de museo. Válvulas, perillas, y un cepillo especial para limpiar el disco de pasta antes de que Mozart lo inunde todo. O Bach, tal vez, cuya obra monumental Pasión según San Mateo forma parte de la banda de sonido de su vida. Y a la que vuelve, siempre que pasa momentos muy difíciles.
El empresario al frente de Peabody, la compañía de electrodomésticos que compró en 2004, pasó hambre, llegó al país como inmigrante ilegal, se fundió económicamente. Y se divorció. Ante cada dificultad recurrió a Bach: “Me produce mucho sosiego, me invita a reflexionar sobre la cuestión del despojo”, señala el hombre que de niño, a los 12 años, llegó de su Corea del Sur natal, vivió en Fuerte Apache junto a su familia y cursó la secundaria como oyente porque no tenía documentos.
La familia Choi, mamá, papá, hermano y Dante, escapó de una opresiva dictadura militar. “Después de cantar el himno recitábamos un preámbulo que hablaba de sacar al pueblo del hambre, lograr su grandeza y sacrificarse por el país. Luego de eso a clases de matemática. Y en casa, horas con el ábaco”, recuerda Choi, padre de dos hijos: Pilar, arquitecta y coordinadora de los concursos de diseño de la empresa, y Theo, 4 años, futuro astrónomo, de su matrimonio actual con Eugenia, licenciada en Comercio Internacional y directora de la compañía.
“A Theo no le gustan los cuentos que queremos leerle a la noche. Prefiere historias de agujeros negros y relatividad para niños. Dibuja los planetas, se sabe las lunas galileanas y se pasa horas mirando el cielo con sus binoculares. Su sueño es conocer la Torre de Pisa, donde Galileo Galilei realizó su famoso experimento sobre la caída libre de los elementos”, dice el coleccionista de vinilos, 57 años, flamante Inmigrante Destacado, según el diploma enmarcado que cuelga de una de las paredes de su oficina. Otorgado por el Ministerio del Interior en septiembre de este año, Choi lo recibió con agradecimiento y volvió a entrecerrar los ojos. Lo vivió como una reparación histórica aunque apenas sea un papel membretado de buen gramaje.
Hoy el cuadro ocupa un lugar destacado en su biblioteca y desde ahí funciona como enmienda por los años que le tocaron vivir en la época más oscura del país, cuando la dictadura militar argentina impuso códigos de violencia y represión que, hasta 1983, le dejaron una marca indeleble. La de la ilegalidad. Con la llegada de la democracia, una carta enviada de puño y letra a Raúl Alfonsín, el presidente electo, logró destrabar la detención de su papá Man Young en la Prefectura y dar vuelta la página familiar. “Si no hubiese sido por Alfonsín mi papá, que falleció hace siete años con 92 inviernos encima, jamás hubiese vivido en democracia. Escapamos de Corea de una dictadura y llegamos a otra”, enumera Choi, que estuvo 15 años al frente de la compañía coreana Daewo.
Como un rompecabezas, este diploma se suma a los fragmentos de identidad que integran una colección más acotada que los más de 15 mil vinilos de música clásica a los que vuelve cada vez que se pierde. En tren de desandar recuerdos y remover el pasado, Dante atesora un utensilio milenario que funciona como una brújula. Se trata de un cucharón trabajado a mano en metal. Palmo a palmo esa mínima unidad cóncava con su mango alargado resume buena parte de su adn.
En la recepción de Peabody el cucharón domina la entrada desde una fotografía artística de grandes dimensiones. Ya en su búnker, otro cuadro con el mismo objeto revela que tiene su propia historia. “Lo talló mi papá cuando fue esclavo de guerra, perseguido por cristiano y anticomunista. Estuvo confinado en una isla al norte de Japón, trabajando en una mina de carbón durante tres años sin poder ver el sol.
Sobrevivió, atravesó 3500 kilómetros y volvió a su pueblo, donde por la reforma agraria lo perdió todo”, señala Dante sobre su papá y su cucharón. El objeto, con alta carga emocional, es su fuente de inspiración: “Como empresario puedo decir que es un gran producto, sustentable, de excelente calidad. De diseño simple, que surgió como un desafío que resulta inspirador para impulsar el camino a realizar algo superior. En casa lo seguimos usando”, remarca y vuelve a entrecerrar los ojos.
Entre sus orgullos, el termo que calienta el agua y vende 10 mil unidades por mes, recibió premios de diseño internacionales y se suma a la lista de logros. Y diplomas enmarcados. El eTermo surgió de la primera edición del Premio Peabody, un concurso de diseño nacional que convoca a estudiantes avanzados y ya va por la segunda edición. El desarrollo del termo cuya tapa es el mate y viene con bombilla incorporada llevó cinco años de ajustes. Y obtuvo su recompensa: ganó el Red Dot Awards (el reconocido galardón internacional) en las categorías: electrodomésticos y productos innovadores. También fue seleccionado por el Sello de Buen Diseño argentino, el programa nacional que destaca la innovación, la calidad de diseño y el posicionamiento en el mercado.
Dante Choi sube el volumen de una de las bandejas hidráulicas y ajusta el sonido de los parlantes ingleses de los años 50, los mismos que se usaban en los cines de esa época. Suena una sonata de Mozart que interpreta el concertino argentino Alejandro Rutkauskas, amigo de la familia, integrante de la Sinfónica de Frankfurt. Y como el juego de las mamushkas rusas, el empresario devela otra capa más de su pasado: fue conductor de un programa de radio en FM Cultura Musical. Desde el 2000 y hasta 2009, Dante seleccionaba cuidadosamente qué vinilos llevar a la radio. “Catalogados, embolsados y en sus versiones originales. Nadie tenía ese material disponible”, dice con orgullo.
A Corea no viaja hace más de siete años, cuando visitó a familiares lejanos y comprobó, una vez más, el engranaje de una sociedad híper competitiva. La misma que retrató Martín Caparrós en el libro Pali Pali (Editorial Planeta), donde perfora la vida cotidiana y retrata la situación social y económica. “No lo vas a conseguir en ningún lado”, advierte: “Compré los 2 mil ejemplares para regalar entre empresarios y amigos. Si bien tiene un tono socarrón, su percepción es correcta. Aunque renegué mucho de mi nacionalidad, hoy valoro muchísimo el sentimiento de esfuerzo y sacrificio de la sociedad coreana”, aclara.
Además de reconsiderar aspectos de la vida en Corea, Choi recupera sus costumbres culturales y gastronómicas cada vez que se le presenta la oportunidad. En lanzamientos, presentaciones o festejos, el patio de la empresa huele a comidas típicas. Sin embargo, Choi prefiere el mate al soju, la bebida de arroz destilado más tradicional. Al empresario –hincha de Rácing de Córdoba– le gusta bien amargo, cebado con su eTermo color rojo.