
Colores plenos y vibrantes que ayudan a vivir mejor
Una tradición con gran potencialidad visual
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Siempre me colmó de curiosidad la cultura eslava, fruto de ese antiguo pueblo asentado desde el siglo V en el nordeste de Europa.
En su origen fueron poblaciones dedicadas a la agricultura y la ganadería. Sus tradiciones visuales tienen que ver con esa procedencia rural.
Durante mi permanencia en la Universidad de Lodz, cerca de Varsovia, me llamaron la atención las tonalidades vivas en todas las expresiones del arte popular. Son coloridos los trajes tradicionales, las construcciones, los diseños para interiores, las artesanías, los pasiak (tejidos a rayas) e incluso la comida. Como si sus creadores quisieran confrontar con el clima extremadamente crudo del larguísimo invierno y oponerle tonos intensos, acogedores y cálidos.
En las viviendas, el lugar importante es la mesa de la cocina. La vida del hogar gira en torno de ella y al lugar donde se preparan las comidas. Además, allí está el equipamiento con el que se calefacciona la vivienda. Los elementos de decoración también tienen que ver con el carácter festivo de la gastronomía: platos, jarras, fuentes, cucharones, todos ornamentados con grupos florales cuya armonía cromática trae a la vista la delicadeza del dibujo y la perfección de su forma. La mujer de la casa reproduce artesanías que se transmiten de generación en generación.
En algunas regiones pude observar la influencia de corrientes estéticas provenientes de Rusia, Prusia y Austria, los tres poderosos vecinos que ocuparon Polonia durante muchos años hasta la reunificación de 1918. Esta dominación dejó huellas profundas y una amplia impronta cultural. Desde que en 1989 salió del bloque soviético, Polonia proyectó su comercio hacia Occidente. Es por eso que en cualquier ciudad del mundo pueden encontrarse artesanías tradicionales polacas de selecto diseño y a precios razonables.
Me es difícil olvidar los elementos de comunicación visual que caracterizan a la cultura eslava. Siempre vuelven con insistencia a mi memoria las imágenes policromáticas de los bailes nacionales con aires de polcas, mazurcas y polonesas, plenas de energía y dinamismo. Y esos recuerdos son para mí un soplo de alegría.
El autor es arquitecto, docente universitario y especialista en comunicación urbana.
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