Adelanto del flamante libro ¡Qué jugadora! Un siglo de fútbol femenino en la Argentina, en el que su autora Ayelén Pujol rastrea las huellas de las pioneras y reconstruye una historia que tiene mucho menos de moda que de perseverancia silenciosa.
¿Cómo es que las futbolistas no tenemos historia? ¿Nadie nada nunca? ¿Existen nuestras heroínas? ¿Quiénes son? ¿Dónde estarán las ruinas de la cancha sagrada donde las primeras mujeres patearon una pelota?
Estas preguntas circulan por mi cabeza desde hace unos años, pero en el último tiempo me las formulo con más frecuencia, quizás inmersa en una rutina que me aburre y me lleva a una pregunta introspectiva más fundamental: ¿por qué no soy futbolista si es con lo que soñé desde que tengo uso de razón? […]
La aspirina que calma mi angustia aparece en forma de imagen: Bettina Stagñares, ex jugadora, entrenadora y coordinadora del fútbol femenino en Estudiantes de La Plata, me muestra dos fotos reveladoras. Allí se ve a nueve mujeres en blanco y negro con ropa de calle. Algunas están con vestidos, otras con polleras por debajo de las rodillas, otras con pantalones negros largos, camisas y sacos. Todas tienen el pelo corto o por arriba de los hombros y están jugando al fútbol.
Son señoras que parecen sacadas de una película de Chaplin. En una de las fotos posan como un equipo con la pelota de cuero con la que jugaban, y en otra aparecen en acción: ocho corren a pura risa detrás de la pelota, cuatro de ellas llevan puesta una camiseta a rayas.
A medida que el fútbol se convirtió en deporte nacional y pasó a ser parte de nuestra identidad como argentinxs, a las futbolistas les resultó más difícil reclamar un espacio.
Bettina encontró esa foto en la casa de su familia, en La Plata: una de esas mujeres es Nélida Zulma "Beba" González, su mamá, la misma que años después, cuando Bettina le dijera que quería ser futbolista, haría todo lo posible para evitarlo. "Encontré esa imagen hace diez años en una caja, un domingo de lluvia, uno de esos días en los que una se pone a ver cosas viejas de la casa. Fue una sorpresa absoluta. Mamá era coqueta, siempre con sus aros, sus tacos, siempre con su frase: «Dejate de joder, nena, con el fútbol», y ahí estaba, feliz, jugando", dice y se emociona.
La foto no tiene fecha. Bettina calcula que será de 1950. Beba, su mamá, falleció en 2003 y Bettina necesitó tomarse un tiempo hasta poder preguntarle a su papá de cuándo era aquella imagen. "Nunca pude decirle: «Viste, vieja, vos me decías que no, me volvías loca, y en tus ratos libres jugabas»".
La imagen no solo encierra alegría, nostalgia y silencios; se transformó en una pieza fundamental del museo de nuestro fútbol. Es un caso testigo de que las mujeres jugaban en espacios públicos a mediados del siglo XX: vaya una a saber en qué parte del Parque Pereyra Iraola estaban Beba y sus amigas aquel día de una tarde cualquiera en que se juntaron para pasar un rato y divertirse […].
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El fútbol femenino en la Argentina siempre fue el desván que nunca se ordena: un lugar en el que hay objetos que tienen valor, pero que quedan sistemáticamente relegados. La historia de las mujeres y el fútbol no tiene un inicio claro en la Argentina, pero sí un punto que marca un antes y un después: 1991, el año en que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) creó un campeonato. Hay archivos que demuestran que en la década de 1920, treinta años antes de la foto de Beba González, en la cancha de Boca hubo un partido: otro hallazgo que también se me aparece en forma de imagen en la Biblioteca del Congreso de la Nación.
El diario La Vanguardia, que casi no tenía fotos, tiene un título en la página 3 de la edición del 13 de octubre de 1923 que me deja con la boca abierta: "El match femenino de football". El texto da cuenta de lo que ocurrió el día anterior en la antigua cancha de Boca, donde veintidós mujeres divididas en dos equipos jugaron el primer partido de la historia en el país. Los equipos se llamaban Argentinas y Cosmopolitas, y las primeras ganaron 4 a 3.
La Vanguardia se encarga de remarcar que esas mujeres fueron organizadas por un empresario con un único fin: una parodia para hacer un negocio.
En octubre de 1923 se jugó el primer partido de fútbol femenino en el país. Fue en la cancha de Boca. Los equipos se llamaban Argentinas y Cosmopolitas.
Sin embargo, el diario Crítica le da más lugar al encuentro en su edición. "Atrajo gran concurrencia el primer partido de football disputado por mujeres", anuncia en su segunda página.
En las seis fotos, que están distribuidas como un collage de Instagram (vaya adelanto en el tiempo), casi todas aparecen con una expresión de seriedad. Visten bermudas y camisas –las Cosmopolitas usan unas con cuello marinero en otro tono–, medias apenas por debajo de las rodillas y botas hasta el tobillo. Para controlar el pelo, absolutamente todas tienen unas gorras que rodean sus cabezas hasta las orejas.
La información es distinta y destaca el interés que había despertado el partido "en ambos sexos": seis mil personas, en su mayoría mujeres, se acercaron a ver el duelo.
Crítica, que había anunciado el encuentro un día antes, manifestó con preocupación que, si las mujeres jugaban al fútbol, iban a alejarse del tenis: "El football, hoy por hoy, monopoliza el entusiasmo de nuestras mujeres deportistas. Ellas encuentran aquí un encantador motivo para el flirt y un saludable recurso para el vigorizamiento físico. Esto hará ralear el entusiasmo por el tennis", describe la nota.
El football, hoy por hoy, monopoliza el entusiasmo de nuestras mujeres deportistas. Esto hará ralear el entusiasmo por el tennis.
Aquel 11 de octubre de 1923, el diario menciona que los "teams femeninos" irán multiplicándose y que esa propagación debía tener a los clubes atentos para generar los espacios para esta nueva disciplina que atraería a sus socias, y a sus amigas y familiares.
Para el encuentro, los dos equipos se entrenaron juntos en una cancha ubicada en Tucumán y Azopardo, un cruce de calles que hoy no existe, en la actual zona de Puerto Madero.
Es llamativo que en la actualidad se escuche que el deporte que practicamos "es una moda". En los medios de comunicación se suele decir que "ahora las mujeres juegan al fútbol". ¿Y este pasado? ¿Esta popularidad naciente en 1923?
La historiadora estadounidense Brenda Elsey, de la Universidad de Hofstra, en Nueva York, escribió, junto a Joshua Nadel, el libro Futbolera. A History of Women and Sports in Latin America ("Futbolera: una historia de la mujer y el deporte en América Latina"), que acaba de ser publicado. En su exploración, bucean en una época en la que el fútbol de varones ganaba popularidad en el continente.
"Descubrimos que ellas siempre tuvieron ganas de jugar", cuenta Brenda. Tiene lógica: ante tanta difusión y frente a la masividad de la práctica, habría sido extraño que las mujeres no se interesaran por ese juego que resultaba tan atractivo. En las primeras páginas de su libro, aparece una obra del pintor mexicano Ángel Zárraga que es casi una premonición: tres mujeres futbolistas que dialogan sin apuro, apoyadas en el límite de una cancha, con camisetas rojas y una pelota de cuero entre ellas. Zárraga imaginó esta escena muchísimo tiempo antes de que el deporte fuera reconocido. Se trata de tres campeonas que tienen la calma que da la victoria: acaban de ganar la primera Copa del Mundo de mujeres que se disputó en Francia en 1922, según consignó Zárraga en el extremo inferior izquierdo del cuadro. Son mujeres musculosas, deportistas experimentadas: la de la izquierda es su esposa, Jeannette Ivanoff, la capitana, que le toma la mano a Henriette Comte, quien habla acompañada por Thérèse Renault, la única que mira al espectador. Detrás, aparecen otras jugadoras en acción.
Brenda y Joshua hallaron un artículo de la revista Fray Mocho que contiene fotografías de tres equipos de fútbol femenino en Buenos Aires en 1923. Las personas de las imágenes se identifican como integrantes del primer club de fútbol de mujeres, llamado Río de la Plata, y hay allí al menos tres equipos. Es difícil seguir los pasos de aquel inicio. Brenda remarca que la mayoría de las revistas mostraban a las mujeres como objetos pasivos para admirar por su belleza, gracia o riqueza.
En 2018, se creó Las Pioneras del Fútbol Argentino, una organización que reúne y homenajea a ex jugadoras y trabaja para dar a conocer la historia del fútbol femenino.
El primer partido de fútbol en el país lo disputaron varones: fue el 20 de junio de 1867, en el feriado de Corpus Christi, a las 12.30 del mediodía, en el campo del Buenos Aires Cricket Club, donde hoy se encuentra el Planetario. Lo cierto es que a medida que el fútbol se convirtió en deporte nacional y pasó a ser parte de nuestra identidad como argentinxs, a las futbolistas les resultó más difícil reclamar un espacio allí.
"Hay que tener en cuenta que en esa época había mucha preocupación por los embarazos de las mujeres. Por entonces, había una disminución de la tasa de natalidad en la Argentina, que bajó un 54% de 1910 a 1930", aporta Brenda. Lo que sabemos hasta hoy es que nuestra historia parece haber empezado cincuenta y seis años después. Queda mucho trabajo por hacer. Desde aquel entonces hasta los detalles de los partidos lúdicos entre Beba y sus amigas, en 1950, hay todavía un hueco por completar. Pero nuestro rompecabezas se va armando.
En 2018, muchas piezas encastraron, y la ex arquera Lucila Sandoval fue fundamental para que eso ocurriera. Ese año, Lucila convocó a las futbolistas de los cincuenta, sesenta, setenta, ochenta y noventa para conformar Las Pioneras del Fútbol Argentino, una organización que reúne y homenajea a esas ex jugadoras. Lucila, la verdadera arqueóloga en este viaje que busca escribir nuestra historia, las junta, recopila datos de futbolistas y equipos, y también organiza eventos y colectas para aquellas que necesiten ayuda.
Y más: por impulso de Las Pioneras se presentó un proyecto de ley para que el 21 de agosto sea declarado el Día de la Futbolista. Se trata de una fecha histórica: ese día, Elba Selva anotó los cuatro goles de la victoria de la Selección argentina ante Inglaterra en el estadio Azteca, durante el Mundial femenino de 1971. Si los varones tienen el suyo, el 14 de mayo, en homenaje al gol convertido por Ernesto Grillo en un partido en la cancha de River en el que la Argentina le ganó 3 a 1 a Inglaterra, conocido como "el gol imposible" porque lo hizo desde un ángulo difícil, las mujeres también merecen tenerlo.
En el período previo a que la AFA comenzara a encargarse de organizar el fútbol femenino, hubo una Selección argentina que disputó un Mundial, el segundo de mujeres por fuera de la órbita de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), realizado por una federación que se armó para llevar adelante estos certámenes. El primero se había disputado en 1970 en Italia, y Dinamarca salió campeón. Un año después, México fue la sede elegida para el segundo.
En aquel tiempo, en Buenos Aires, solo había un puñado de clubes que recibían a mujeres: Piraña, en Pompeya; Excursionistas, en el Bajo Belgrano, y Universitario o All Boys, en Floresta. Las mujeres se enteraban de su existencia casi de casualidad, porque la información circulaba de boca en boca [...].
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