En el bosque, estaba a horas de morir congelado cuando alguien lo encontró: “Lo abracé para que no se desmayara”
De haber pasado otra hora en el frío, su destino hubiera sido fatal; cuando lo rescataron, conocieron su triste historia
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Sin fuerzas para mantenerse en pie, esa mañana su cuerpo dijo basta y se derrumbó en el bosque, al costado de una carretera secundaria en el condado de Jasper, Georgia. Inmóvil, congelado por el frío y la lluvia helada, lo único que podía hacer era observar los autos pasar.
Asustado y a punto de congelarse, intentó levantarse al ver que alguien se acercaba. Era Kristy Stephens, vicepresidenta de Whisker Warriors (una organización que se dedica a reducir la sobrepoblación animal y rescatar animales en peligro), cuya hija había visto al animal horas antes mientras hacía recados por la zona y había llamado a su madre para pedirle ayuda. El perro, desnutrido y frágil, no tenía energías para escapar, así que se quedó allí sentado, temblando.

“Le ofrecí algo de comida”, contó Stephens un medio local. “Después de unos momentos de vacilación, se acercó lentamente. Y, una vez que estuvo lo suficientemente cerca, con mucho cuidado le puse una correa para asegurarme de que estuviera a salvo”.
Stephens intentó llevar al perro a su coche, pero el animal no se movió. Se dio vuelta e intentó adentrarse más en el bosque. Preocupada por el delicado estado de salud del perro, Stephens envió a su hija a casa por unas mantas mientras intentaba ganarse la confianza del cachorro.
“Me senté con él, hablándole y dándole tiempo para que confiara en mí”, dijo. “Poco a poco, me dejó acercarme hasta que pude ponerle las manos encima y abrazarlo para que no se desmayara”.

El plan era meter al perro en una jaula y entregárselo a Tracy Campbell, directora de la Sociedad Protectora de Animales del Condado de Jasper. Pero una vez que Stephens y su hija lo tuvieron en el coche, envuelto en una manta, fue necesario hacer un cambio de estrategia. “Vimos la urgencia de su estado”, dijo Stephens. “Decidimos no meterlo en la jaula y llevarlo al veterinario lo antes posible”.
Llegaron justo a tiempo. El perro, al que bautizaron Rhodey, tenía una temperatura corporal de 35 °C, cuando la temperatura normal de los perros debería estar entre 38 y 39 °C. El veterinario dijo que de haber pasado otra hora en el frío, su destino hubiera sido fatal.

“Cuando un animal está hipotérmico, lo recomendable es colocarlo en un lugar cerrado, donde no haya corrientes de aire, cerca de alguna estufa, separado del piso, sobre una colchoneta o alfombra. Abrigarlo con mantas, colocarle una bolsa de agua caliente -siempre envuelta en una toalla para evitar quemaduras- sobre el tórax, detrás del codo, preferentemente del lado izquierdo, dado que el corazón se encuentra desplazado hacia ese lado”, explica Patricia Paredes, Médica Veterinaria del equipo de Natural Life (M.P 7387). “También se pueden envolver las cuatro extremidades o patas con papel de aluminio a modo de guante para disminuir la pérdida de calor corporal y, en los casos de hipotermia grave, se recomienda la infusión endovenosa de soluciones entibiadas”, detalla la experta.
En la clínica veterinaria y, según los protocolos para estos casos, a Rhodey le subieron la temperatura poco a poco, le hicieron análisis de sangre y le administraron fluidos. Durante los días siguientes, Stephens y Campbell aprendieron más sobre el dulce Rhodey, quien seguía siendo tímido y cauteloso en su nuevo entorno.

El veterinario determinó que tenía alrededor de un año y pesaba solo 18 kg, aproximadamente la mitad de lo que calcularon que debería pesar según su edad y tamaño. Dio positivo en las pruebas de anemia y dirofilariosis o enfermedad del gusano del corazón, pero estaba demasiado débil para comenzar el tratamiento. Transmitido por un mosquito, este gusano vive y se reproduce en los vasos sanguíneos cerca del corazón del perro, e incluso dentro de las cámaras del corazón.
De acuerdo a la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), la severidad de la enfermedad del parásito del corazón está relacionada con el número de parásitos que viven dentro del perro (la carga parasitaria), cuánto tiempo ha estado infectado y cómo reacciona el cuerpo del perro a la presencia de los parásitos del corazón. Y, en los estados avanzados, los síntomas incluyen tos persistente y cansancio después de una actividad leve, dificultad para respirar e insuficiencia cardiaca.
Rhodey poco a poco se adaptó a las nuevas personas que lo cuidaban en su vida. Aunque era tímido con otros perros, toleraba nuevos amigos y disfrutaba de los paseos con Stephens. Empezó a ganar peso.

Unas semanas después del rescate de Rhodey, Campbell recibió una llamada de una jubilada que estaba en duelo por la muerte de su perro y que, al ver el alerta con noticias sobre Rhodey, quedó sin aliento por la tristeza. Por eso se ofreció a cuidar y transitar a Rhodey.
“Cuando lo llevé a su hogar de tránsito con la señora, juro que entró en esa casa como si perteneciera allí”, dijo Campbell soprendida.
Rhodey vivirá con su madre de tránsito mientras se recupera. Está abrazando con entusiasmo la vida con alguien que lo ama. Stephens está maravillado con el perro en el que se está convirtiendo Rhodey. Calculó que vivió a la intemperie durante semanas, basándose en el estado en que lo encontró. “Rhodey luchó de verdad por sobrevivir”, dijo.
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