Las fotos insólitas del conurbano bonaerense que ganan seguidores en las redes y surgieron con una tormenta
The Walking Conurban es una idea de amigos que le ponen relato a las escenografías que habitan en el Gran Buenos Aires, con la idea de reivindicar el conurbano
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El panorama era desolador. El 4 de abril de 2012, entre las 19.30 y las 21.30, una tormenta y cuatro tornados azotaron Buenos Aires llevándose víctimas y dejando desgracias imborrables. La mañana siguiente al vendaval, Diego Flores, Ariel Palmiero, Guillermo Galeano y Ángel Lucarini habían planeado ensayar para su modesta banda de rock. No tenían dudas porque, más allá de que la tormenta había pasado, el trayecto les demandaba 10 minutos. Sin embargo, demoraron más de una hora en llegar.
En aquel tiempo posdiluvio, los cuatro vivían en Berazategui. El recorrido hacia la sala de ensayo les pareció extraído de un escenario posapocalíptico. Entre algunas anécdotas y escenas dantescas, fue justamente el puntapié para darle forma a una inquietud que comenzó como un juego, pero hoy tiene casi 430 mil seguidores en Instagram y cerca de 75 mil en Twitter.
“No fue una idea muy pensada ni debidamente diseñada –relata Diego, que trabaja como productor de contenido–, es un proyecto grupal de amigos que nació luego de ese momento y de algunas charlas de sobremesa en las que debatíamos sobre lo particular del conurbano y de cómo sería un escenario perfecto para una película de ciencia ficción. Invadido por zombis, extraterrestres, vikingos, víctima de huracanes e inundaciones nunca vistas fueron algunas de las ideas que salieron y, a través de la creación de esos futuros distópicos, comenzamos a pensar al conurbano como una unidad: dónde nos esconderíamos, dónde se guarecería la resistencia, dónde habría refugios…”
Con algunas fotografías insólitas que abonaban la construcción de esos escenarios, y algunos epígrafes como buen guion, decidieron subirlos a Instagram usando la red como bitácora. Para que lo que habían detectado se guardara en algún sitio.
“Comenzamos a sacar fotos de lugares abandonados, derruidos, re-apropiados por la naturaleza, y nos los enviábamos entre nosotros por mail y por WhatsApp –recuerda Diego–. A veces nos trenzábamos en debates sobre alguna foto en particular y nos costaba encontrarla. Así nació la idea de una cuenta de Instagram a modo de back up para que no se perdieran las fotos. Ese fue el inicio de la cuenta, sabíamos que la iban a ver más personas, pero nunca imaginamos que se convertiría en una cuenta con tantos seguidores”.
De ese modo nació la comunidad The Walking Conurban (TWC, como una paradoja de la serie The Walking Dead), un espacio que definen como una ventana a “un paraíso posapocalíptico a minutos del Obelisco”. Allí todos los participantes hicieron y hacen un poco de todo: sacar fotos, pensar los epígrafes, escribir, investigar, editar, pensar ideas posibles. “Fue un modo de sacar un poco el pie de las redes para pisar por fuera –afirma Diego–. Fue un trabajo en conjunto donde todos fuimos aportando diversas ideas”.
-¿Qué los inspiró del conurbano?
-Es el lugar donde pasamos nuestras infancias, donde nos conocimos con el resto de los chicos de TWC y donde fuimos y somos felices. Amén de que teníamos una supina ignorancia sobre el territorio, y este proyecto nos acercó a información que desconocíamos. También, en un punto, para reivindicarlo: el conurbano es y fue víctima de ataques permanente por medios, políticos y, muchas veces, por sus propios habitantes. En el conurbano pasan un montón de cosas feas y otro montón de hermosas. No es sólo el territorio que nos quisieron contar, lleno de malandras y miseria, es mucho más rico y complejo. El rol que intentamos asumir es el de reivindicar ese lugar que dio cobijo, trabajo y felicidad a millones de personas.
-Por lo que contás, el concepto fue mutando.
-Sí, al principio no había idea y estaba ligado a mostrar un costado más simplón del conurbano, posteriormente redefinimos esa mirada a medida que se popularizaba. Hoy intentamos narrar a través de imágenes (y un poco de texto) parte del conurbano bonaerense en toda su complejidad.
-¿Hubo algún momento de quiebre mientras crecía el proyecto?
-Nos llenaba de entusiasmo ver la cantidad de seguidores. Eso nos fue motivando para llevar adelante distintas ideas y propuestas. También empezamos a tomar ciertos recaudos y responsabilidades. Ahora hay muchos ojos viéndonos, antes era algo público, pero muy nuestro. Fuimos construyendo nuestra narrativa que oscila entre el humor, el dato, la cita y la referencia popular, para que todo converja en una condensación del territorio conurbano. Cuando TWC aparece como referencia ahí empezamos a tomar más seriamente el proyecto.
-¿Cómo se administra la tarea?
-Nos intercalamos los días para subir fotos. Subimos tres por días hace cinco años. Como te conté, todos hacemos de todo. La tarea implica pensar historias, textos posibles, seleccionar las fotos que nos llegan, ponerlas en carpetas, editarlas si vemos que podemos mejorarlas un poquito. Todo se adecúa a los tiempos de cada uno.
El contramensaje
La extensión territorial del conurbano, según el INDEC, se integra por 24 partidos. Sus antecedentes aparecen por primera vez en el IV Censo General de la Nación (1947) para designar a la extensión territorial que incluía a la Ciudad de Buenos Aires y su desborde por fuera de los límites establecidos en la Ley de 1887, como una manera de interpretar y contener la expansión exponencial de la Ciudad, que tuvo lugar entre 1930 y 1940.
En 1948, la Provincia de Buenos Aires designó, por decreto, al “Gran Buenos Aires” como la extensión urbana y rural que rodea a la Ciudad, y definió la inclusión de 14 partidos en esta categoría, aportando a la institucionalización de la distinción con el Conurbano, cuya frontera la determinaba la Av. General Paz, inaugurada en 1942.
Hoy comprende 24 municipios distribuidos en dos cordones: Almirante Brown, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, La Matanza, Morón, Tres de Febrero, San Martín, Vicente López, San Isidro, Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, Esteban Echeverría, Ezeiza, Moreno, Merlo, Malvinas Argentinas, Hurlingham, Ituzaingó, Tigre, San Fernando, José C. Paz y San Miguel.
Según los últimos datos emitidos por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), viven allí casi 11 millones de personas, lo que representa el 25% de la población del país y el 64% de la población de la provincia de Buenos Aires.
Como un renglón más a la poesía de Enrique Santos Discépolo, los cuatro mosqueteros abrieron una vidriera irrespetuosa de cambalache digital en un territorio vasto e inmenso. “Recorrerlo puede ser una tarea titánica. Sin embargo, con la ayuda de un elemento vital como la cámara, ese desafío puede realizarse –sigue Diego–. Aunque nunca tuvimos un objetivo preestablecido. Todo fue llegando: el público, trabajos con marcas, una serie en el canal Encuentro, piezas con Telefé, charlas con el escritor Pedro Saborido. Todo excedió nuestras expectativas, que eran bajas. Aunque seguimos, a veces lo hacemos como queremos; pero en ocasiones, como podemos, viendo de qué manera podemos hacer algo más. Pero la base es que estamos satisfechos y agradecidos por todo lo que vivimos”.
La experiencia no sólo se masificó en seguidores, sino que dejó de lado las lentes de los cuatro amigos. Casi sin quererlo, comenzaron a recibir las microhistorias de su comunidad, los seguidores. “Hasta antes de las PASO subíamos durante la semana fotos nuestras y los fines de semana, colaboraciones. A partir de las PASO, imposibilitados de salir a sacar fotos porque sentíamos que la calle había sido ganada por la política, decidimos darles más lugar a las contribuciones. Eso nos permitió tener un mapeo mucho más amplio del territorio.
-¿Cuántas fotos les llegan?
-Es variable, pero nos llegan de 15 a 25 fotos por día. Es común que quienes nos las envían lo hagan con frecuencia, pero también hay mucha gente nueva que se anima a mandarnos algo por primera vez.
-¿Qué se viene ahora?
Estamos ante la posibilidad de seguir con la muestra fotográfica que tenemos ya montada en la Casa de la Provincia de Buenos Aires y llevarla a otros lugares. También surgió la posibilidad editorial de dos libros y queremos seguir con las charlas con Pedro Saborido, en las que intentamos reinterpretar la vida en este espacio. Además, estamos trabajando hace bastante en el proyecto de un podcast.
Una aventura que entrama el arte popular, la expresión urbana y la realidad cotidiana del conglomerado más grande del país. Apuestan a dejarse atravesar por una mirada alejada de los estereotipos, para crear simpatía, complicidad y desdramatizar la imagen preestablecida del conurbano. Ni el lado criminalizado oscuro, ni el romántico poético del rescate.
Sus imágenes preferidas
De las 4874 publicaciones de la cuenta de Instagram The Walking Conurban, a veces es difícil discernir cuáles se destacan, por su valor fotográfico, histórico o por lo desopilante. Para uno de sus creadores, Diego Flores, las preferidas son:
Camino de Sirga. “Esta imagen es la que usamos de portada. Nos parece una foto con un valor histórico interesante porque en ella se condensan los distintos proyectos del país. Los silos y galpones de acopio del proyecto agroexportador por un lado, las fábricas emergentes del proceso de sustitución de importaciones y su abandono producto del proceso de desindustrialización del país. Todo eso se puede ver en un recorrido de un kilómetro del conurbano. El poder condensatorio de esa imagen es interesante y está coronado por el Riachuelo”.
La pava de Goliat de Villa Raffo. “Es una imagen súper interesante porque tiene elementos faraónicos. Alguien que, en lugar de hacer un tanque común y corriente, decide gastar tiempo, dinero e ingenio en un tanque con forma de pava. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de esa elección que va mucho más allá de las intenciones utilitarias propias del capitalismo? Esa cisterna forma parte de lo que se conoció como la guerra de los tanques, una especie de competición entre habitantes del partido de Tres de Febrero, que se disputaban para ver quién proponía la mejor pieza. Allí, además del plano lúdico, se ponen en juego otras ideas: la trascendencia, el arte no institucionalizado y otro factor fundamental para la época precelulares, porque esos monumentos funcionaban como georeferencia para los forasteros.
El señor de los novillos. “Muchas veces en el conurbano los pequeños comercios, imposibilitados de utilizar grandes estrategias de marketing, acuden al ingenio para popularizar y fijarse en el imaginario colectivo de los vecinos. Así, a partir de distintos registros como el humor, los saberes populares y la picaresca, aparece una suerte de marketing que está por fuera de los manuales. Eso creemos que es otra característica que permite el territorio conurbano, aunque no sea exclusivo de él”.
Lo público y lo privado. “En el conurbano es muy común, sobre todo en sus periferias, ver piletas en la vereda, así como inflables y distintas actividades que muchas veces son sólo pensadas para la privacidad. Nosotros festejamos la incorporación y la apropiación del espacio público como un lugar para que la comunidad se comunique y rompa los lazos de encierro individualista. La vida afuera parece ser mucho más interesante que adentro, porque permite la posibilidad que la felicidad sea compartida”.
Trenes. “Solemos subir fotos de trenes porque creemos que fue fundamental para el desarrollo del conurbano bonaerense. Sin trenes no hay posibilidad de que el territorio se expanda y se conecte. En el proceso de consolidación urbana los trenes cumplieron y cumplen un rol central y determinante.