Hoy, viernes 29 de noviembre, es la fecha oficial que apuesta al consumo; una tradición que nació en los Estados Unidos y que, con los años, se convirtió en un fenómeno mundial
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El viernes siguiente al Día de Acción de Gracias, celebrado el cuarto jueves de noviembre, se convirtió en una fecha emblemática, no solo en los Estados Unidos, sino en buena parte del mundo: es el famoso “Black Friday”. Lo que nació como un fenómeno local terminó por convertirse en una tradición que moviliza a multitudes y redefine el consumo año tras año. Sin embargo, pocos conocen la historia detrás de este día y las hipótesis que se tejieron sobre su origen.
La teoría de la esclavitud
Una de las primeras teorías que surgieron, difundida a través de rumores y desinformación, sostenía erróneamente que el origen del Black Friday estaba relacionado con la esclavitud. Sin embargo, esta idea fue descartada en la actualidad.
Esa afirmación falsa sugería que los traficantes de esclavos negros aprovechaban el día de Acción de Gracias para reducir sus precios, preparando la venta para la temporada de invierno. Sin embargo, según National Geographic, no hay evidencia histórica ni documentos que respalden esa teoría.
“Black Friday” en Wall Street
Otra teoría sugiere que el origen del Black Friday no tiene nada que ver con descuentos ni compras, sino con un escándalo financiero del siglo XIX que desató uno de los mayores colapsos en el mercado del oro y de Wall Street.
En 1869, los Estados Unidos se encontraba en plena reconstrucción. Después de la Guerra Civil, el Gobierno Federal se enfrentaba al enorme desafío de reconstruir un país dividido. Este clima de vulnerabilidad se convirtió en el terreno ideal para que oportunistas se acercaran al poder con intenciones poco honorables. Así fue como Jay Gould y Jim Fisk, dos millonarios con intereses en el ferrocarril y una ambición desmedida, aprovecharon la coyuntura para orquestar un fraude.
Jay Gould era considerado un genio financiero de su tiempo, pero también uno de los empresarios más odiados. Revolucionó las formas de manipular el mercado, acumular capital y eliminar a la competencia. Aunque muchos de sus métodos son hoy prácticas comunes, otros fueron prohibidos por la SEC (Securities and Exchange Commission) cuando esta comenzó a regular los mercados de valores décadas después.
Por otro lado, Jim Fisk -con un pasado tan variado que incluyó una temporada como artista de circo- llegó al mundo de las finanzas de la mano de Gould, de quien fue inseparable hasta su muerte. Era conocido por sobornar a funcionarios públicos y por su afición a financiar espectáculos de Broadway, incluyendo a algunas de sus estrellas favoritas.
Gould y Fisk se unieron para enfrentar a Cornelius Vanderbilt, otro millonario de la época, en una feroz lucha por el control del ferrocarril de Erie, donde no dudaron en recurrir al fraude. Dicen que Vanderbilt, acostumbrado a salirse con la suya, al encontrar en Gould un rival a su altura, dijo con ironía tras su derrota: “Nunca patees a un zorrillo”.
Gould y Fisk representaban a los empresarios sin escrúpulos de su época. Intentaron enriquecerse manipulando el mercado del oro, acumulando el metal para elevar su precio. El gobierno, que usaba oro para respaldar su deuda y controlar su refinanciamiento, tenía la capacidad de influir en los precios, pero esa misma influencia lo hacía vulnerable a otro tipo de maniobras.
En su audaz plan, Gould y Fisk reclutaron al cuñado del presidente de los Estados Unidos Ulysses S. Grant como su mensajero, convenciéndolo de promover la necesidad de mantener el oro caro. Además, contaban con información privilegiada del subsecretario del Tesoro sobre posibles movimientos del gobierno. En agosto de 1869, los socios comenzaron a acumular oro en secreto, usando empresas fantasma para ocultar sus huellas. El mercado pronto enloqueció: rumores de que un misterioso grupo estaba acaparando el oro empezaron a circular. El 22 de septiembre, temiendo haber sido descubierto, Gould comenzó a vender discretamente sus reservas, intentando salvarse sin hundir el precio de inmediato.
La fiebre por el oro alcanzó su punto cúlmine en esos días frenéticos... y finalmente llegó el histórico Black Friday. El metal precioso, que apenas unos meses antes valía 132 dólares, cerró el jueves 23 de septiembre de 1869 en 160 dólares. Durante la jornada había registrado un pico de 200 dólares. La tormenta financiera que parecía imparable.
Al día siguiente, el histórico viernes 24 de septiembre de 1869, el presidente Grant tomó las riendas y desató un cataclismo en Wall Street: inundó el mercado con las reservas de oro del gobierno, haciendo que su precio se desplomara en cuestión de minutos hasta 133 dólares. El caos no tardó en extenderse. Las acciones sufrieron un colapso del 20 por ciento, y el impacto en las materias primas fue devastador: algunos granjeros vieron cómo el valor de sus cosechas se reducía a la mitad en un abrir y cerrar de ojos. Aunque el colapso frenó la especulación, las consecuencias económicas y políticas fueron profundas, afectando tanto a los mercados como a la presidencia de Grant.
¿Qué pasó con los artífices del desastre? Gould y Fisk lograron salir casi ilesos, con sus bolsillos llenos y sin siquiera acercarse a una celda. Como suele ocurrir, observaron cómo los demás pagaban las consecuencias. El fracaso del plan, sumado al colapso del precio del oro, se convirtió aquel día en un evento caótico que pasó a la historia de los Estados Unidos como el “Viernes Negro”.
Un término que inventó la policía
Según el diario Telegraph, el término “Black Friday” recién comenzó a utilizarse casi un siglo después, específicamente en un viernes posterior al Día de Acción de Gracias, a mediados de los años 50, en la ciudad de Filadelfia.
En ese entonces, la policía local utilizó esta expresión para describir el caos que se producía el viernes después del Día de Acción de Gracias, cuando una avalancha de compradores y turistas inundaba la ciudad en anticipación al partido anual de fútbol americano entre el Ejército y la Marina, que se celebraba el sábado siguiente.
El caos que desbordaba Filadelfia tras Acción de Gracias obligó a los policías a trabajar jornadas de 12 horas sin descanso para controlar multitudes, calles congestionadas y tráfico intenso. Agotados, bautizaron ese día como “Black Friday” en alusión al desorden. Pronto, los comerciantes adoptaron el término para describir las masas de compradores que abarrotaban las tiendas en busca de las primeras ofertas navideñas.
Sin embargo, el término “Black Friday” apareció por primera vez de manera documentada en 1966, en un artículo de la revista The American Philatelist. Y se popularizó en 1975 cuando The New York Times publicó una nota que narraba la caótica historia detrás de su origen en Filadelfia. Este artículo, dio notoriedad nacional a la expresión, revivió el término y lo introdujo al vocabulario contemporáneo, marcando el inicio de su transformación en un concepto ampliamente reconocido.
Así nació el Black Friday tal como lo conocemos hoy, lleno de ofertas, descuentos y promociones. Desde entonces, su popularidad no dejó de crecer: pasó de ser un solo día a abarcar todo un fin de semana, primero en Estados Unidos y luego en el resto del mundo. Su origen quedó en el olvido, eclipsado por su éxito, y aquel caos inicial dio lugar al evento que hoy conocemos como el día de compras más famoso del año.
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