Lujo natural. Las flores más costosas que se consiguen en la Argentina y la más cara del mundo; cuánto cuestan
Algunas de las de mayor valor llegan al país importadas desde Ecuador y Colombia, los dos más grandes productores. Durante el verano, las flores locales alcanzan su mayor esplendor y bajan los pedidos al exterior
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La más cotizada en el planeta es la Juliet Rose, desarrollada por el inglés David Austin, que cultiva rosas desde 1961 y entre todas las variedades logró una en homenaje al personaje de Julieta, de Shakespeare. Le tomó doce años conseguir su objetivo de perfección en esta flor que tiene exactamente noventa y nueve pétalos, un diámetro de diez centímetros y un aroma fresco emparentado con el del narciso y el galanto.
“Su color es de un rosa pálido muy difícil de conseguir en la naturaleza y el costo de este desarrollo fue de 15 millones de dólares. En la Argentina no se consigue, puede encontrarse únicamente en algunos lugares en Inglaterra”, dice Gabriela Morelli, florista, quien asegura que compró recientemente una variedad de rosas ecuatorianas llamadas Phoenix muy similares.
¿Cuáles son las flores más caras que se consiguen en nuestro país? Las rosas que se importan desde Ecuador o las hortensias de Colombia son las que alcanzan el mayor valor. “Ecuatorianos y colombianos tienen lo ideal para la flor, desde el clima, los bulbos, la semilla y la tierra, por eso son número uno en el mundo”, explica Fabio Andrés Nequi, de @nequifloreale, quien actualmente tiene una florería en la exclusiva patisserie de Damián Betular. Su papá tenía un puesto de flores en el mercado y Nequi manifestó la misma pasión desde pequeño, “la flor es un alimento visual y, a pesar de la situación económica, tenemos que estar agradecidos porque los floristas vendemos mucho, sin ser algo de primera necesidad”, asegura.
Las rosas importadas están entre las más caras a nivel local, según Nequi, un ramo tiene un costo de entre $ 4000 y $ 7000; “se trata de flores excelentes, que se traen con el corte y el tiempo justo y en el florero duran unos quince días tranquilamente”, explica. Si bien hay disponibilidad de flores importadas durante todo el año, la demanda es mayor durante el otoño, el invierno y parte de la primavera, “en el verano, con el clima cálido nos salen lindas flores a nosotros también y, entonces, baja un poco el consumo de las importadas, pero igualmente las nuestras no compiten con las de estos países que tienen los mejores ejemplares por su suelo y su clima”, cuenta.
Para Luis Ángel Delpippo, de Florar, floricultor dedicado al cultivo de Lilium, de la que importa su bulbo desde Holanda, “son las rosas importadas las que encabezan la lista de las más caras. Ya sea que vengan de Colomba o Ecuador, se pagan en dólares y eso eleva el precio”, añade.
Según la experiencia de Gabriela Carozzi, de Flores porque sí, el valor de una flor depende de aspectos como el volumen de producción, ya que si es bajo el precio se eleva, también del tiempo que lleva su desarrollo y la estacionalidad. “Cualquier especie que arranca su período de floración es cara al principio, y luego, a medida que la producción avanza, el precio baja. El mejor ejemplo a nivel local son las fresias, si las cultivan en invernáculo puede haber producción en pleno invierno, y esas primeras flores salen carísimas pero luego, el precio baja muchísimo”, sostiene. Coincide Morelli, en que si se compran fuera de estación o cuando empiezan a salir las primeras rosas, fresias o peonias, el valor sube. “Particularmente, las peonias son caras porque son excesivamente bellas y solo se consiguen en el mercado durante unos cuarenta días en el año y en un florero duran una semana. Otra flor costosa es la orquídea, por lo difícil de su producción, por el tiempo que lleva y porque de temporada a temporada hay que cuidar los bulbos y las hojas, en estos casos lo que eleva su valor es todo el proceso que lleva además de lo exótico que resulta tener una orquídea”, subraya.
Venerada
En muchas culturas, la flor es objeto de veneración, por ejemplo, en países como China, Japón o Rusia. “Particularmente Rusia es el mayor comprador de la producción de Ecuador y Colombia dado que debido al clima no pueden cultivarlas”, explica Nequi y aclara que, durante este año, la Argentina recibió unas flores fuera de serie a raíz del conflicto bélico que provocó que los rusos cerraran sus puertas a la importación. “Seguramente cuando termine la guerra volverán a comprar porque son los que mejor pagan”, agrega el florista.
También aclara que hay distintas calidades de flores, entre tres y cuatro para un tipo, y, en el caso de la rosa, se diferencian por el tallo, el largo y la flor, “la mejor es la que tiene estos tres ítems impecables”, luego pueden variar según su estado.
Además, durante el otoño y el invierno se suman los tulipanes que, tradicionalmente se cultivaban en Escobar, y en los últimos años también se sumaron plantaciones en La Plata y en Florencio Varela. “Hay una generación de jóvenes japoneses nacidos en el país, que incluso algunos son ingenieros agrónomos, que mejoraron mucho la calidad de los tulipanes y también tienen rosas de muy buena calidad”, cuenta.
Si bien es un producto que no es de primera necesidad, el consumo de flores en la Argentina es alto, toda la producción se centra en Escobar y en La Plata y desde allí se distribuye al resto del país. “Hay toneladas de flores que se van al interior, y hay una revisión previa para ver cuál es el mejor destino. Por ejemplo, si vas al cultivo y ves que están verdes, las cortas para que florezcan en Jujuy, y si ya la ves avanzadas, las vendés en la Capital”, explica el dueño de Floreale.
Desde las más caras hasta las más económicas, la flor nos remite a la naturaleza, se lleva todas las miradas en los arreglos o centros de mesa y expresa muchos sentimientos cuando son regaladas. Un ramo en casa nos trae alegría y bienestar y, por eso, más allá de su valor, siguen siendo tan elegidas.