Mariana Pokrassa, en diálogo con LA NACION, revivió los últimos tiempos junto al conductor y su esperanzada lucha contra el cáncer
Treinta días antes de su muerte, el 27 de mayo de 2012, Juan Alberto Badía hizo su última aparición pública: del brazo de su hermana, Marisa Badía, irrumpió sobre el escenario del hotel Hilton, en Puerto Madero, para recibir el Martín Fierro “a la trayectoria”. Sus colegas, actores y periodistas, lo recibieron de pie, con una ovación. Ofreció un discurso cargado de emoción que duró 5 minutos con 50 segundos. Apenas comenzó a hablar, el musicalizador cambió el tema de fondo, una versión instrumental de Let it be, por el clásico “pianito” que utilizan en televisión para acompañar -o provocar- la emoción del público. A Marcelo Tinelli, que seguía al detalle la lucha de su “amigo y maestro” contra el cáncer, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Juan Alberto recibió el premio con felicidad. Jamás se refirió a la muerte ni al final. Recordó su primera nota: “Me preguntaron cuál era mi sueño, qué pensaba para mi futuro, y yo dije que quería tener una trayectoria en lo que más amo en la vida, que este trabajo”. Sobre el final, llegó la hora de los agradecimientos: “Gracias a mis seres más íntimos que en este momento están lagrimeando, que están felices por mi felicidad. A todos los que formaron esos tramos de la vida, y quiero dedicártelo a vos, Mariana, que estás por ahí y que has sido tan importante en estos últimos tramos de la vida”.
Mariana Pokrassa (48) fue la última pareja de Juan Alberto. Nunca se casaron, ni tuvieron hijos, pero permanecieron juntos desde 1998 hasta el final. Mantuvieron su relación lejos de los medios. Se conocieron cuando Badía cuando atravesaba “una mala racha” y juntos se propusieron relanzar la radio “Estudio Playa” en Pinamar, que terminó siendo un éxito. Tras la muerte de Juan Alberto, Mariana se refugió en su ciudad natal, Puerto Madryn, y dejó la casa que compartían en Pilar y que durante la sucesión hereditaria fue motivo de conflicto con los hijos del conductor.
-En su última aparición pública, en los Martín Fierro 2012, Juan Alberto te dedicó el premio y reconoció que eras muy importante en su vida. ¿Qué sentiste?
-Esa noche, cuando me agradeció públicamente, no me lo esperaba en lo más mínimo. Estábamos juntos desde hacía muchos años, pero nuestra relación no era tan conocida. Fue algo emocionante, aunque no era necesario que lo hiciera.
-¿Cómo recibió Juan Alberto esa distinción a su trayectoria que hizo APTRA?
-Estaba contento. Me acuerdo que llevamos a Cacho Fontana en el auto a su casa. Pero también se sentía muy mal porque se le había olvidado agradecer a Marcelo Tinelli... se había acordado de Villarruel, pero se le pasó Tinelli.
De la felicidad del milagro a la desolación
Se aferró a la vida hasta el último suspiro. El lunes 4 de enero, en su primer programa de 2012, Juan Alberto Badía sorprendió a los oyentes de su radio, Estudio Playa, con una primicia. Comenzó hablando del tumor en el mediastino que le habían detectado el 9 de noviembre de 2010: “En aquel momento tenía el tamaño de un sachet de leche, ahora era una pelotita de ping pong. Por eso el médico decidió cortar y sacarlo”, dijo. El 12 de diciembre de 2011 se sometió a una operación que duró cinco horas, en la que le quitaron lo que quedaba del tumor. “Hoy, les cuento a ustedes como primicia que el 24 de diciembre me dieron los últimos resultados y se produjo el milagro: ¡estoy totalmente curado del cáncer!”, gritó feliz.
Más tarde, en distintas entrevistas, habló del poder sanador del amor. Siempre hacía referencia a su pareja, a su ex mujer y a sus hijos. También contó con absoluta felicidad sobre un viaje que hizo “de hermanos solos”. Al mismo tiempo, comenzó a evaluar distintas propuestas de trabajo. “Estoy en la línea de largada para seguramente tener una vida nueva. Ni mejor ni peor, pero no va a ser igual. Hay muchas cosas que te cambian, que cambian en tu entorno, en tu espejo, en tu interior”.
-Unos meses antes, él había anunciado públicamente que su lucha contra el cáncer había terminado y que estaba “totalmente curado”. ¿Qué fue lo que sucedió?
-Hacía un tiempo que él se venía sintiendo mal. A Juan lo convencieron para que se opere porque el tumor con la quimio se había achicado mucho: decían que había pasado de un sachet de leche al tamaño de una pelota de ping pong. Lo convencieron y él se operó. No fue una operación sencilla, de hecho había sido bastante invasiva. Se operó el 11 de diciembre 2011. A los 20 días de la operación, le habían sacado todo el tumor y le dijeron que él ya estaba curado. Por eso, ese verano en Pinamar él contó. Pero al tiempo, se empezó a sentir mal. Nosotros se lo adjudicábamos a la recuperación de la operación. En marzo, fuimos de gira a Nueva York y Miami con Charly García, Juan era el productor de la gira “60 x 60″, y cuando volvimos estaba muy mal. Yo le decía que no tenía nada, porque supuestamente él se había curado. Pero estaba tan insistente que fuimos al hospital y le encontraron algo en el intestino... después descubrieron que había hecho metástasis. Me sentí tan culpable. Para decírselo a él esperaron unos días porque fue devastador. Hacía tres meses se había operado, fue dramático.
-¿Cómo era tu relación con Juan?
-Con Juan todos los días eran una aventura. Un día tenía que viajar a un lugar o arreglar algo de la casa... con él nunca sabias, pero era muy divertido. Tenía un humor sutil, fino. Era muy buena gente. Generoso, porque dejaba crecer a los demás, él dejaba que cada uno sea el mejor en lo que hacía. Cuando trabajabas con él sacabas lo mejor de vos. Él fue un abridor de puertas.
-En ninguna de sus últimas apariciones, ni el Martín Fierro ni en la legislatura, hizo referencia a la muerte
-Siempre tuvimos la esperanza que iba a salir. Hasta el último mes él no tenía contemplado morirse. Nunca creyó que iba a morir. Yo tampoco quería que él lo sintiera así, y para mí es un orgullo, no haber permitido que él se sintiera una victima de la enfermedad. En nuestra intimidad nunca entré en “el probrecito” y eso lo ayudó. El día que él se descompuso, yo estaba enojada con él porque lo había enganchado fumando. Estábamos en casa y llamamos a la ambulancia.
-¿Cómo fue la despedida?
-En el hospital los médicos nos alertaron de que el final estaba cerca y le dieron morfina. Soy madre desde los 19 años de un varón y el 28 de junio es su cumpleaños. Yo le decía que no sufra más y que se vaya tranquilo, pero se murió a las 00.20 del 29 porque estoy segura que no quiso irse el día del cumpleaños de mi hijo para no arruinarle el día para siempre. Y ese creo que fue el acto de amor más grande que alguien te puede dar. No me importa que después me dejó un lio bárbaro con la sucesión... eso fue lo más maravilloso que él hizo por mi. Esta fecha es muy movilizadora para mí porque un día cumple mi hijo, con el que tengo una relación maravillosa y al día siguiente es el aniversario de su muerte y siento que aún no tengo superado eso. Aún me duele que él no este.
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