Eco Challenge La carrera
En mayo, la señal AXN emitirá los episodios del Eco Challenge 2001. LA REVISTA fue el único medio gráfico de América latina que estuvo en Nueva Zelanda para presenciar la competencia
lanacionarNUEVA ZELANDA, Isla Sur.
–¿Acá? –Sí, acá.
Responde el hombre que condujo cuatro horas desde el aeropuerto de Queenstown hasta el Parque Nacional Mt. Cook. Alrededor, nada, excepto un enorme hotel en reconstrucción (previo paso por un incendio) y una montaña (el mismísimo monte Cook), cubierto de nieve hasta los dientes. El parque nacional queda a cuatro horas de auto desde Queenstown, algo así como la capital mundial de los deportes extremos en la Isla Sur de Nueva Zelanda. Eso quiere decir que todos los extremistas del mundo acuden a experimentar raftings desnucadores y, sobre todo, a probar algo llamado bungi jumping, que consiste en atar a una persona por los pies y lanzarla al vacío. Aquí todos lo hacen y vuelven con una sonrisa. Es 21 de octubre de 2001 por la tarde, hacen siete grados, y la carrera de aventuras más grande, más famosa y más televisada del mundo, el Eco Challenge, ha empezado esa misma mañana, a las 7.38. Setenta y tres equipos formados por cuatro personas emprendieron un camino que incluye 23 kilómetros de cabalgata y caminata por una morena de glaciar; 45 kilómetros de trekking y escalada; 44 kilómetros de rafting y remo, 32 kilómetros de trekking, 43 kilómetros de trekking y escalada, 87 de bicicleta por la montaña, y un final a toda marcha con 56 kilómetros de rafting, trekking, escalada y rafting otra vez. Hay, dicen, carreras más largas y más difíciles, pero el Eco Challenge es el Mundial de las carreras de aventuras: están los mejores equipos. Antes de su inicio, la ruta de la carrera es el misterio mejor guardado del planeta: sólo se la conoce 24 horas antes de la largada. Este año la ruta atraviesa el parque nacional Mt. Cook, pasando por los lagos Tasman, Pukaki y Tekapo, hasta el punto de llegada en el lago Wanaka. El año que viene la carrera tendrá lugar en algún lugar de las islas Fiji.
El padre de la carrera es un productor de televisión llamado Mark Burnett, británico, ex miembro del Regimiento de Paracaidistas de la armada británica. Recibió medallas de honor por participar en dos conflictos: Irlanda del Norte y la Argentina. Burnett creó el Eco a imagen y semejanza de otras carreras de aventuras, pero le dio dos características únicas: les quitó a los participantes todo tipo de asistencia externa (nada de parientes alcanzando sanguchitos) y le sumó un fuerte mensaje ecológico. El primer Eco Challenge se realizó en el desierto de Utah, Estados Unidos, en 1995. Se repitió en Nueva Inglaterra en el mismo año, en la Columbia Británica (1996), Australia (1997), Marruecos (1998), Patagonia (en 1999) y Sabah (2000).
Hay algo casi tan importante como la carrera, y es su difusión en los medios. El Eco ya fue difundido por la MTV, ESPN, Discovery Channel, y ahora es AXN la señal que lo televisa (ver recuadro). La fama tiene su precio, y la inscripción de los equipos, que rondaba los 3000 dólares en Marruecos, ascendió a 13.500 en Nueva Zelanda y será de 14.500 en Fiji. Las reglas son simples: cuatro personas por equipo, al menos una del sexo opuesto. No pueden obtener asistencia externa de ningún tipo, deben tener el equipamiento reglamentario todo el tiempo, gana el que llega primero con el equipo de cuatro completo. Como la carrera debe hacerse con el menor impacto posible en el ambiente, hay reglas estrictas que van desde no tirar basura hasta realizar cualquier necesidad corporal en pocitos de determinada profundidad y a no menos de una cantidad de metros razonables de la fuente de agua potable más próxima. El premio para el ganador es de 50.000 dólares, 20.000 para el segundo, 15.000 para el tercero, 10.000 para el cuarto y 5000 para el quinto.
Burnett es el inventor de otro suceso televisivo: Survivor, la experiencia que consiste en abandonar a su suerte a un grupo de personas en medio de la nada y ver qué pasa. El premio para quien gana Survivor es de un millón de dólares. Cuando se le pregunta a Burnett sobre la diferencia entre los cien mil del Eco y el millón de Survivor, a él le gusta decir así: –Es que el Eco Challenge es. . . épico.
También ayuda que la primera emisión de Survivor haya sido vista por 28 millones de personas.
¡Aleluya, tormenta!
El 21 de octubre de 2001, a las 19, en una pequeña sala del hotel en reconstrucción, periodistas y fotógrafos –malayos, filipinos, neozelandeses, ingleses, mexicanos, australianos, estadounidenses, israelíes, brasileños, taiwaneses, canadienses y una argentina– se apiñaban esperando el reporte del día. Con una taza de café en la mano, Mark Burnett desembarca en la sala, recién salido de las altas nieves. Polar verde manzana, ropa térmica, claveteado de handies y teléfonos celulares.
–Creemos que va a haber una tormenta de nieve –dice, y parece contento–. El equipo de Nueva Zelanda, Pure NZ.com, está primero. Son increíbles. Avanzan y avanzan. Dicen que no van a dormir hasta terminar. Pero no se trata de ganar. Se trata de llegar. Ese es el verdadero espíritu de la carrera. Los diez primeros...bueno, no son gente normal.
Este año hay cuatro equipos argentinos.
–Número 1: Aeropuertos Argentina 2000, capitaneado por Virginia Elizalde, integrado por Juan Pablo Maricich, Craig Ross y Julián González. Elizalde corrió el Eco Challenge Patagonia, en 1999, y llegó en el puesto 33. –Número 2: Cóndor Salomon, con cuatro competidores de Bariloche: el capitán Pedro Usandizaga, Nancy Goye, Martín Paredes y Federico Van Ditmar. El equipo terminó tercero en el Eco Challenge Patagonia, en 1999 y en el puesto 20 en el Eco Challenge de Marruecos en 1998.
–Número 3: Espíritu Argentino, capitaneado por Ernesto Van Peborgh, integrado por Mercedes Sahores, Fernando Mayorga e Ignacio Roviralta. Primer Eco Challenge para todos.
–Número 4: Merrel de los Andes, capitaneado por Jorge Aznarez, Mercedes Rosauer, Alex Fagiani y Fernando Soria. El equipo va por su tercer Eco Challenge. En Borneo llegaron en el lugar 21. En Patagonia, octavos.
Nada de asado
Lunes 22. Cinco de la mañana. En la luz macilenta del amanecer, las motorhomes ocupan buena parte del terreno al pie de las montañas. Por ahí andan, además, camarógrafos, fotógrafos, periodistas, sonidistas, canales de televisión y las 24 cámaras de Mark Burnett. El Puesto de Control (PC, desde ahora y para siempre) número 7 está en las márgenes del río Tasman, un revuelo de agua turbia de deshielo, que revienta contra demasiadas piedras al fondo de una morena. Los corredores tienen que atravesarlo colgándose de una tirolesa, pero lo que de verdad impresiona es tremenda grúa con cámara sobre el río. Sobre las rocas que rodean el río, periodistas de los medios del mundo esperan la llegada de los equipos. La tarea fundamental del periodista promedio en el Eco Challenge es esperar y hacer de cuenta que no hace siete horas que está parado sobre la misma piedra. Cada vez que un equipo se acerca, se lanzan al ataque: “¿Cómo están, cuál fue la peor parte, durmieron, hay algún herido?” Los corredores miran atontados, casi no responden.
–Hay que entenderlos –dice un periodista de Estados Unidos–. Vienen de caminar horas en medio de la naturaleza, y se encuentran con una cantidad de gente estresada que les hace miles de preguntas. A la tarde empieza a caer una lluvia helada de la que nadie intenta cubrirse: no hay dónde. Entonces aparecen Virginia Elizalde y el equipo Aeropuertos Argentina 2000. Ella, con sonrisa de oreja a oreja, tiene hambre y parece tan contenta. –Ay, si veo otra barrita energética voy a vomitar. Necesitamos que nos esperen con un asadito.
Seis helicópteros surcan el cielo, permanentemente. Esta madrugada, de uno de los helicópteros colgaba un enorme cubículo anaranjado. Cuando todos se preguntaban qué era eso, el helicóptero maniobró y, con toda facilidad, descargó el baño químico en tierra firme.
Por algo se llama Eco.
Equipo 01
Varios meses después de llegar a Buenos Aires, Virginia Elizalde todavía arrastra un dolor en el pie herencia del Eco Challenge. –Durante toda la carrera tuve un dolor terrible en la tibia, y eso hizo que se me hinchara la pierna. Fue bárbaro, pero muy duro. Lo más terrible fue la bicicleta, al final. Eran 100 kilómetros, y 80 había que hacerlos cuesta arriba, empujando la bici. Lo que le faltó fue un buen rafting, porque era por aguas muy tranquilas. Igual disfrutamos. En esta carrera, del puesto quince para arriba, se matan por llegar, pero de ahí para abajo, hay mucha solidaridad. En la Patagonia, por ejemplo, un día nos agarró una tormenta de nieve, vientos de cien kilómetros por hora, diluvio. Nos juntamos con el capitán del equipo sudafricano. Ellos tenían carpa y nosotros bolsas de dormir. Eramos siete, durmiendo en una carpa para tres. Nos pusimos ropa seca, nos dormimos arrodillados, esperamos ahí hasta las cinco de la mañana. Cuando vimos dónde habíamos dormido, no podíamos creer que a nadie le hubiera pasado nada. Y llegamos al final juntos.
Sufrimiento puro
23 de octubre de 2001. Siete de la mañana y cinco de temperatura. Los PC 9 y 10 están en las orillas del lago Pukaki. En el PC 9, los equipos comienzan un rafting por el lago hasta el PC 10. Desde el PC 10 en adelante toca trepar montañas. El PC 10 es uno de esos puestos en los que los participantes se reencuentran con sus cajas de provisiones y pueden darse una panzada de ravioles de campaña recalentados en su propia lata, restañarse las heridas, ir al baño en un baño. El puesto de control está en una playa de ripio y el aspecto general es el de un cumpleaños de gente cerril. Todos andan medio desnudos o casi vestidos, con casco protector, pero sin remera; descalzos, pero con salvavidas. José, un salvadoreño que participa como voluntario en la organización de la carrera (en total hay 101 voluntarios de distintos países) avisa que el equipo argentino Cóndor Salomon abandonó la carrera. No se sabe, oficialmente, por qué. El periodista de AXN latino, Favio, se para frente a cámara y dice así: –En una decisión de orgullo y amor propio, el equipo argentino Condor Salomon ha abandonado la carrera en el PC 10. Al parecer, extraviaron la ruta y al regresar ya los habían pasado varios equipos. Seguir con la carrera hubiera significado un importante descenso del puesto en el que venían, de modo que el equipo argentino ha decidido abandonar.
El Eco Challenge es un lugar de famas fáciles de clasificar: los finlandeses, dicen todos, son amargos; los neozelandeses, dicen todos, son de fierro. La chica mexicana del equipo Pelon Pelo Rico, de México, dicen todos, es la más simpática. Debe ser: se llama Adriana Tello, tiene 36 años, maneja un negocio de venta de papel continuo para computadoras en Guadalajara y parece saludable, tostada, sonriente, a pesar de estar húmeda de pies a cabeza. Un compañero suyo se atraviesa con aguja e hilo una ampolla en el pie.
–Ay, mira, a veces me pregunto para qué pagar para sufrir. Pero ahora mismo hemos venido cantando por el lago, disfrutando el paisaje.
Equipo 02
El equipo Cóndor Salomon abandonó la carrera poco después del PC 10. Varios días después, de regreso en Buenos Aires, Pedro Usandizaga, el capitán, dice: –Abandonamos porque Federico (Van Ditmar) se dobló un tobillo en la morena y ya no podía seguir. Pero difícilmente volvamos a correr otro Eco. Esta carrera es un negoción para ellos. Gastamos 27.000 dólares. En Patagonia conseguimos un sponsor que nos dio 25.000 pesos, pero Burnett no quería que ganáramos. Yo me siento mal diciéndote esto, pero es así. Nos retuvo en el lago Gutiérrez 50 minutos revisándonos y al resto de los equipos los tuvo 5 minutos. Cuando llegamos a la meta, había 3000 personas esperándonos, pero en la emisión que se hizo por tele eso no aparece, y salimos terceros. Así no hay sponsor que te dure, si no te ponen ni tres segundos en la tele. El tipo dibuja una imagen. Al equipo finlandés no lo quiere nadie, porque el tipo dice todo el tiempo que son amargos, pero nosotros estuvimos tres días con ellos y nada que ver, son macanudos. Me da bronca. Yo pagué 13.000 dólares por estar corriendo ahí. Y que no nos filme ni un segundo. El tipo elige un par de equipos y los sigue pase lo que pase. Y si no hay problemas en el equipo, no le interesa. El quiere que tengan conflictos.
La imagen es todo
Este año, en Nueva Zelanda, hay dos equipos que tienen mayoría de mujeres: el de Holanda y el de Brasil. El AXN Athena Brasil está formado por la capitana Silvia Guimaraes (de 26 años, maestra de Sao Paulo) Eleonora Audra (diseñadora de Sao Paulo, de 23), Karina Bacha (estudiante de 24 años, de la misma ciudad) y Sergio Sa (un personal trainer paolista, de 34). El equipo tiene su fama alegre, que cultiva bien: bajan del bote cantando Garota de Ipanema, claman por cerveza fría, alzan los brazos en agradecimiento cuando los demás equipos los alientan al grito de: “Vamos, Brasil”, y en general parecen estar divirtiéndose como locos.
Pero una tarde, en una de las ruedas de prensa, ante una pregunta sobre el equipo brasileño, Burnett dirá: –Bueno, las chicas dicen que el hombre es parte del equipo obligatorio y que por eso no pueden deshacerse de él, pero que si pudieran lo harían.
Un periodista especializado, que conoce al equipo brasileño, asegura que no existen conflictos internos en el equipo. No deja de preguntarse, después, hasta dónde la historia que Burnett quiere contar es laverdadera.
Equipo 03
Se hacían llamar Espíritu Argentino y al principio lo pasaron mal. Francisco Mayorga, uno de los miembros del equipo, se enfermó el primer día y no pudo comer nada. Vomitaba hasta el agua. –Pero un médico le dio un antihistamínico y se le pasó –dice desde su oficina en el Centro porteño el capitán del equipo, Ernesto Van Peborgh–. Al final nos desquitamos. Nos faltaban poco para llegar, íbamos cruzando la montaña y sabíamos que había un pub por ahí. Nos metimos en el pub a comer papas fritas, pescado frito y helados, seis jarras de coca cola, mientras la carrera pasaba. Lo más panchos, al lado de una estufa, mirado un partido de rugby por televisión. Nos tiramos a dormir en la alfombra, frente al fuego, habremos estado cinco horas. Nos lo tomamos con mucha calma. Había equipos que ni armaban la carpa para dormir. Llegamos a la línea de llegada a las 8 de la noche. No había una gota de viento. Silencio. Remando. No se veía gente. Y en eso escuchamos: “Vamos vamos, Argentina”. Fue... emocionante. Estaba el equipo de Virginia Elizalde, todos saltando. Cantando.
¡Qué bien, es difícil!
24 de octubre. En la zona del lago Ohau, donde están los PC 15, 16, 17 y 18, hay otro camping de caravanas, una gran carpa que es el comedor, baños químicos impecables, y una cabaña de madera en la que Mark da su conferencia de prensa cada tarde. La noticia es que los primeros equipos van a terminar dos días antes de lo esperado. –Los neozelandeses no durmieron –dice Burnett–. No son gente normal. Ni una persona de cualquier unidad militar del mundo puede ganarle al equipo de Nueva Zelanda. La mujer del grupo le puede patear el traste a cualquier militar. Ahora van a comenzar la parte de las bicicletas. Va a ser interesante. Están cansados, hambrientos... Va a ser brutal.
Por la tarde, un productor entrevista a un americano enorme sentado sobre el césped.
–Estaría contento si todo esto terminara ahora.
A sus espaldas, la chica del equipo está en ropa interior, vendándose un pie. El productor mira al camarógrafo, mira al americano grandote y le dice: –Está bien, pero ahora quisiera que, mientras decís eso, hicieras alguna cosa con tus manos.
El americano empieza a empacar pastillas en una bolsita.
–Voy a estar muy contento cuando termine todo esto. La verdad es que es increíble lo que uno puede hacer como equipo. Nos hemos apoyado mucho.
“Okay”, le dice el productor: –Pero me gustaría que lo dijeras así: “Ha sido todo muy duro, pero nos hemos apoyado mucho como equipo. De todos modos, voy a estar feliz cuando termine. Es peor de lo que suponía”.
El americano vuelve a sacar las pastillas de su bolsita y repite, obediente, lo que le dice el productor. En un rato, el americano se acercará a Jenny, la chica del equipo, la subirá a sus espaldas, y la llevará al baño. A ella, con el pie así, todavía le quedan tres días de carrera. Cuando vuelve del baño, Jenny está contenta: –Ah, estoy feliz de haber traído conmigo la pasta dental.
Equipo 04
El equipo argentino Merrel de los Andes, capitaneado por Jorge Aznarez, logró un buen puesto. Un par de semanas después, Jorge, desde la Patagonia, dice: –Sufrís. Sí. Pero lo bueno es el equipo. Llega un punto en que te olvidás del cuerpo y si necesitás ir al baño, no vas a buscar yuyos ni te importa. Lo que querés es avanzar y terminar esa tortura. En el Eco están los veinte mejores equipos del mundo. Hay momentos en que llorás de cansancio, de dolor. Tenés que subir una montaña enorme, y pensás: “No puedo dar un paso más y encima me pedís que suba esa montaña”. Mercedes, nuestra compañera, tuvo un esguince el tercer día, y lloraba de dolor, pero se lo aguantó. Yo soy como ella, abandono si estoy en camilla. El año anterior corrí el Eco de Sabah. Este año, cuando fui a correr una carrera de aventuras en Canadá, se me infectó un hueso de la cadera. Estuve un mes internado muy mal. Se me había metido un bicho en Sabah, un estafilococo dorado. Los médicos me decían: “Olvidate del Eco de Nueva Zelanda”, pero corrí igual. Sabah fue una carnicería. Plagado de sanguijuelas, llueve dos veces por día, vivís mojado, las heridas se te infectan. Al final, cuando estábamos todos heridos, nos hicieron pasar por unas cuevas. Estaban llenas de murciélagos y lo que pensábamos que era barro eran pilas enormes de caca de murciélago. Teníamos las manos y los pies lastimados y todo eso se nos metía por las heridas. Resulta que en la cueva había leptospirosis, pero nosotros nos enteramos en Buenos Aires. Cuando llegamos a Ezeiza nos estaban esperando las ambulancias. “Todos al hospital que tienen leptospirosis.” A los dos o tres días empezamos a temblar, fiebre, un horror. Este año, en Nueva Zelanda, le faltó adrenalina. No había nada que dijeras: “Qué bueno, qué arriesgado”.
Vencedores vencidos
El 25 de octubre el primer equipo llegó al último PC (37, en el lago Wanaka) . Y, a pesar de las predicciones, no fue el equipo PureNZ.com. Para los neozelandeses, no dormir tuvo sus consecuencias. En los últimos kilómetros, algunos miembros del equipo empezaron a desorientarse. –Dejé el planeta por algunas horas –dijo después el participante Nathan Fa’avae–. Estos tipos me hicieron caminar con los pies lastimados, sin dormir, y lo único que yo quería era irme a casa. Y ellos repetían: “Nathan, estamos en el Eco Challenge, y vamos primeros”. Pero no registraban lo que me estaba pasando. En un momento doblaron una curva y yo quedé ahí. Jeff Mitchell volvió a buscarme y me encontró completamente dormido.
Decidieron dormir tres horas, y fue entonces cuando el equipo americano Salomon Eco-Internet, que venía pisándoles los talones, los pasó.
El equipo, que llevaba el número 63, llegó a la meta el 25 de octubre a la 13.14. Cubrió los 368 km en cuatro días, cinco horas y treinta y cuatro minutos. Nunca hubo un Eco Challenge cuya meta fuera alcanzada tan rápido: el promedio anterior era de seis días. Veintiún minutos después, el equipo Pure NZ.com cruzó la línea de llegada.
El equipo Merrell de los Andes llegó en el puesto número 14. El equipo Aeropuertos Argentina 2000 llegó en el puesto número 40. El 30 de octubre, en el lugar número 50, llegó el equipo Espíritu Argentino.
Los esperaban con mate.
La carrera desde el sofá
La señal de cable AXN emitirá el Eco-Challenge New Zealand del 5 al 10 de mayo a las 8 p.m. y a las 2 a.m. El 10 de mayo, a las 9 p.m., emitirá un especial de una hora sobre los equipos latinoamericanos que participaron este año, y el domingo 12 de mayo, desde las 3 p.m. hasta las 10 p.m. la señal pondrá en el aire una maratón Eco Challenge con la carrera en continuado. Este año hubo participantes de la Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Guatemala, Irlanda, Israel, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Polonia, Rumania, Rusia, España, Suiza, Suecia, Turquía, Holanda, el Reino Unido, Uruguay y Venezuela, pero más de mil equipos habían solicitado la incripción. La mayoría de los equipos americanos resultó aplastante: de los 73 equipos que participaron en la carrera, más de 30 eran de Estados Unidos.
En números
368 kilómetros fue el recorrido total de la carrera en 2001, en Nueva Zelanda.
4 días, 5 horas y 34 minutos fue el tiempo que tardó el equipo ganador, Salomon Eco-Internet, en completar esa distancia.
14.500 dólares es el costo de inscripición de la próxima edición, que se realizará en octubre de 2002 en las islas Fiji.
50.000 dólares fue el premio para el equipo ganador en 2001.
4 fueron los equipos argentinos que participaron en Nueva Zelanda.
http://www.ecochallenge.com es el sitio oficial donde también pueden averiguarse los requisitos para la inscripción.
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