"Soy una drama queen". Así se define Florencia Canale, referente argentino de la novela romántica histórica y una de las escritoras más leídas del momento. Y lo dice porque sus libros no tienen finales felices, como el de Remedios de Escalada de San Martín, de quien es descendiente. También de Manuel Belgrano, Juan Manuel de Rosas, Justo José de Urquiza. Y ahora de Madamme Périchon, "La Libertina", una espía del Río de la Plata.
"Cuento el viaje del héroe clásico, el héroe griego. Y así es la vida, durísima, y seguramente sigo escribiendo novelas históricas tratando de entender cómo hicieron para vivir. Porque la vida es feroz. No es feliz", subraya la única escritora argentina que llegó a ser tapa de las revistas en bikini cuando tenía veinte años. La que hasta se dio el gusto de cantar pop en televisión, ser periodista en revistas de actualidad y llegar a publicar en octubre su noveno libro. Sin duda, todo un viaje.
- No debe haber sido fácil para tu familia ser aquella chica de los ´80...
- Siempre fui una persona desobediente, rebelde y peleadora. Fui un problema para todos. Me parece que era lo que estaba buscando. Y evidentemente me dejaron. Sabían que era un toco y me voy. Que era un juego, no muy divertido, porque de hecho no la pasaba tan bien. Otras preocupaciones me tomaban la cabeza ya en ese tiempo.
- ¿Como era la alquimia familiar?
- Tuve padres jóvenes, cuatro hermanos, abuelos muy fuertes, muy potentes. De mi abuela Esther Lamarca de Canale, Tita, tengo el mejor recuerdo de los veranos en Mar del Plata, y heredé un asunto religioso muy fuerte aunque terminé siendo atea. En ese momento estaba muy adherida a ella. Tejíamos, me enseñó a leer a los tres años. Y de mi abuelo materno, Moisés Polak (fue neuropatólogo), recibí todo el linaje intelectual. Era científico. Tendría que haber ganado el Premio Nobel, seguro que no se lo dieron porque era de izquierda. Fue él quien me inició en un mundo pensante. Me llevaba al laboratorio, me enseñó a armar preparados, me dejaba mirar horas por el microscopio. Me voló la cabeza.
Cuando dejó de ser modelo, Florencia Canale cursó un tiempo en la Facultad de Ciencias Exactas, hasta que finalmente se sumergió en la lectura y la escritura mientras hacía la carrera de Letras en la UBA. El periodismo le pareció una salida laboral acorde y así fue como comenzó a hacer sus primeros pasos en reconocidas revistas de actualidad. Fue entonces cuando en la revista Noticias, su jefe de entonces, Marcelo Larraquy, al enterarse de su parentesco con Remedios de Escalada, le sugirió que escribiera una novela sobre ella. "Me pareció que era mucho. Pero pasó un tiempo y sucedió". Desde entonces, la escritura la tomó por completo.
- Preferiste el pasado a la actualidad, la historia a las noticias...
- La ficción es mi país. No me voy más de acá. Tengo mucho que decir. La palabra escrita me ha salvado la vida. Me sigue salvando. Es el único lugar donde encuentro felicidad y calma. El resto no me interesa demasiado. La gente se escapa hacia adelante y yo me escapo hacia atrás todo el tiempo.
- No tenés hijos. ¿Fue una decisión personal?
- En algún momento con una pareja lo pensé, él ya tenia hijos y no quería. Y lo acepté. Evidentemente no era un deseo tan brutal porque sino los hubiera tenido. Tengo sobrinos de los que me siento no una madre, ya tienen (risas) y seguramente me prefieren como tía porque soy un poco brava. Los llevo de viaje. Me gustan los chicos, no es que los odie ni mucho menos…
- Durante mucho tiempo fue un tabú decir "no quiero ser madre", obligaba a tener que aclarar estas cosas...
- A veces, cuando me lo preguntan, veo que la gente padece cuando le digo que no, no saben muy bien qué hacer con eso…
- Dijiste que sos brava ¿por qué?
- No... con mis sobrinas. Cuando nos vamos de viaje. Soy de poner límites. Y es notable porque soy una defensora acérrima de la libertad. Me parece que uno tiene que bregar por instalarse en un lugar de libertad como Madame Périchon, la protagonista de mi última novela, "La Libertina".
- ¿Cómo te encontraste con este personaje?
- Conocía la historia y cuando terminé "La Vengadora", ya hablaba de ella con mi editora. Cuando estoy terminando un libro siempre necesito empezar a hablar del que viene porque me pone muy nerviosa el momento. Me angustio muchísimo si no tengo una historia para escribir, para ir, para escaparme. Y así fue como surgió su nombre en una reunión con el director de la editorial. Me dijo "me gustaría una mujer con decisiones, con los preceptos masculinos de la época". No había duda, era ella. Tenía una vida realmente de aventura.
- Y usaba el sexo como herramienta de poder
- Era una mujer de vanguardia. Una diferente. No solamente una libertina. Justamente no quería quedarme en la anécdota de sus practicas amatorias. Fue espía inglesa pero también fue doble agente. Y trabajó un poquito para los franceses. Trabajó para ella.
"A veces, cuando me preguntan si tengo hijos, veo que la gente padece cuando le digo que no, no saben muy bien qué hacer con eso"
- ¿Como vos?
- Ella estaba casada con Thomas O´Gorman, fue amante del general William Beresford, comandante inglés de las invasiones y luego de Santiago de Liniers, héroe de la reconquista. Era una señora de nadie. Fue señora de ella.
Absolutamente diferente para Buenos Aires del siglo XIX. Llevaba adelante sus ideas, negociaba sin inhibiciones con la política del cuerpo y del sexo.
- ¿A qué atribuís el éxito de la novela romántica histórica en Argentina?
- Estamos buscando de dónde venimos. Nos da muchísima curiosidad y tratamos de entender cómo vivían. Cómo hacían para salir adelante, para subsistir. Por supuesto que estamos hartos de la actualidad, la contingencia, la coyuntura. Por ahí estoy hablando de mi….Pero veo alrededor lo que pasa y…¡qué mejor que meterte en un barco y viajar y dejar este espanto que es el hoy! El presente es pura incertidumbre, el pasado no. El pasado es, fue, se cerró. Si no quieren incertidumbre, muchachas y muchachos, vayan al pasado.
- ¿No le ves encarnadura a ninguno de nuestros políticos para ser protagonista de alguna de tus novelas?
- A mi no me interesa el presente para novelarlo. Seguramente en el próximo siglo habrá escritores que no se qué harán con nuestro presente. Te diría que el siglo XX no me interesa. De la década del `30 en adelante me parece todo demasiado presente. En cambio el siglo XIX es un siglo épico. Más lírico, romántico. El presente no me enciende. Además no me gusta sentirme invadida por otras escrituras. Se ha escrito tanto de actualidad. Necesito escrituras un poquito en grado cero. Trabajo con Diego Harguindeguy, historiador, maestro de maestros. Mantenemos una correspondencia decimonónica por mail: le consulto, me recomienda. Y ahí comienzo a buscar el material, los libros. Ir a las librerías para mí es como para otras señoras ir a una joyería. Y después las charlas con mi editora…
- ¿Cómo es ese vínculo?
- Mi editora es Mercedes Güiraldes. Somos amigas desde los tres años. Nuestros padres eran amigos y las vueltas de la vida nos volvieron a cruzar. La relación con un editor es increíble. Tiene algo de psicólogo, de padre, de madre, de amante. Un domingo a las 9 de la mañana puedo arrancar escribiéndole porque se me ocurrió algo. Porque estoy muerta de amor o de odio. Pero por otro lado soy muy prolija. Como una alumna perfecta. Disciplinada. Tengo todo el tiempo el libro en la cabeza hasta que de repente paro y me pongo a escribir. Llevo un cuadernito donde anoto citas, palabras, frases. Y me armo mentalmente un esquema lleno de números, de caracteres. Si escribo tantos caracteres por día, me digo, a lo largo de una semana serán tantos, de un mes tantos. Después no le presto atención pero necesito esos caracteres…
- Igual que con los puntos de los tejidos que hacías con tu abuela Tita
- Le he hecho pullovers a algunos de mis novios. Había una fábula que decía que si le tejés a un novio después no te casás.
- Se dice lo mismo de quienes cultivan hortensias
- Y me encantan las hortensias. Será por eso que no me casé.
- ¿Qué más tenés ganas de hacer en la vida?
- Ir al pueblo de mi bisabuela rusa. Que mis novelas pasen a soporte audiovisual. Ahora empieza la grabación de mi novela de Manuel Belgrano para la TV Pública. Una miniserie de cuatro capítulos. Me gustaría entrar a ese mundo. No tengo otros hambres. Por ahora, me calma, me llena, me colma la escritura. Encontré mi propio placebo, mi medicación. Hay gente que necesita "comprar cosas" para calmar su ansia, bueno yo encontré el modo de calmar esa angustia leyendo y escribiendo.
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