Prácticas y tradiciones para vivir en el lugar más frío del planeta, según una maestra de Siberia
¿De qué se trata vivir en Yakutia? La docente María Solko difunde las costumbres de su gente que soporta hasta los -50°C en invierno
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Es primavera. El cerebro reproduce, como en un film, a la novicia rebelde en su baile en las montañas de Austria. La alegría no se pierde porque al salir de casa todo sigue blanco. Hoy, por suerte, hacen 33 grados bajo cero. Es el indicio feliz del reverdecer, hacia el verano en Yakutia, Siberia, la región más grande de Rusia.
Por las extendidas superficies nevadas las temperaturas son las más frías del planeta. En invierno pueden llegar fácilmente a los -50°C, cuando el sol roza el paisaje como una caricia oblicua sólo durante unas pocas horas al día, y en verano es común que nieve. La región suma alrededor de un millón de habitantes.
En los últimos años, se han experimentado eventos extraordinarios, como la visita de mosquitos (que sobreviven recién a 10°C), heladas invernales en vez de nevadas y gusanos de seda (que soportan temperaturas similares a los mosquitos). Más allá de los hechos, una expedición científica de 2019 confirmó que la región se está calentando dos veces y media más rápido que el promedio del planeta.
Visitar a los vecinos en Yakutia puede ser un desafío: la distancia entre los pueblos puede llegar a los 1500 o 2000 km. Entre ellos figuran Ust-Nera, Klyuch, Tyoply, Tomtor y Oymyakon, todos célebres debido a las deportaciones habituales del sistema soviético y, más tarde, a la creación de los campos de trabajos forzados denominados gulag, habilitados el 25 de abril de 1930 y disueltos el 13 de enero de 1960; aunque albergaron a algunos criminales comunes, eran utilizados especialmente para detenidos de carácter político.
"La vida en Siberia es dura, pero hermosa"
Fuera de esos recuerdos tenebrosos, el paisaje invita a experiencias extremas de supervivencia. Sus habitantes desarrollaron, a través de las generaciones, prácticas propias y tradiciones que ayudan a subsistir física y espiritualmente. “La vida en Siberia es dura, pero hermosa”, resume María Solko. Ella es docente, nacida y criada en Siberia. Se convirtió en un fenómeno de redes sociales con millones de visitantes, que aprenden cómo calentar sus casas de manera insólita o el modo de vincularse para tener pareja.

-Contame la historia de tu familia.
-Nací y me crie en el pueblo de Namtsy, que está 80 kilómetros al norte de Yakutsk. Mis padres todavía viven en ese pueblo y tienen una pequeña granja, con ocho cabezas de ganado y gallinas. Mi padre trabajaba como chofer y mi madre era contadora. Ahora ambos están jubilados. Tienen cuatro hijos: mis tres hermanos y yo. Toda su vida estuvo dedicada a nosotros, los niños, y a la finca.
-¿Cómo era un día típico en casa cuando eras niña?
-Solía cambiar mucho, según la estación. Pero, en general, mi rutina diaria –además de la escuela y de hacer la tarea–, era ayudar a mi madre con el desayuno, el almuerzo y la cena, limpiar la casa y lavar la ropa. En primavera, durante los deshielos, solíamos madrugar e ir a pescar, revisar las redes. Y luego, freír ese pescado y comerlo en el desayuno. Solíamos trabajar en el jardín, preparar el suelo para el verano: limpiar el campo de heno, agregar un poco de estiércol para fertilizarlo, sembrar plantones de hortalizas y admirar los girasoles.
-El verano era el momento más activo.
-Así es. No teníamos un día típico, cada día era diferente y había mucho trabajo. El principal era cuidar verduras, alimentar a los terneros y a los pollos. Durante el tiempo de cosecha del heno, iba a los campos con mi padre y mis hermanos. Allí les cocinaba mientras ellos hacían el trabajo (cortar el pasto, secarlo y recoger el heno). Para descansar solíamos nadar en los lagos y ríos e ir a pescar.
-¿Qué ocurre cuando se acerca el frío?
-En otoño es hora de recolectar todas las verduras del jardín y luego prepararse para el invierno: recolectar hielo como agua potable y madera para quemar en el horno. También solíamos recolectar bayas y setas en el bosque. En invierno, en cambio, solía pasar la mayor parte del día en la escuela. Los fines de semana de invierno solíamos ir a pescar en el hielo con mi padre y mis tíos. Incluso hubo campeonatos de pesca en hielo en los que participamos.
-No es fácil imaginar juegos y visitas de amigos en medio de tanto frío.
-No tenía muchos amigos porque no había tantos niños en mi área. En otoño y primavera solíamos patinar con mis hermanos sobre hielo y en trineos descendiendo desde las colinas cercanas. Mi infancia estuvo llena de momentos felices. En invierno jugaba en casa, en verano lo hacía en el campo que estaba cerca. Aprendí mucho sobre la naturaleza.
-¿Cómo era ir y volver de la escuela?
-Como mi padre era chofer, teníamos auto y nos llevaba a la escuela. Pero, solía volver sola a casa y era muy romántico. En invierno está oscuro la mayor parte del día, tenemos sol sólo durante 4 o 5 horas, y a mi regreso siempre estaba oscuro. En aquel tiempo no teníamos alumbrado público en mi pueblo. Mi camino de retorno era de 2 kilómetros y apenas estaba iluminado por las ventanas de las casas de la gente y las estrellas. Solía comprar pan de camino, en la panadería del pueblo, para calentarme un poco. El pan siempre estaba muy caliente. Solía ponerlo en mi mochila y su temperatura solía calentar mi espalda. Sonidos crujientes de nieve, pan caliente en mi mochila, estrellas más brillantes: ahora extraño esos tiempos.
"Cuando era niña no había nada en las tiendas de comestibles, la mayoría de los alimentos los producíamos nosotros mismos"
María nació principios de los 90, cuando la reforma impulsada por Mijaíl Gorbachov para liberalizar la economía cumplía una década. Eran tiempos muy inestables en Rusia, que aún no lograba encontrar el pasaje final de lo que habían sido sus años soviéticos a su nuevo modelo.
“No había nada en las tiendas de comestibles –recuerda Solko–, la mayoría de los alimentos los producíamos nosotros mismos. Mucha de mi ropa la hizo mi abuela o les pertenecía a mis primos mayores, quienes me la cedían a medida que me quedaba chica, porque la ropa nueva era difícil de encontrar o demasiado cara. Creo que crecer en ese entorno, donde todo era escaso, me hizo valorar más todas las cosas buenas que tengo ahora”.

-Te convertiste en influencer desde tus redes sociales. En YouTube, por ejemplo, no dejás de volcar videos de tu vida en Yakutia. El que más visualizaciones ha tenido (3 millones) es donde relatás cómo mantener caliente una casa bajo condiciones tan frías. ¿Cuál es el mayor desafío en esta tarea?
Nuestra casa es de madera, de una especie llamada tiit, o alerce siberiano. La hemos hecho hace más de 10 años y en ese entonces no había gran cantidad de materiales disponibles para edificarla. No está muy bien aislada, la madera tiene muchos huecos y tenemos pérdidas de calor. Pero tenemos suerte de tener gas, porque hay muchos pueblos en Yakutia sin él. Calientan su casa con leña y necesitan agregar troncos al horno cada dos horas, incluso de noche. Para tener éxito, es preciso sellar los lugares donde el calor puede filtrarse hacia afuera o donde el viento frío puede penetrar. Los espacios entre la madera los hemos sellado con un tipo de estopa que se llama oakum. Es una fibra suelta que se usa para hacer cuerdas. Se ata la fibra y se la encaja entre los huecos de los tablones.
-He visto que no cuentan con calefacción en el piso superior de tu casa.
-No, no tenemos. El calor allí se expande desde el piso. Ese es el radiador. Para reforzar el cuidado de la temperatura hemos colocado ventanas de triple vidrio. En las ventanas tenemos una saliente donde pusimos termómetros, que nos permiten saber desde adentro la temperatura exterior. Los caños de gas llegan por los techos de las casas, no son subterráneos. En el ingreso en el sistema al interior contamos con otro termómetro para determinar la temperatura a la que calefaccionamos dentro y un medidor para evaluar el consumo. Mantenemos encendida la calefacción durante nueve meses seguidos, sin apagarla jamás. Eso tiene un costo que ronda los 80 dólares mensuales. El centro que calienta todos los calefactores suele rondar los 60°C, porque debe nivelar el frío exterior. Con una pistola medidora de calor chequeamos esa temperatura. Si marcas sobre cualquiera de los calefactores que tenemos en la casa, te va a marcar aproximadamente 58°C, pero en el marco de la ventana llegará apenas a 7°C, mientras que las paredes trepan a 11 o 12°C. Mientras el piso de la primera planta puede tener 16°C, el techo llega a 24°C. Eso permite que funcione como un expansor de calor, es el sitio más alejado del frío de toda la casa.

-Toda una ciencia... Y respecto de las comidas, ¿hay alguna particularidad en tu alimentación?
-Debido a que mis padres son agricultores, la mayor parte de nuestra comida proviene de su granja: carne y verduras. Recolectamos bayas y hongos del bosque, los congelamos, hacemos mermeladas y los marinamos, de esta manera podemos conservarlos para el invierno. Y a nuestros parientes les gusta pescar, por lo que comparten algo de pescado con nosotros. En invierno el cuerpo necesita más energía para mantenerse caliente. Incluso con muchas capas de ropa, a –50°C empiezo a sentir frío pasados 20 o 30 minutos afuera. Bebemos mucho té caliente y comemos solo platos calientes (sopas, carne con papas, tartas). Durante los días más fríos, los panqueques y las tartas de carne son los mejores platos para los días de invierno.
-Tendemos a creer que, cuanto más frío, mayor es el peligro. ¿Es así, o a cierta temperatura da igual?
-Absolutamente correcto. Desafortunadamente, cada año algunas personas mueren congeladas por negligencia, por no ser lo suficientemente cautelosas. Estamos criados con mucho respeto por el frío y por la naturaleza. Algunas personas beben alcohol en exceso, creyendo que es una manera de calentarse y se emborrachan. Así se quedan dormidas al aire libre; esto es muy peligroso. Otras no se abrigan lo suficiente y van a una ruta más alejada; si su automóvil se descompone, se congela y es posible que nadie llegue a ayudar, porque las carreteras más alejadas normalmente son lugares desiertos. Esa también es una situación muy peligrosa. Aquí el clima es muy duro y una de las cosas que aprendemos es a nunca dejar de tomar precauciones.
-¿Cómo se construyen las relaciones de amistad o de pareja?
-Durante las estaciones cálidas, nos reunimos en interiores y exteriores, pero en invierno principalmente en casa o en espacios de esparcimiento. Tenemos cafés, restaurantes, cines, centros comerciales, como en todas partes. También es común visitarnos en nuestras casas.
-¿Te gustaría vivir en otro lugar?
-Yakutia está para siempre en mi corazón, es mi hogar. Pero hay algunas razones por las que podríamos irnos, por ejemplo, por el mejor futuro de nuestros hijos (tiene dos), por su educación. Es algo que aún estamos evaluando.
-¿Podrías dejarme una palabra en yakuto que no tenga traducción en otro idioma, o que tenga un significado para ti?
-Kencheeri: básicamente significa una nueva hierba que creció después de la producción de heno. Esta hierba es más suave, más verde y probablemente más sabrosa para el ganado. Esta palabra también tiene un segundo significado: nueva vida, nueva generación, nuevo comienzo o futuro. También es un nombre: la gente llama así a sus hijos, porque los niños son nuestro futuro, nuestra nueva vida. Esta palabra porque muestra cómo la cultura Yakut está conectada con la naturaleza.
-¿Y algún proverbio?
-Отонноотоххо оноойук туолар. Si lo traducimos palabra por palabra, significa: “Si sigues recolectando bayas, llenarás tu copa”. Básicamente significa que, si sigues haciendo tu tarea poco a poco, un día terminarás un gran trabajo. Paso a paso, poco a poco, se llega más lejos.