Qué significa que un perro ladre mucho y cómo revertirlo
Aunque los ladridos de las mascotas pueden resultar molestos en ocasiones, es importante reconocer que cada uno tiene su propio significado y propósito subyacente
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Los perros, al igual que los gatos, son uno de los animales que más se adaptan a la convivencia con los humanos, por lo que suelen convertirse en los más elegidos a la hora de sumar un nuevo integrante a la familia. Por esto mismo, hay que tener en cuenta ciertas cosas que pueden hacer los peludos y que, a veces, desconciertan a sus dueños. Sin lugar a dudas, una de ellas es ladrar mucho, pero hay varios motivos que pueden estar relacionados con esto.
Por qué ladran los perros
Para comenzar, es importante destacar que los canes pueden iniciar su ladrido por diversos motivos: como reacción ante una situación alarmante, por temor, por falta de estímulo, para captar la atención de su familia, debido a la ansiedad por separación o, simplemente, como una forma de saludar y entablar juego con seres humanos u otros compañeros anímales.
No obstante, si los ladridos son excesivos y ocurren en momentos inoportunos, es probable que estén manifestando emociones negativas. Un ejemplo común de ladridos inapropiados de los perros es al encontrarse con extraños en la calle o ante cualquier persona que pase frente a la casa. La inseguridad, el miedo, la frustración y el aburrimiento son las razones más habituales detrás de los ladridos en abundancia. Además, todo lo que aumente la excitación del perro también puede incrementar los ladridos, por ejemplo:
- Transferencia del estado de ánimo: si la persona está nerviosa, el perro también se pondrá en ese mismo estado.
- Expectativa intensificada: si el dueño tiene una pelota en la mano, por ejemplo, y no la tira, genera que el animal se ponga ansioso.
- Decir palabras con enojo: el perro puede sentir que la persona está ladrando con él.
Teniendo esto en cuenta, se vuelve fundamental, en primer lugar, identificar el tipo de ladrido que está teniendo el animal, algunos de ellos son los siguientes:
Ladrido de alerta o advertencia:
Es usual que un perro ladre al escuchar que alguien está en la puerta de la casa o cuando se acercan extraños, especialmente si hay niños en la familia. El sonido de este ladrido suele ser agudo, fuerte y autoritario.
Ladridos de ansiedad:
Estos ladridos a menudo parecen ser un mecanismo de autoconsuelo para muchos perros. Son frecuentemente agudos y a veces van acompañados de gemidos. Este tipo de ladrido es típico en perros que sufren de ansiedad por separación, miedos y fobias.
Búsqueda de atención:
Cuando se percibe este ladrido, se entiende su significado. Es una manera en que el perro comunica su presencia. Algunos pueden sollozar y ladrar para atraer la atención.
Ladrido de juego o excitación:
Este tipo de ladrido es especialmente común en cachorros y perros jóvenes. Muchos perros ladran mientras juegan con personas u otros perros. Algunos ladran con entusiasmo cuando saben que están a punto de salir a pasear, pero es suave y es comprensible para sus familiares.
Qué hacer si el perro ladra sin parar
Si se vuelve un ladrido excesivo que no permite comprender el motivo, hay ciertas técnicas para intentar revertirlo. Puede ser una buena idea recurrir a ayuda profesional, con un veterinario o escuela canina.
En primer lugar, es importante conocer que utilizar castigos nunca es una buena opción. Muchas personas optan por collares de impulsos, que castigan en forma de pulverización cuando el animal ladra; aunque esto los asusta y los lleva a dejar de hacerlo, el problema no termina. En el caso de que ladren por inseguridad o depresión, tendrán aún más miedo, porque aunque no realicen esa acción, por dentro sentirán pánico.
Una alternativa más amigable y probada con éxito es la planteada por Germán Quintana, doctor en veterinaria y experto en comportamiento, quien dejó en claro que en vez de castigarlo, es mejor premiar el comportamiento que sí es correcto; es decir, cuando esté tranquilo, darle una recompensa, para que relacione portarse bien con recibir un regalo.
Es igualmente crucial evitar reforzar conductas no deseadas. Por ejemplo, si un perro le lleva su pelota a su dueño y ladra para llamar la atención y jugar, al ceder repetidamente se estará fortaleciendo ese comportamiento. Esta táctica habrá sido efectiva y, en el futuro, el perro volverá a ladrar cuando quiera jugar.
LA NACIONTemas
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