Muchas de las plantas que hoy florecen en nuestros jardines se han cultivado en el país durante más de un siglo y ya forman parte de nuestra cultura. Otras se han incorporado más recientemente y aún no contamos con suficiente información acerca de su comportamiento en estas latitudes. Entre las nuevas incorporaciones, algunas son, en realidad, reintroducciones porque ya se habían cultivado años atrás y luego cayeron en el olvido o pasaron de moda.
Conocer esta parte de la historia de nuestras plantas nos permite, por ejemplo, seleccionar aquellas especies que mejor se han adaptado a nuestro clima a lo largo de los años. A partir de ello también podemos inferir el comportamiento que tendrán las especies o variedades recientemente introducidas, cuando existan registros de cultivo anteriores.
El estudio de las referencias históricas nos brinda, muchas veces, datos sorprendentes en relación con la diversidad de especies cultivadas años atrás. Más allá de la connotación nostálgica, esta nota pretende echar luz sobre un aspecto poco conocido de nuestras plantas ornamentales: sus antecedentes de cultivo en el país.
Si bien en la Argentina no siempre se ha documentado la fecha de ingreso de especies y variedades, el material bibliográfico disponible nos permite conocer qué plantas poblaban nuestros jardines en el pasado. Los catálogos de plantas y semillas antiguos que editaban los viveros y semillerías de Buenos Aires constituyen una fuente de información fascinante. Por ejemplo, nos dicen que ya en el año 1905 Vicente Peluffo & Cía. comercializaba más de 50 variedades de tulipanes. En 1936 se cultivaban en la Argentina seis Viburnum diferentes: V. opulus, V. rotundifolium, V. sinensis, V. suspensum, V. tinus y V. tinus ‘Variegata’ y 450 variedades de rosas. En ese mismo año podían adquirirse semillas de Silene pendula, Xeranthemum annuum y Sanvitalia procumbens, especies anuales que hoy son casi desconocidas en los jardines.
Con el reciente advenimiento de las praderas naturales con herbáceas, muchas especies "nuevas" comenzaron a cultivarse en el país. Sin embargo, tras analizar viejos catálogos, podemos afirmar que la frase "nada nuevo bajo el sol" cobra aquí más relevancia que nunca.
Antirrhinum majus (conejito)
Familia: Plantagináceas
Cuando preguntamos a los adultos mayores sobre las plantas que recuerdan de los jardines de su infancia, los conejitos están entre las primeras que vuelven a la memoria. Ya había conejitos en las plazas de Buenos Aires a mediados de la década de 1870; y los había altos y enanos. Durante el año 1909 aparecen las primeras semillas de variedades con flores dobles en los comercios de Buenos Aires. Ya para ese entonces, se ofrecían unas diez variedades distintas –altas, enanas, simples y dobles– y hasta podían adquirirse semillas para flores de un solo color a elección. En algunos jardines aún es posible encontrar las tradicionales (heirloom, en inglés), más resistentes a adversidades, que se han cultivado por largo tiempo aquí. Esta especie suele volverse adventicia en Buenos Aires y podría decirse que se ‘aquerencia’: es común que crezca en intersticios y grietas de paredes y techos de las casas por muchos años, gracias a su capacidad de resiembra espontánea.
Es una planta perenne, erguida, de hasta un metro de altura. Las flores de varios colores se disponen en racimos alargados, desde la primavera hasta el otoño. Requiere pleno sol y suelos bien drenados. Soporta extremos de temperatura y sequía una vez establecida. Es sensible a roya y a marchitamiento. Se reproduce por semillas sembradas a fines del invierno en almácigo.
Dahlia x hortensis (dalia)
Familia: asteráceas
Las dalias fueron utilizadas en México en tiempos prehispánicos para adorno y también con fines medicinales y culinarios. En 1789, Antonio José Cavanilles, director del Real Jardín Botánico de Madrid, recibe las primeras semillas desde México. Las dalias que fueron enviadas por primera vez a España eran simples, con un disco grueso de color amarillo y rayas escarlata. Cavanilles se encargó de enviar semillas a diferentes jardines botánicos en Europa. Así llegó hasta Londres en 1798 y en 1829 se transformó en una de las flores más populares de Inglaterra. El fervor por la dalia fue creciendo y alcanzó su cima en 1840, cuando ya se contabilizaban más de 2000 variedades. Para 1960 era considerada una flor vulgar, relegada a los jardines de las clases trabajadoras en ese país. En 1990, Christopher Lloyd genera el milagro y vuelve a situarla en el podio de las preferidas por los jardineros de todo el mundo. En la actualidad, goza de gran popularidad en Europa. Hoy existen 50.000 variedades de dalia.
El primer jardín de aclimatación de la ciudad de Buenos Aires fue decayendo durante la gobernación del coronel Manuel Dorrego, y fueron perdiéndose las valiosas especies allí cultivadas. Un inventario de 1828 menciona que aún quedaban dalias y otras plantas. Para 1909 estaban de moda en Buenos Aires las variedades de flores simples. Mauduit y Peluffo describen en detalle unas 120 variedades clasificadas por grupos. En 1959, la casa Burastero, Castiglioni y Cía. incluía 42 variedades en su catálogo. En la actualidad se conservan variedades tradicionales en viejos jardines de Mar del Plata y en las sierras de Córdoba.
Las variedades que hoy cultivamos son híbridos derivados principalmente de Dahlia pinnata y D. variabilis. En Buenos Aires, el crecimiento de la dalia se resiente por el calor y se torna susceptible a adversidades; esto se debe a que proviene de zonas montañosas de entre 500 y 3500 metros de altura. En su hábitat de origen, se halla adaptada a una estación cálida y lluviosa, y a una fría y seca.
Requiere pleno sol, suelos fértiles, húmedos y bien drenados, y no soporta períodos prolongados de sequía durante la estación de crecimiento. Es susceptible a oídio, virus y arañuela. Se reproduce por semillas y por esquejes o división. En nuestro país prosperan muy bien en climas con amplitud térmica diaria, como aquellos de zonas serranas y marítimas.
Heliotropium arborescens (heliotropo)
Familia: Boragináceas
Favorita durante la época victoriana, esta planta fue introducida en Inglaterra antes de 1757. Hallada en los Andes de Perú en 1735 por el botánico francés Joseph de Jussieu, fue intensamente mejorada en Europa, donde se obtuvieron numerosas variedades. En el informe elevado al Departamento de Agricultura del año 1874, el jardinero en jefe del jardín de aclimatación de la ciudad de Buenos Aires menciona: "Una de las mejores plantas de parterre, florece a principios de primavera".
En 1909 era bastante más popular en los jardines porteños que en la actualidad. Para esa fecha se citan unas 30 variedades distintas, con flores de color blanco, lila claro, azulado, rosado y violeta. En 1936, la Casa Costantini de Buenos Aires ofrecía a la venta semillas de cuatro variedades diferentes. Por estos días no es una planta muy difundida en nuestro país, prevaleciendo las variedades enanas de flores violetas que se cultivan como anuales para borduras. Sin embargo, en algunos jardines aún es posible encontrar las variedades altas, que se manejan como verdaderos arbustos.
Las hojas son de un verde oscuro, rugosas en la cara superior. Las flores violetas, lilas o blancas, muy perfumadas, se disponen en cimas escorpioides terminales. Prospera a pleno sol o a media sombra, en suelo fértil y bien drenado y tolera la sequía una vez establecida. No soporta heladas. Se reproduce por semillas sembradas en primavera, de las que se obtienen plantas variables. Las variedades selectas deben propagarse por gajos.
Mimulus cupreus (mímulo)
Familia: Frimáceas
Fue introducida a Inglaterra desde Chile en 1861 y de los cruzamientos con M. guttatus, de flores amarillas, han surgido híbridos de diversos colores. Estos fueron populares hacia el final del siglo XX en Europa. En 1874, un informe del encargado del jardín de aclimatación en Buenos Aires cita en cultivo unas cinco variedades de Mimulus. En 1937, un año después de la construcción del Obelisco, se edita la memoria respectiva de la Dirección de Paseos. En ella se adjunta un listado con las plantas cultivadas en parques y plazas de la ciudad que incluye a Mimulus cupreus. Bastante tiempo antes, en 1905, las semillas de al menos tres especies podían adquirirse en un comercio de la calle Alsina 623. Por estos días no suelen verse mímulos en los jardines de Buenos Aires ni en sus plazas. Estas plantas no soportan altas temperaturas y son muy susceptibles a la falta de humedad en el suelo. Es probable que el efecto ‘isla de calor’ como consecuencia del crecimiento poblacional de la ciudad condicione la factibilidad de su cultivo en el presente.
Es una hierba perenne cultivada como anual, erecta o decumbente, con flores anaranjadas. Requiere media sombra y suelos húmedos. Prospera en Mar del Plata, donde florece en primavera por un breve período. Se reproduce por semillas que deben sembrarse en almácigo en otoño.
Clitoria ternatea (clitoria)
Familia: Fabáceas
En el año 1959 era una planta rara en la Argentina, cultivada esporádicamente en la ciudad de Salta. Sin embargo, sus semillas se ofrecían a la venta ya unos veinte años antes. Por aquel entonces, los jardineros podían acudir a la Casa Calé de la calle Pueyrredón 75 en la Ciudad de Buenos Aires y adquirir sus semillas. En ese mismo año también se comercializa la variedad ‘Alba’, de flores blancas, según atestigua el catálogo de la Casa El Colón de la calle Anchorena 450. En la actualidad no está muy difundida, aunque prospera muy bien en el clima de Buenos Aires a partir de una siembra temprana en primavera.
Es una planta trepadora perenne, de gran belleza, cultivada como anual (PVO) en la zona central del país. Alcanza hasta 2 m de altura. Requiere pleno sol, suelos fértiles y bien drenados y riego abundante. Debe conducirse sobre soportes o entramados por tener tallos volubles. Es apta para el cultivo en contenedores de, al menos, 60 cm de profundidad. Esto permite el traslado de las plantas al resguardo en el invierno en zonas con heladas.
Portulaca grandiflora (portulaca, flor de seda)
Familia: Portulacáceas
En un catálogo de semillas de Buenos Aires del año 1905 se describen tres variedades: ‘grandiflora’, ‘variegata’ y ‘variada’. El catálogo de 1935 incorpora una variedad doble, otra de Paraná (violeta rojizo) y una erecta. En el año 1948, Diego Legrand publica "Las especies del género Portulaca cultivadas en Argentina" y allí explica que las plantas de esta especie presentes en los jardines fueron obtenidas de semillas provenientes de Europa. Lo sorprendente es que las plantas europeas provenían originalmente de la Argentina. Los primeros ejemplares fueron recogidos por John Gillies hacia el año 1827 en la provincia de Mendoza y enviados a Europa. En la actualidad contamos con variedades dobles de flores grandes y ya casi no se cultivan las de flores simples. Para ello hay que buscar en catálogos especializados o viajar a Mendoza, donde crecen silvestres las formas más modestas, pero no por ello menos atractivas.
Requiere pleno sol y es indicada para borduras. Esta anual de ciclo PVO se siembra desde fines de invierno hasta finales de primavera. Luego se trasplanta a canteros con buena tierra, a unos 15 cm de distancia entre plantas. También puede propagarse por gajos.
Por: Ing. Agr. Rolando Uría.
www.salvias.com.ar
Agradecimiento: Gabriela Benito
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