Querido Yves
Saint Laurent se retiró de la alta costura casi sin palabras, pero con mucha emoción. En esta nota, qué nos aportó y qué nos sigue aportando. Además, las fotos de su primera colección, que fue realizada en 1961
Los tiempos cambiaron y la alta costura, única y francesa, de la que acaba de emigrar Saint Laurent, es una burbuja de lujo, útil para sostener imperios en los que esos vestidos diseñados por talentosos, cortados sobre el exacto maniquí de la clienta, cosidos a mano y bordados por artesanos son anécdotas principescas. Y no sólo y por supuesto porque resulta ínfimo el número de clientas que pueden comprarlos (¿2000, 1000, 500?), sino porque el mundo del estilo y de los negocios hoy es otro.
Y ya lo era hace un buen rato, cuando en 1966, antes que ninguno de los grandes modistos de la alta costura, Saint Laurent vio venir el cambio y, sin renunciar al métier de la gran aguja, apostó a él con su línea de prêt-à-porter Rive Gauche.
Una manera de demostrar que su sensibilidad para con las necesidades de la mujer (le inventó el smoking, la sahariana; le sugirió transparencias, la animó a ponerse el trench-coat, la vistió de colores, le acercó la chaqueta negra de cuero y, en diferentes etapas, evocó el arte de Picasso, de Mondrian y de otros pintores en sus modelos) también la tuvo para dejarse asesorar, y bien, con respecto a los números.
De una timidez casi enfermiza, adicto a la soledad y a las drogas, renuente a hablar con la prensa (la leyenda cuenta que en toda su carrera sólo aceptó una entrevista), parapetado detrás de sus eternos anteojos de marco grueso, Saint Laurent nos deja una gran lección, que deberían recoger con humildad los que eligen el mismo camino: el respeto por la mujer y esas ganas de que se sienta bien, cómoda y tranquila, seductora hasta lo indecible, pero sumamente personal.
Las mujeres le rendimos diarios honores cuando, con la mayor naturalidad, nos calzamos pantalones de allure masculina y allá vamos, a dar batalla. O cuando sale el sol y nos da por el look safari, o cuando llega la fiesta y elegimos el vestido con gran moño en la espalda (si fucsia, mejor) o, directamente y sin complicaciones, el smoking con solapas de raso.
Aunque, digamos las cosas como son, también hemos renegado y seguimos renegando de él al sacarnos de encima esas hombreras imposibles que nos adosó en los años 80 para que los sacos se luciesen mejor y nuestras proporciones resultasen más perfectas. Pero lo perdonamos, porque Yves se lo merece.
Sucede que, con hombreras o sin ellas, Saint Laurent siempre estuvo de nuestro lado y lo seguirá estando. Y está también en los que lo suceden, en su propia casa o en cualquier otra.
Porque la influencia de un gran maestro nunca se olvida.
Paso a paso
1936. Nace en Orán, Argelia, el 1° de agosto.
1955. Después de cursar estudios en la Escuela de Corte y Confección, que lo aburre mortalmente, es nombrado asistente del legendario diseñador Christian Dior.
1957. A los 21 años, tras la muerte de Dior, queda al frente de la casa de alta costura.
1958. Presenta su primera colección. El vestido trapecio es un impacto, un toque refrescante después de años de vestimentas elaboradas y corsés.
1962. Saint Laurent y su socio comercial Pierre Bergé abren su propia casa de moda, que se hará famosa por sus vestidos-pantalones, fracs y blusas transparentes.
1966. Lanza Rive Gauche, su línea prêt-à-porter.
1968. Sus diseños safari para mujeres dan un paso más en la tendencia que elimina diferencias entre atuendos masculinos y femeninos.
1971. YSL causa sensación al posar desnudo en un aviso de su perfume masculino.
1983. Por primera vez, los modelos de un diseñador vivo son presentados en una retrospectiva en el Museo Metropolitano en Nueva York.
1999. Con importantes pérdidas económicas, su empresa es comprada por la italiana Gucci. Lo único que queda bajo el control de Saint Laurent es la alta costura.
2002. Después de más de 40 años en la moda, anuncia su retiro y cierra su línea de alta costura. La línea prêt-à-porter (diseñada por Tom Ford) y sus perfumes y cosméticos siguen bajo el control de Gucci.
Primeras imágenes
En 1961, Sally Kirkland, editora de la revista Life, se quedó fascinada después de ver el desfile de la casa Dior, al frente de la cual estaba el joven Yves Saint Laurent. Bautizó entonces al creador como “el nuevo genio del mundo de la moda”.
Enterada Kirkland de que Saint Laurent estaba por abrir su propia firma, asociado a Pierre Bergé, encomendó al fotógrafo Pierre Boulat que registrara durante cinco semanas los preparativos de la colección inaugural.
Día tras día, Boulat fue fotografiando todos los detalles, algo fuera de lo común considerando la extrema timidez del diseñador y su poco apego a la prensa. Finalmente, estas imágenes y otras tomadas a los largo de la carrera de YSL formaron parte de una muestra reciente en el Fnac Etoile, en París, y se reunieron en un libro llamado Yves Saint Laurent, el nacimiento de una leyenda, editado por La Martinière.
Despedida
Parco y emocionado, Saint Laurent estuvo acompañado por Catherine Deneuve, una de sus musas inspiradoras, en la conferencia de despedida, en París, el lunes 7 de enero. Aquí, sus comentarios.
“Como Chanel, siempre acepté la copia, y estoy muy orgulloso de que las mujeres del mundo entero lleven trajes chaqueta-pantalón, smoking, chaquetón, trench-coats... Me digo que he creado el guardarropa de la mujer contemporánea, he participado de la creación de mi época.
“Siempre situé por encima de todo el respeto por este oficio, que no es completamente un arte, pero que necesita un artista para vivir.
“Quise ponerme al servicio de las mujeres, o sea, servir su cuerpo, sus gestos, sus actitudes y su vida. Quise acompañarlas en el movimiento de liberación que conoció el siglo pasado.
“La moda no sólo está hecha para embellecer a las mujeres, sino para darles seguridad, confianza y permitirles asumirse.
"Ya no me siento cómodo en un mundo en el que la moda usa a las mujeres en vez de servirlas."