
MEX URTIZBEREA FOR FAI EN CAMPAÑA
Es el artífice de un ciclo que comenzó en el cable como programa infantil, ganó premios y llegó a la televisión abierta para enfrentar a los políticos con niños preguntones y mordaces. Hoy, pelea contra el rating
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El hombrecito de baja estatura, contextura directamente proporcional y cabellos finos como el hilo, tiene una mirada escurridiza. Por momentos es imposible adivinar si está dando un paseo por la luna o intentando concentrarse en su interlocutor. Si está imaginando un sketch para Mario Podestá o contando los habanos que guarda en varias tupperware de la heladera. El verano se funde en el techo de vidrio de la cocina, pintada de colores rabiosos. -Soy muy distraído, tengo serios problemas de memoria. Por ahí voy en el auto y me olvido adónde iba, entro de contramano o paso de largo en la calle que debía doblar. Cuando me casé con mi segunda mujer salí del Registro Civil de Córdoba y Bonpland y vi a mis tíos tirando arroz. Yo me preguntaba qué estaba haciendo ahí... Con mi amigo Marcelo Rodríguez tomamos el 93 en la esquina y nos fuimos. Bueno, a ella después la vi en la fiesta, pero estuve toda la noche tratando de zafarme de las fotos y esas cosas, yo sólo quería tocar mi música con la banda que había formado.
Ofrece café, pero no lo encuentra. Falta el colador, tampoco aparece. Al rato de escarbar entre la colección de ollas y sartenes (le encanta cocinar) un líquido negro con olor a café cae, con borra y todo, dentro y fuera de una taza honda, tipo balde. Se disculpa, seca el mantel de hule con un trapo húmedo y, sin disimulo, asoma la intimidad de su pequeño caos cotidiano.
-Por favor, te quiero atender bien y mirá... Soy un desastre, la verdad es que estoy tan poco en mi casa... La feria de papelitos, biromes, llaves, yogures light, boletas de luz, compacts, diarios, revistas y objetos varios que Mex Urtizberea acumula en el mundo de su mesa indican que eso es cierto. Que apenas si duerme en su departamento de la calle San Lorenzo. Que no le sobra tiempo para detenerse a reparar la cadena del baño que chorrea con generosidad de vertiente, y ni hablar de reconstruir el portero eléctrico que ya no suena ni con un bollo de papel apretado a la campana del timbre. Sólo que tal y como van las cosas el estado de sitio doméstico durará lo que el For Fai Presidente, es decir, meses o quizás años, porque la medida de su tiempo, dice y no hay lugar a duda, transcurre entre hacer o no hacer ese programa que inventó y dirigió durante cuatro años en el cable.
Esa perla, bautizada de culto por los más exigentes, despertó el fanatismo de grandes y chicos y le partió en dos la vida. Hay un antes y un después de 1995, cuando echó a andar su ciclo Magazine For Fai, que luego le valió dos premios Martín Fierro al mejor programa infantil de cable y que América 2 acaba de rescatar en otro de sus sensatos, pero esporádicos intentos por elevar la puntería de su pantalla. For Fai viene deambulando por distintos días y horarios: de martes pasó a sábados, y ahora está los domingos, a las 21. Por lo menos, hasta fin de mes hay tiempo para verlo. Después, todo depende del rating.
Canal raro el 2. Suele ser plataforma para ciclos experimentales y creativos, para programas periodísticos de investigación, como los de Jorge Lanata y Román Lejtman, pero al menor vaivén discontinúa esos ciclos y los reemplaza por inofensivos shows en los que el secreto reside en cortar una manzana exactamente por el medio. Cuando cerramos esta nota, a fines de febrero, no había demasiadas certezas sobre la continuidad de For Fai Presidente.
Pero ahí está, por ahora, el espectáculo de Urtizberea. Un banquete de candidatos atrincherados y una banda de mocosos sin guión, angelitos en bruto, masticando la carne más sabrosa de la víctima: la honestidad. Y claro, con tanta inocencia junta, ¿quién se anima a tirarles de las orejas?
"La cabeza de un niño te da vuelta. A mí me genera una gran adrenalina extra, porque es lo insospechado, es una mirada sin tamices ni filtros -dice el orgulloso progenitor de For Fai Presidente mientras ofrece más café-. Cuando visito amigos que tienen hijos, prefiero estar con ellos, la paso mejor que con los adultos. Tienen un enfoque diferente de la realidad y con respecto a las ideologías en general, no sólo con la política. Por eso no intelectualizo lo que hacen. En el programa les doy pie y lo que dicen les sale naturalmente. No hay libreto: improvisan sobre la marcha, con el invitado enfrente y muchas veces sin saber de quién se trata o cuán pesado es el cargo que ocupa. Y es gracioso ver a los políticos con sus lenguajes incorporados, haciendo de ellos mismos, defendiéndose siempre, hablando de algo absurdo con el mismo tono que usan para explicar la ley de presupuesto.
"Los chicos se divierten, pese a que el programa no es para gente de su edad, porque los pibes For Fai tienen vuelo propio, mantienen una gran ingenuidad, son sanos y comunes, no son los clásicos nenes de la tele, o peor, hijos de padres que quieren tapar sus frustraciones o salvarse económicamente, esos que los hacen bailar japonés o hacer caras efectistas. Esos son pibes que están en la tele a pesar de ellos..."
Mex Urtizberea es el hombre orquesta de su propio show: escribe las ideas, compone los temas y las cortinas musicales, dirige y además encarna a Mario Podestá, el moderador ñoño de trajecito gris, un gesticulador exagerado inspirado en la vieja guardia de los animadores de televisión y delegado del poderoso Orwell, un sujeto invisile que maneja los hilos del establishment en el planeta For Fai. Igualito a muchos, distinto de pocos.
Inspirado en la novela 1984, lo bautizó Orwell por George Orwell, el genial autor que imaginó a mediados de siglo un mundo futuro oprobioso y opresivo. Y eligió a menores como estrellas excluyentes del programa el día que su tercera mujer, Nora Mosenco, profesora de teatro, le mostró cómo trabajaban los chicos en su taller. La idea era inédita, y escrita en un lenguaje jamás tratado con semejante mordacidad en bocas tan candorosas. Pero fue cuestión de comprobar en un casting hasta dónde podía llegar la desfachatez de la infancia y dejarla fluir en un contexto tan delirante como posible.
Con esa fórmula nació el fenómeno For Fai, que se agigantó en Cablín y más tarde en T&C, con una temática deportiva, pero sin despegarse jamás de la fórmula original. "Ahora, vincular a los niños con la política potencia la idea. No fue premeditado, aunque funciona porque éste es un año electoral. Siempre me atrajo el tema del poder y ya sabemos que existe gente poderosa actuando en las sombras. No hace falta poner ejemplos. Al mundo lo digitan pocos tipos, mandan el dinero para acá, otro poco para allá, y hacen que todos estén en deuda con ellos. Orwell es esa clase de tipo, y hoy los políticos gobernantes tienen mucho de este personaje. Cuando llegan al estudio, los dirigentes ni imaginan con qué se van a encontrar. Al contrario: son convocados y acá se les dice cuál será su rol, que serán acusados de algo delirante y que al final deberán quebrarse, es decir admitir la imputación. En este caso, es muy importante para la clase dirigente demostrar su sentido del humor. De lo contrario, no se los podría votar. Por eso se prestan. Están deseando que los llamen para participar."
Era un rubio flaco de ojos redondos cuando todavía respondía al nombre de Ignacio Joaquín y soñaba con ser un buen baterista. Lo de Mex es la abreviatura de un proyecto inconcluso: son las últimas tres letras de un dúo musical, Uormex, que nunca llegó a constituirse. En el departamento de San Telmo hay más retazos de esa vida anterior, de músico y varietés: una batería doblada bajo un mueble, un órgano cubierto de polvo, una trompeta aplastada. Además, el tanque de nafta de un viejo Chevrolet que usa de batería y fotos en blanco y negro de los siete hermanos Urtizberea en fila india, con pantalones cortos. En otra foto sonríen, jóvenes, el padre periodista y la madre ceramista, dos aventureros que rifaron hasta la Siambretta para comprar un terrenito en Lomas de San Isidro, cuando todavía eran campo más lleno de vacas que de casas.
"Muy buena gente. El viejo era crítico de teatro en La Prensa, y con mi madre organizaban obras de teatro en el jardín de casa. Era distinto el barrio: los vecinos venían a ver la función. Hoy no sabemos ni quién vive al lado. La familia armaba el escenario, cosía el vestuario, escribíamos el guión y también actuábamos. Bueno, a mí me daban un papel mínimo, porque era el menor. Todo lo digitaba mi hermano mayor, Gonzalo (N. de la R.: hoy, conocido actor), y de manera bastante austera, pero las historias tenían principio y final, dramas y romances incluidos. Era muy divertido."
El papá, Raúl Urtizberea, logró saltar del jardín a la televisión en serio. "En 1964, hizo Cuál es su duda, un programa de televisión que con el tiempo se llamó El abogado del diablo. En Canal 7 hizo Prohibido para mayores. Nosotros íbamos todos los domingos para acompañarlo, porque a veces nos sacaba al aire. El fue el primero en hacer mesas redondas con chicos. Era una versión menos sofisticada de lo que hoy es Agrandaditos. ¡Es muy creativo el tipo! Ese ciclo ganó premios en un festival de Suiza. Sin embargo, a mí no me desvelaba la televisión, más bien escuchaba a mi viejo despotricar contra el medio, y eso ahora sé que nunca cambió. Pero ahí por primera vez escuché al grupo Manal y quedé helado cuando Javier Martínez tocó la batería. Fue hipnotizante... Era eso, la música, yo quería ser músico."
Y fue músico. A los 6 años empezó a estudiar batería con maestros particulares, a los 14 aprendió a tocar el saxo, a los 15 fue discípulo de Rubens Donvi Vitale, padre de Lito, maestro de maestros que durante un lustro también le enseñó a componer y tocar el piano.
"Era como un padre para mí y el For Fai tiene que ver con él, con su manera de tratar artísticamente las cosas. Me enseñó a ponerle romanticismo al trabajo, a tener ideales y a que todo era posible de hacer, algo que le transmito a la gente que trabaja conmigo. Muchos se han desarrollado en el programa, y hoy son muy buenos en lo suyo."
Durante la secundaria, una tía lo empleó en su servicio de lunch para casamientos. Era el barman y servía canapés. Estaba de novio con María Balcarce, la pelirroja a la que enamoró en un baile escolar, cuando la tómbola de la colimba cayó en el año de su natalicio y, de perfecta, su suerte pasó a ser un auténtico calvario. Le tocó Campo de Mayo, en 1979, a las órdenes del gene-ral Ramón Camps. Vestido de verde, con un fusil tan largo como su cuerpo. Justo él, que no soporta los ruidos ni la violencia, que sufre como un fox terrier con la pirotecnia navideña.
"En la revisión médica inventé lo del pie plano. El tipo me revisó: Usted no tiene pie plano. Bueno, es que tengo pericarditis, es un caso serio en el pericardio, es un virus. Fui a cardiología. No tenía absolutamente nada. Y ahora, ¿qué? Bueno, la verdad, inventé esto porque tengo serios problemas psiquiátricos. Fui a psiquiatría y había unos cuantos que estaban totalmente enfermos. Y, claro, me sacaron cagando. Mi último recurso fueron los problemas de familia. Insistí en que estaba mal, me quería ir de casa. Bueno, ésta es su oportunidad. Fue duro vivir así, mirándole la cara a Camps todos los días cuando pasaba revista... Andaba siempre con el cañón bajo el brazo, esperando una guerra. Una vez estaba de guardia y al tipo se le dio por sublevarse contra Viola, junto con Menéndez y Suárez Mason. Bajaron de un helicóptero en Campo de Mayo, unos reverendos tarados, pero yo tenía un miedo que me moría... Soy muy paranoico, muy miedoso. Mi viejo es igual, y eso lo heredé. A eso de las 2 de la mañana, suenan dos disparos adonde estaban los caballos, y salen como locos a buscar a los malos. Yo estaba en la guardia con las piernas temblando, se habían ido todos y el sargento me grita: ¡Soldado! ¡Venga para acá..! Mi, mi, mi sargento, dije, yo me quedo en la guardia por si vienen por acá. El tipo me miró un rato... Correcto. Cuando me quedé solo dije: ¡Ay mi Dios, si vienen por acá soné! Creí que me moría esa noche."
Hombrecito miedoso, cierra con trabas todas las puertas, mira para atrás cuando camina por la calle, cruza de vereda si algo lo asusta. A la gente de menos edad es a lo único a lo que no le teme.
Cada diez minutos suena el teléfono celular. La reunión era a las 6, y son las 7. No hay apuro. Mex Urtizberea tiene la gravedad de los cuarenta grados a la sombra. Vocación de desorganizador de agendas. Suelta espirales de puro tabaco cubano, clava un dedo en la frente y consuela a los acreedores de su tiempo con una amabilidad casi conmovedora.
-Bueeeeno, en media hora estoy ahí.
"En 1984, con Nicolás Posse armamos una escuela de música dentro de una escuela primaria, en Acassuso. Era muy piola porque hacíamos talleres. Ahí tuve mi primer contacto con los chicos. Un mundo que vuelve loco. Buscamos un espacio para hacer teatro, y música, para crear como cosa divertida. Les dábamos opciones artísticas sobre las que podían componer e improvisar, desarrollar sus talentos. Fue una verdadera experiencia. El trabajo con los chicos de For Fai es distinto. Yo hablo muy poco con ellos, pero tenemos códigos comunes, hay un lenguaje que ya existe entre nosotros, y es el vuelo. Por ejemplo, los pongo en situaciones en las que no entienden de qué estoy hablando, a propósito, y ellos tienen que explicar cuál es el chiste. Y así se divierten con la fantasía, se sorprenden parodiándose a sí mismos." En esa época reveladora integró por primera vez una banda, Mia (Músicos Independientes Asociados), de donde surgieron talentos como Lito Vitale. Crecer profesionalmente en la Buenos Aires de los años 80 no le resultaba fácil, pese a lo receptivo que era el público. El free jazz no tenía demasiados adeptos. Decidió probar suerte en el otro hemisferio y allá partió con su segunda mujer y Violeta, su beba de 6 meses. El tenía apenas 24 años.
"Aquí no existía un circuito para mi música, que era una rama muy rara del jazz, muy impresionista, con algo de Stravinski, muy de colores. Estábamos obligados a tocar en el San Martín o en el Centro de Divulgación Musical, propiedad del Estado. No sé, estaba muy preocupado por mi futuro, muy mal. Vendí todos los instrumentos, menos el saxo. Como se dice, quemé las naves. Había llegado a un techo y no daba para más. Pensaba que era mi salvación. En París armé el grupo Faiza, pero tocaba en la Casa de América Latina o en boliches. La guita no daba. De noche, empapelaba la ciudad con afiches de partidos políticos. Pegué toda la campaña de Le Pen... Mirá vos, el peor tipo, el nacionalista que odiaba a los inmigrantes. Yo decía: ¿qué hago pegando esta cara de mierda? Me duró un año, y dimos la vuelta, porque al menos acá vivía de la docencia."
Estar forfai, en lunfardo, significa estar mal. No fue tan forfai la vuelta al pago. Retomó las clases y fundó la banda La Sonora del Plata, junto con sus amigos del barrio Nono Belvis, Nicolás Posse y Marcelo Gillespie Rodríguez. La banda se disolvió, pero dos discos grabados por el sello Melopea en 1988 y 1989 son testigos de un éxito modesto.
"Laburaba como loco, andaba con mucha energía y disfrutaba de lo que hacía. Tocábamos todo el tiempo, empezaba una etapa muy productiva para mi carrera. Empecé también a hacer un varieté en el Parakultural, vestido de frac, bombín en la cabeza y con el tanque de nafta de un Chevrolet colgado en la espalda, a modo de aleta de tiburón. Era un personaje romántico, un seductor que les decía cosas a las mujeres de la platea y terminaba tocando un bolero con el tanque. Hasta ese momento nunca había actuado ante tanta gente, pero soy bastante lanzado, así que no fue tan difícil. Además, en mi casa algo había aprendido. Ahí conocí a Urdapilleta y a Alfredo Casero, que me llevó a la televisión, y con quien viví un romance de dos años." La amistad con Casero tuvo el vértigo de una carrera de TC 2000: debutó en América 2 acompañándolo con la música en De la cabeza, escribió algunos guiones, actuó y le puso alas a las ocurrencias de su amigo. Compartieron el programa de radio El circo del doctor Vaporeso, en la Rock and Pop, los domingos a la mañana. También los micros de humor en Mitre. Juntos imaginaron Cha Cha Cha, formaron el grupo Las Jalibur y grabaron en 1993 su único disco, Gestando las Jalibur.
"A mí me mataba lo que hacía el gordo, es un cómico tremendo, dramático, hasta canta bien. Cuando terminamos la amistad sufrí bastante, porque además me quedé sin nada, disolvimos la sociedad y anduve ocho meses sin trabajo, sin hacer nada, pensando en armar el For Fai. Al principio, cuando empecé el magazine, todos decían que era Cha Cha Cha con chicos. Pero acá las cosas son fundamentalmente distintas: hay chicos, y por eso empecé a trabajar con un lenguaje más llano, simple y para todos, pensando además que algún día podíamos salir del cable." Ultimamente su nombre ha adquirido la fama de un figurón de teleteatro. La gente se acerca a pedirle autógrafos o a ofrecerle niños prodigios, brillantes.
"La popularidad no me afecta. Bueno, no soy Osvaldo Laport. Pero me han parado para decir: mi mujer está muy enferma y su programa es lo único que la divierte. Creo que es porque el tipo de humor que hacemos no es el gastador. No me gusta el humor donde se molesta a la gente. Me molestan profundamente esas cámaras sorpresa donde se ríen de un pobre tipo. Creo que es más inteligente reírse de uno mismo. Yo hago de Podestá, que es un tarado, y los chicos se ríen de él, pero no estoy burlando ni tomando desprevenido a nadie."
Pese a sus vaivenes locales, la productora GP está a punto de cerrar la venta del For Fai a España y una cadena de Estados Unidos ya pidió copias de varios capítulos. Junto a Lucrecia Martel, Mex escribió el guión de una posible película y quizás hasta graben un CD con las canciones del programa. Se hunde en la silla, llaman por vigésima vez al teléfono celular. La producción lo está esperando hace dos horas.
-Bueeeno, en quince minutos estoy ahí.
Políticos en Penitencia
En estos tres meses de televisión abierta, los chiquilines de For Fai Presidente pusieron en apuros -serios- a la flor y nata de la política nacional. La opción para los invitados es seguir el chiste o mantenerse serios. En los dos casos, terminan con la imagen por el piso. Pero de todos modos acuden a la cita, tal vez porque no tienen demasiadas otras oportunidades de mostrarse en la tele. Van algunos ejemplos.
- Acusado por los pequeños de romperle la Rosada a Menem cada vez que el Presidente se va de viaje, Carlos Ruckauf entró en el juego y admitió ante cámaras que alquila la Casa de Gobierno para fiestas de quince y casamientos.
- Puesto contra las cuerdas, Federico Storani confesó que es fisicoculturista y pasa horas levantando fierros en el gimnasio, y que por eso en los últimos cuatro años no ha presentado ni un solo proyecto en la Cámara de Diputados.
- Jorge Yoma no entró en el juego, puso play en su cassette y el resultado fue peor. Los chicos lo dejaron hablando solo, en medio de silbidos y abucheos que no terminaban nunca.
- El presidente de la Legislatura porteña, Aníbal Ibarra, resumió lo más importante de su tarea en ese cuerpo deliberativo de este modo: lo mejor que hace es servirle café con leche a los legisladores en sus bancas, a modo de un ejemplar cadete.
Orwell Presidente
Otra consigna con la que deben cumplir los políticos invitados es la de comprometer su voto para las elecciones presidenciales. "Sí, voy a votar por Orwell For Fai", admiten al final del programa.
La decisión sería comprometedora y complicada de no mediar dos circunstancias atenuantes: 1) se trata de un programa de humor, y 2) el tal Orwell no existe, ni siquiera se le ve la cara alguna vez en la pantalla.
Sin embargo, el personaje es definido por sus creadores con trazos pesados. La gacetilla de prensa con que América 2 promociona el programa dice literalmente: "Orwell For Fai es un empresario corrupto con deseos desmesurados de llegar a la Presidencia, que compra un espacio televisivo para hacer su campaña poniendo en evidencia la mentira, las falsas propuestas y las grandes internas de los actuales partidos políticos. De esta manera, y jugando con las reglas del escenario político argentino, la corriente For Fai intentará ubicarse como una nueva opción para la presidencia del 99".
Chicos disfrazados de adultos, entre 6 y 14 años, son los operadores de Orwell, y Mex pone la cara, dejando que el plan siga su marcha.
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