Remate
Canchero Hockney con su mirada azul detrás de las gafitas redondas, su boina, el ancho pantalón, los bolsillos en las manos. El tipo ha vuelto a encomiar el retrato para cortar con la idiotez selfie. 82 Portraits and 1 Still Life copan la Royal Academy of Arts. Misma silla, mismo fondo bicolor, mismo formato: ex parejas, Frank Gehry y familiares en intensísimas ceremonias que el británico describió como “veinte horas de exposición”, toreando a la fotografía. Y una silla vacía –naturaleza muerta– de alguien que nunca llegó.
Un texto medio mersa que surgió de una entraña que no sé si es mía o de un carnicero fanático. Ahí va, sin tope ni tupé cual indio tupí. Viví la intensidad de este momento: esperá un rato, no des vuelta la página. Quedate acá, imantad@. Mirá cómo me duermo en la hipnosis que proponen tus pupilas, mirá cómo me palma tu prisma con sus mamporros. Consumá el heroico acto de separar la basura orgánica de la basura inorgánica –arte contemporáneo– y escapá con ansioso desacato de la ortodoxia del mundo.
Idea descabellada (consideren, por favor, que escribo este texto en el teléfono mientras veo a una mujer empujar un carro de supermercado con un perro diminuto dentro): si las señoras y los señores se pasean con mascotas cada vez más pequeñas, ¿habrá manera científica-tecnológica de crear un sustituto del animal en dimensión… manzana? De ese modo, el bicho sería un robot que no haría sus necesidades por acá y por allá, que no ladraría y que se mostraría cariñoso cuando la carente ama o el carente amo lo solicitasen.
Se me ocurre ahora, al voleo, que la cotorra conversa igual que hace mil años, que el gallo no ha variado ni un ápice en su estribillo madrugador, que la música del agua ha permanecido inalterada. ¿Cuánto cambió el eléctrico nado de un congrio, la hoja de un fresno, el fin de la tarde, la erupción de un volcán, una madrugada? ¿En qué se diferencia mi estornudo del de Miguel de Cervantes?, ¿el perfume de una rosa milenaria del perfume de una rosa de hoy?, ¿los gritos de aquel niño de los gritos de este niño?
Le robo a Vila-Matas, que escribió un artículo robándole al periodista Ludwig Börne, pluma alemana del siglo XIX: “Durante tres días escribid, sin falsedad ni hipocresía, todo lo que se os pase por la cabeza. Escribid lo que pensáis de vosotros, de vuestras mujeres, de la guerra con los turcos, del Juicio Final, de vuestros superiores; una vez transcurrido ese tiempo, os quedaréis pasmados ante la cantidad de ocurrencias inauditas que habéis tenido. En eso consiste el arte de convertirse en tres días en un escritor original”.
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