Dos hermanos pasaban los veranos en un lugar mágico argentino y una triste noticia los impulsó a tomar una decisión: “Fue un riesgo”
En Villa Labrador pasaban los mejores momentos de su vida, hasta que la pandemia transformó todo: “pasamos de visitantes a dueños”
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Para Adrián y David, Villa Labrador, Bariloche, siempre había sido su lugar en el mundo. Esperaban el año entero hasta la llegada de las tan ansiadas vacaciones en aquel rincón mágico, sumergido entre bosques y montañas que los invitaban a emprender aventuras apasionantes lejos de la ciudad.
El viaje en auto a través de una Argentina por momentos inhóspita era largo, pero valía la pena: “La recompensa era grande. Una vez allá, el tiempo parecía detenerse”, rememoran los hermanos. “Era un sueño”.

Una noticia impactante y una decisión: “En nosotros creció la ilusión de poder conquistar un sueño haciéndolo propio”
Los veranos y algunos inviernos inolvidables junto a las familias que habían formado, transcurrieron en ese tiempo sin tiempo, más rápido de lo esperado. De pronto, Adrián y David habían dejado su primera juventud atrás, sus vidas tomaron nuevos rumbos, aunque las cabañas sureñas, que tantas emociones les habían obsequiado, seguían presentes cada día.
Pero el regreso no fue posible, la pandemia paralizó al mundo y, con ello, a Villa Labrador: “Fue en plena cuarentena que nos enteramos de que el lugar de nuestros sueños podía cambiar de manos”, cuentan.

David y Adrián quedaron impactados. Fue así que, atravesados por una mezcla de sensaciones encontradas, una idea alocada comenzó a gestarse: “Teníamos mucho sentido de pertenencia y nos daba incertidumbre y temor pensar qué podía pasar con el lugar, que desapareciera o dejara de ser lo que siempre había sido”.
Aferrados a sus recuerdos mágicos, comprendieron que tal vez eran ellos quienes debían luchar para que Villa Labrador no se disolviera en el olvido: “En nosotros creció la ilusión de poder conquistar un sueño haciéndolo propio. Lo íbamos a intentar”.

Un camino largo, restricciones y riesgos: “Era una oportunidad única para no dejar pasar”
Cuando el dueño de Villa Labrador supo acerca del deseo de los dos hermanos, no lo dudó: dejar un lugar en el mundo tan amado dolía; si había seres capaces de apreciar lo que aquel pequeño paraíso significaba eran ellos, David y Adrián, a quienes les sobraban la pasión y el amor, dos recursos poderosos y cruciales.
El camino fue largo y por momentos creyeron que aspiraban a un imposible. Sin embargo, la sensación de que aquello era el mayor deseo de sus vidas se afianzó y decidieron seguir adelante, a pesar de los escollos.
“No se sabía cuándo se levantarían las restricciones, por el COVID no se podía viajar y era todo incertidumbre. Era un riesgo grande el que íbamos a asumir, pero sabíamos que valía la pena intentarlo, que era una oportunidad única para no dejar pasar. Se trataba de ese lugar en el mundo que amábamos, el que nos hacía soñar”.

Conservar el encanto, pero renovar la identidad: “El entorno natural es lo más preciado que tiene”
Tras mucho esfuerzo, un buen día el sueño se hizo realidad: ya no eran visitantes, ahora eran anfitriones. Tras semejante revolución, ni David ni Adrián comprendieron muy bien la dimensión de lo que había acontecido. Les costó procesar su logro en tiempos donde la toma de decisiones no les daba una tregua para contemplar con calma uno de los sucesos más importantes de sus vidas: “Teníamos que poner la cabeza en lo que se venía”.
Hacer funcionar nuevamente Villa Labrador no iba a ser tarea sencilla. Asimismo, los hermanos anhelaban conservar el encanto indudable, pero darle su propia impronta al lugar: “Había que ponerse a trabajar rápido en un contexto complicado, pero salimos adelante”.
“Villa Labrador es un lugar único por su entorno y belleza natural, en esta nueva etapa intentamos darle un plus de calidad y confort que entendemos que necesitaba, siempre conservando el entorno natural, que es lo más preciado que tiene; conservar el medio ambiente es prioritario”, explican. “Queremos brindarle al huésped el mejor servicio sin perder el espíritu de montaña que lo caracteriza. Es un lugar donde se respira paz y eso no va a cambiar. El que nos visita no disfruta unas vacaciones, sino que vive una experiencia única difícil de olvidar, como nos sucedía a nosotros cuando éramos los veraneantes”.

Un nuevo comienzo en Bariloche: “Hay que aferrarse a los sueños y conquistarlos”
David y Adrián jamás olvidarán aquellos veranos inolvidables. En las cabañas rodeadas de lagos, bosque, playa y montañas, crearon recuerdos que hoy conservan como tesoros.
Para ellos, la posibilidad de que Villa Labrador desapareciera significaba dejar ir una parte crucial de su existencia. Hoy entienden que hay que aceptar que los ciclos terminan, pero que siempre es posible transformar y enriquecer todo aquello vale la pena conservar. Es posible crear nuevos comienzos.
“En el camino aprendimos sobre todo a luchar por las cosas que uno ama. Entendimos que, cuando uno se esfuerza por algo, en algún momento llega la oportunidad para poder concretar esas metas. Es cuestión de tiempo y de estar convencido. Obvio que nada es fácil, en este caso no lo fue, pero siempre hay que intentarlo. Hay que aferrarse a los sueños y conquistarlos”.
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