Estaba de vacaciones por el Amazonas, en Brasil, disfrutando de un placentero paseo en barco cuando vio a lo lejos algo que se movía en el agua. No le quitó la vista de encima y en cuanto la embarcación se detuvo, una perra se acercó hacia él moviendo la cola. "Cuando vino corriendo, todo lo que podía ver era una figura esquelética, no había manera de que pudiera alejarme en ese momento y no ayudar a este pobre perro". David Foster supo que tenía que tomar cartas en el asunto.
Nadie supo con exactitud cuánto tiempo había estado el animal solo en esa isla. Probablemente alguien la dejó allí con la intención de que muriera. Tenía sus orejas cortadas, había marcas en todo su cuerpo de diferentes golpes y una de sus patas traseras estaba lastimada. Aunque algunos pasajeros no estaban decididos como David a rescatarla, él se propuso subirla al barco para llevarla a un lugar seguro. El plan original era encontrar un centro de rescate cerca de San Pablo donde pudieran asistirla, pero al ver la gran cantidad de animales sin hogar en la ciudad, David cambió de opinión y optó por pedir tránsito a alguien que pudiera darle los primeros cuidados y ocuparse de ella por un tiempo. "Simplemente no era una opción, no podía dejarla allí".
El viaje hasta la ciudad más cercana iba a ser largo. Esa noche la perra comió un plato de alimento balanceado, arroz y verduras, probablemente el primero luego de muchos meses de haber subsitido con lo que encontraba en la isla. David la llamó Negrita y se fue a acostar con la esperanza de cambiar su destino. Pero cuando todos estaban durmiendo, de pronto el barco se detuvo y algunos pasajeros hicieron bajar a la perra y la abandonaron nuevamente. "Me desperté con el ruido de los motores y vi que Negrita no estaba. Fui a despertar al dueño del barco y le dije que teníamos que regresar a buscar a la perra. Simplemente no la podíamos dejar sola de nuevo".
Cuando regresaron al lugar, Negrita los estaba esperando en la orilla. "Mientras estuvo perdida me di cuenta que la situación me había angustiado. Claramente tuvimos una fuerte conexión. Ella iba a ser parte de mi familia". David decidió entonces llevarla a Irlanda, su país de origen, pero primero debía resolver cuestiones de papeles, vacunas y traslados. Esos trámites le llevaron a David unos cinco meses en los que la perra estuvo bajo el cuidado de una mujer que logró que se recuperara por completo.
"Finalmente, después de largas horas de vuelo y un trayecto en auto, Negrita llegó a su casa y se encontró con la nieve. Estaba asustada y temerosa de haber estado en un vuelo largo. Además, nunca antes había experimentado frío".
Pronto aprendió su primer comando en inglés para sentarse a cambio de golosinas. David no sólo ayudó a Negrita, él siempre se interesó por el bienestar de los animales. Con todo el amor que recibió, Negrita tuvo una impresionante transformación. Ahora se encuentra sana y salva, disfrutando de su nuevo hogar junto a David, además ha logrado hacer varios amigos también rescatados.
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