Mark Burnett: de Malvinas al Gran Hermano
Peleó con el ejército británico en la Guerra de Malvinas y luego revolucionó la TV con un género que puso a la gente común ante las cámaras: el reality show
lanacionarLa televisión no conoce la noche. Es el día perpetuo. Es una luz incesante que pone fin a la alternancia entre el día y la noche", escribió el sociólogo francés Jean Baudrillard. Decidida a brillar sin pausa, la TV vive hambrienta de novedades tecnológicas. Bulímica, las deglute para generar nuevos formatos.
En la década del 90, la pantalla descubrió una veta que aún sigue explotando con éxito: los reality shows. El inglés Mark Burnett, emigrado a los Estados Unidos, se convirtió allí en el productor más famoso de ese género. Audiencias multitudinarias ha cautivado Burnett con ciclos dedicados a contar historias poniendo a la gente común bajo los reflectores durante las veinticuatro horas. Entre otros, Survivor (la versión argentina se llamó Expedición Robinson y la condujo Julián Weich), El aprendiz (donde el empresario Donald Trump hace de la selección de personal un espectáculo televisivo) y El retador (en el que desfilan aspirantes a boxeador estelar).
Ahora le llegó el turno a Rock Star: INXS, el reality donde se ha elegido al sucesor de Michael Hutchence, el cantante de la banda australiana, muerto en 1997. En América latina, el ciclo, ya emitido en los Estados Unidos, sale al aire por MuchMusic, y en diciembre se conocerá cuál de los quince participantes de uno y otro sexo ha sido el ganador. Mientras tanto, Burnett ya está pensando en crear otro reality de rock, según le cuenta a la Revista en diálogo telefónico desde Los Angeles.
–Años atrás se decía que "el cine es más grande que la vida". ¿El atractivo de los reality shows consiste en afirmar que la vida real es más grande que la tele?
–No, lo que demuestra el éxito de los reality shows es que la clave sigue siendo la misma que en el cine: contar una buena historia. Guionadas o no, lo que el público quiere y premia son las historias de seres humanos.
–¿Cuánto de show y cuánto de verdad debe haber en un buen reality?
–Hay diferentes clases de reality shows, pero si se fija en los que yo produje, todos tienen que ver con algo que está en el imaginario de la gente. Survivor se relacionaba con la aventura de Robinson Crusoe. Detrás de El retador había algo de Rocky, la película de Sylvester Stallone. En Rock Star se juega con algo que todo el mundo puede entender: el deseo de convertirse en una estrella de rock. ¿Quién no se ha mirado al espejo mientras se peinaba y se ha puesto a cantar como si fuera un consagrado?
–Usted declaró que también trabajaba con el sentimiento de exclusión para atraer a la audiencia. ¿A qué se refería?
–En todos mis shows, cada semana un participante debe volver a su casa. Ese momento marca un pico de emoción, porque todos nos imaginamos lo que está sintiendo el que queda excluido. En más o en menos, todos hemos experimentado alguna vez el vacío de la exclusión. Sea en el equipo de deportes del colegio, en una fiesta de la universidad o en un grupo de trabajo, a todos nos han dejado afuera alguna vez. Así aprendimos a temerle a la exclusión, y ése es el miedo que volvemos a sentir cada vez que un participante es apartado en un reality.
–Parece que estuviera hablando del miedo a la exclusión definitiva: la muerte.
–Sí, justamente, Survivor estaba relacionado con la muerte. Por eso, cuando uno de los participantes debía abandonar la isla yo lo ponía a atravesar un camino teñido por una luz azul, como si estuviera yendo hacia la última línea de la vida. Había un marcado corte entre la iluminación que hasta entonces era anaranjada y esos destellos azules en los que se insertaba el excluido. En Rock Star, en cambio, no recurrí a esa luz azul porque aquí se trata de artistas, y a los artistas les espera un futuro luminoso; ellos son la celebración de la vida. Deliberadamente, dejé la luz naranja: no quiero relacionar el rock con la muerte, porque el rock es la música de la vida.
–Pero en Rock Star: INXS los participantes compiten para ocupar el lugar de un hombre que efectivamente ha muerto. ¿Se plantearon que aquí el asunto no es metáfora?
–Esa fue una de las grandes cuestiones para resolver. Y ése es otro de los motivos por los que esta vez renuncié al uso de la luz azul en el momento de la eliminación de los participantes, porque en este caso habría traído una reminiscencia de la muerte real. Y ése no era el punto de vista desde el que encaramos el reemplazo de Michael Hutchence en el programa. INXS fue una banda integrada por íntimos amigos y, en tal sentido, preferimos imaginar que desde el cielo Michael sabe que lo más apropiado es que la banda siga adelante en honor a su memoria y que los alienta a continuar.
–¿La televisión puede convertir a cualquier persona en celebridad?
–No, no cualquiera que participe en un reality show podrá hacerse famoso. Y el motivo es claro: los participantes no son actores, y en la mayoría de los casos ni siquiera tienen talento actoral; no es en función de eso que se los ha elegido. Los actores profesionales que llegan a la fama tienen una cualidad especial: apenas entran en una habitación, cualquiera advierte que esa persona es una estrella. Salvando las distancias, alguna gente común también atrae las miradas apenas llega a un sitio; es como si iluminaran el lugar. Una persona de ese tipo puede llegar a ser la estrella de un reality, pero eso no implica ser una estrella en el mismo sentido en que lo son los consagrados en el cine o en la TV.
–¿Con qué criterio elige entre los que aspiran a participar en un reality?
–Privilegio a los que tienen esa suerte de magnetismo que acabo de describir y me fijo en que no estén buscando la fama, sino vivir una experiencia diferente.
–¿Por qué descarta a los que quieren ser célebres?
–Porque esa gente suele resultar muy aburrida.
–¿Existe en este género la posibilidad de guionar algunos diálogos?
–No, ninguna. En este tipo de programas no se pueden escribir guiones porque se trabaja con gente que no sabe actuar. Si se les diera un libreto sonarían como estúpidos diciendo mentiras.
–¿Tienen los reality shows un planteo lúdico que nos remite a la infancia?
–Sobre eso hablé mucho con los participantes de Survivor. Yo les aconsejaba que aprovecharan al máximo lo que iban a vivir: dos o tres meses en los que nadie los llamaría por teléfono ni les reclamaría nada, es decir, una experiencia inusual entre adultos; única, diría: pasar un tiempo en el que no hay más trabajo que jugar y dejar que los demás miren cómo juegan.
–Debe de ser muy difícil editar la cantidad de horas que se graban en un reality, decidir cuáles son los fragmentos más apropiados para contar la historia del grupo...
–Justamente allí está el desafío. Pero no es muy diferente de lo que le sucede a un poeta, un escritor o un pintor, porque en eso consiste el arte: en saber qué es lo que no hay que pintar o qué lo que no hay que escribir para que la obra merezca la pena.
–¿Aprendió algo nuevo al producir Star Rock, el primer reality de rock?
–Sí, aumentó mucho mi conocimiento de la música y entendí lo difícil que es encontrar verdaderos talentos en ese rubro. Estoy entusiasmado al punto de querer hacer una segunda temporada.
–Cuando puso al magnate Donald Trump a conducir El aprendiz, ¿estaba seguro de que se desempeñaría bien?
–Sí, porque a él le gusta estar en la TV. Era perfecto para ese show en el que se exhibía a la gente rica para que la audiencia se permitiera soñar que algún día podría ser uno de ellos. Eso fue lo que despertó tanto interés en el show porque –no nos engañemos–: todo el mundo quiere ser rico.
–¿Tiene límites éticos en la producción televisiva?
–Todos tenemos límites éticos, pero en este caso la ética va de la mano del negocio. A los avisadores no les conviene que sus marcas queden asociadas a un show donde se transgredan determinadas normas morales y estéticas. Si el contenido de un programa es negativo, a la larga no tiene sponsors, y está claro que la televisión se hace con el foco en la gente que compra espacios publicitarios; ésa es la realidad del medio.
Gira mundial
En la Argentina, Rock Star: INXS se emite por MuchMusic los miércoles, jueves y viernes, a las 22. Entretanto, la banda australiana planea, para enero de 2006, la primera gira mundial con el cantante surgido del reality show. Según consta en el dossier de prensa del ciclo, el guitarrista y miembro fundador de INXS, Tim Farriss, promete que la Argentina será uno de los puntos del tour. Con el recuerdo aún vivo de la presentación que realizaron en Vélez hace veinte años, Farriss declara: "La Argentina nos proporcionó uno de nuestros primeros número uno mundiales fuera de Australia, y la pasión de la audiencia que encontramos allí nunca dejó de abrumarnos. Honestamente, ansiamos el momento de volver para dejar nuestros corazones sobre el escenario".
En las Malvinas
Considerado un fabricante de éxitos, en la industria televisiva muchos acuden a Mark Burnett en busca de consejo para convertir las ideas en dinero. Pero la mejor recomendación que este hombre nacido en Londres tiene para dar no la obtuvo en Hollywood y no cabe en el estrecho marco del televisor. Resulta que antes de radicarse en Los Angeles, Burnett integró el ejército británico y peleó en la Guerra de Malvinas. Cuando se le pregunta por esa experiencia, dice que allí y entonces obtuvo una lección de vida que habría de marcarlo para siempre.
"Cuando la contienda terminó, tuve que pasar una semana junto a un grupo de prisioneros argentinos –recuerda–. Durante esos días de convivencia hablamos de la Argentina, de Inglaterra, de nuestras vidas. Sí, de todo eso hablamos la misma gente que una semana antes habíamos estado tratando de matarnos unos a otros. Ocurre que éramos seres humanos y que empezamos a preguntarnos por qué habíamos estado disparando unos contra otros. Y la respuesta era la misma para todos: porque los políticos lo habían decidido. Suena muy loco, pero con esos prisioneros argentinos terminamos intercambiándonos los uniformes. Le puedo asegurar que si los hombres tuvieran la ocasión de hablar y conocerse ya no se matarían."
Según cuenta, cuando las noticias internacionales lo llevan a pensar en el conflicto de Medio Oriente, él vuelve a verse al final de la guerra junto a los combatientes argentinos y acaricia una utopía: "Si a todos los israelíes y palestinos se los pudiera poner a convivir en grupos reducidos durante una semana, el enfrentamiento terminaría para siempre".
lanacionar