Los aspirantes a hacer carrera en la danza suelen empezar desde muy jóvenes, y así fueron las cosas para este bailarín, coreógrafo y modelo también a la hora de los tatuajes. A los 18, Maxi Buitrago ya lucía en la espalda su primer tatuaje, que luego taparía no por arrepentido, sino para expandir el concepto inicial. Con el tiempo, Maxi fue poblando su cuerpo de tinta y terminó luciéndolos arriba del escenario junto con Belinda y Gloria Trevi cuando vivía en México o, desde hace unos años ya, en el Bailando por expreso pedido de Marcelo Tinelli.
¿Cuántos tenés?
Es difícil contarlos porque tengo por todo el cuerpo, toda la espalda tatuada y algunos chiquitos en las manos. Son cerca de 20.
¿Cuándo te hiciste el primero?
A los 18, apenas cumplí la mayoría de edad. Mi hermano, el más grande, me lleva un año y tenemos gustos parecidos, nos dedicamos a lo mismo y nos gusta el rock. Él se tatuó primero y yo fui a acompañarlo, pero como me encantó lo que hacían, volví y me tatué yo también. Era un yin y un yang con el sol y la luna. Lo tuve que tapar cuando decidí hacerme toda la espalda. Me arrepentí por el tamaño porque prefería tener algo más importante en esa zona. La espalda es el lienzo más grande que tenemos. Me lo tapé junto con el segundo que me hice, un símbolo religioso medio sintoísta que veneraba la fuerza de la naturaleza y que tenía tatuado en el otro omóplato.
¿Cuál es tu favorito?
El más importante es el de la espalda. Simboliza el yin y el yang, con el tigre y el dragón, los animales que lo representan. Soy una persona de equilibrio y vivo mi vida alrededor de eso. Quise hacer la misma representación de mi primer tatuaje, pero a mayor escala y con más dibujos. Es el tatuaje que más me gusta artísticamente y, además, el que mejor me representa. Tengo otro en el pecho que me encanta y es más sentimental. Está dedicado a mis abuelas y lo leo todos los días cuando me miro al espejo. Dice: "No te des por vencido ni aun vencido" y "lo que no te mata te fortalece", con los nombres de ellas dos, que en paz descansen, y unas rosas. Se llamaban Teresa y Blanca y, por más que las frases no fueran de ellas, las usaron mucho durante nuestro crecimiento.
"TODOS MIS TATUAJES SON RECORDATORIOS DE COSAS QUE AMO. REPRESENTAn UN GUSTO O ALGO QUE ME PASÓ EN LA VIDA"
¿Qué no te tatuarías?
No me haría el nombre de mi novia. No me gustan ese tipo de tatuajes. Además, dicen que traen mala suerte. Sí me haría nombres de hijos o de gente con un sentimiento mayor, como mis abuelas.
¿Necesitás que todos tengan un significado?
Todos son recordatorios de cosas que amo. Representan un gusto o algo que pasó en mi vida, o incluso el modo en que me gustaría que sucedieran las cosas. En el brazo izquierdo tengo varios símbolos de la buena suerte, porque en algún momento tuve mucha mala suerte seguida y trataba de canalizar mi energía. Me afectaba mucho y uno atrae más de lo mismo. Buscaba atraer buena suerte y decidí canalizarlo así con tatuajes sobre eso. En esa manga también me hice mi número de la suerte: el 22, el loco. Me quiero hacer toda la manga de eso. Me gustaba llevarlos en la piel como un recordatorio. Tengo el mismo tatuaje que mi hermano y mi papá, nos lo hicimos los tres juntos. Soy de familia española, empecé a investigar la descendencia y encontré los escudos de las dos familias: el de la de mi papá y el de la de mi mamá. Sobre esa base fue que diseñamos un escudo nuevo, para que simbolizara la unión de ambas familias, y nos lo hicimos los tres.
¿Tenés algún tatuador de cabecera?
Me tatúo mucho con amigos, y muchas veces lo hago con allegados que recién están empezando. Quieren probar y les doy una oportunidad porque están en la misma que uno y uno les da una parte del cuerpo para que muestren su arte. Me fijo en los trabajos que vienen haciendo y, según la confianza que les tengo, decido el tamaño del tatuaje. Tengo muchos tatuajes chicos de personas que recién se están iniciando.
¿Cómo influyeron los tatuajes en tu trabajo?
Empecé con tatuajes que pudiera ocultar, porque cuando era chico trabajaba mucho para Disney. Hacía espectáculos infantiles y no era muy común poner al frente a un bailarín tatuado. Cuando me dejaron de interesar ese tipo de trabajos, me empecé a tatuar más. Pensaba que podían dejar de llamarme y fue todo lo contrario. Cuando trabajaba con un cantante en México me hacían salir en cuero a propósito, para que mostrara la espalda. Nunca me generaron algo negativo. La primera vez que estuve en el Bailando, me sacaron la camisa. Tenía que desabrochármela en la primera coreografía, pero cuando vieron que tenía varios tatuajes me pidieron que me la sacara y tuvo mucha repercusión. Pasé a ser "el bailarín tatuado" y, desde ahí, me empezaron a reconocer por eso.
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