Suplementos deportivos, ¿el último mito del fitness?
En el gimnasio al que asiste Fernando Lera los chicos de veintipico toman "la papota", en palabras de este empresario de 41 años que desde hace unos meses dejó de resistirse a la tentación de utilizar esos suplementos deportivos que se exhiben en botellones con etiquetas de colores a un costado de la sala de musculación. "Uno ve que los pibes que toman la papota tienen otra energía y otro cuerpo, y no puedo dejar de pensar que yo nunca tomé nada y que siempre me costó sacar músculo. Y más desde que empecé a hacer running, que me volví superflaco. El médico me dijo que no necesito suplementos, que con mejorar la dieta es suficiente, pero con la papota es más rápido", asegura Fernando, que entrena de martes a domingos, una hora en la cinta y otra en la sala de musculación.
Aunque no siempre son útiles –e incluso pueden ser contraproducentes–, los suplementos deportivos ocupan hoy en el imaginario del fitness un lugar similar al que tiene el Valium para los estresados que no logran conciliar el sueño: un atajo, que en este caso se ofrece como mágico pasaporte hacia ese cuerpo marcado que es objetivo del 99% de quienes pasan horas y horas en la sala de musculación. Tan masificado se encuentra su consumo que son cada vez más los gimnasios que ofrecen packagings unidosis de whey protein y barritas de proteínas en las mismas máquinas expendedoras que dispensan mixes de frutos secos, botellas de agua y Gatorade.
"¡Qué mejor que para construir el físico uno pueda tomar una píldora mágica que nos dé lo que nos está faltando! Esta idea se sustenta en una creencia muy arraigada culturalmente de que para cada problema médico hay una solución farmacológica: para la hipertensión tomo un antihipertensivo; si estoy muy ansioso o estresado, un ansiolítico. Y lo mismo pasa hoy con la construcción del físico, aun cuando va a contramano de que lo que verdaderamente necesitamos es un proceso: un entrenamiento, con descanso suficiente y una nutrición adecuada que cumpla con todos los requerimientos. No una pastilla [un polvo, una barrita, un gel] que nos dé lo que nos está faltando, y que alimenta esta cuestión cultural de soluciones mágicas e inmediatas para todo", advierte el médico pediatra y deportólogo Santiago Kweitel, que señala que cada vez son más los que consultan por "la papota", como se llama en la jerga a los suplementos deportivos.
"Hoy no solo vemos una gran demanda de estos productos en la consulta, sino que incluso muchos llegan al consultorio con el producto ya comprado, en la mano, porque se los indicó el profesor o el entrenador", señala la nutricionista especializada en deporte Antonella Calvo.
En el caso de Lucas Díaz, este runner de 38 años tuvo que insistirle a su nutricionista para que le diera el visto bueno a su pedido: "¿No me vendría bien tomar suplementos deportivos para no estar tan cansado después del gimnasio?" Él lo explica así: "Entreno de lunes a sábado, unas dos horas por día, running y musculación. Y sentirte cansado puede parecer una pavada, pero que a las 3 de la tarde tengas ganas de dormir una siesta puede complicarte el trabajo. Al principio mi nutricionista me planteó ir por el lado de la alimentación, pero cuando uno no es un deportista profesional la alimentación es muy dispar: capaz que un mediodía no me siento a comer la pechuga de pollo que debería. Así que al final mi nutricionista al ver que mi alimentación no era la adecuada para lo que estaba entrenando no tuvo más remedio que recomendarme un suplemento, y mi entrenador por supuesto me dio el OK".
Hoy Lucas toma diariamente una versión deslactosada de whey protein (proteína de suero de leche) junto con un suplemento de aminoácidos apodado BCAA. Es cierto que ya no se siente cansado e incluso nota cambios positivos en términos musculares y de fuerza, pero no a todos los que optan por los suplementos deportivos les va tan bien como a él. La avalancha de estos productos que vive hoy la Argentina –que comenzó con su oferta a través de internet, que luego sumó a los gimnasios como puntos de venta y que hoy incluso se ve reforzada por el desembarco de la mayor cadena mundial de suplementos– tienta a un buen número de deportistas amateurs a probar sin asesoramiento profesional productos de muy dispar calidad. Algunos, incluso, potencialmente peligrosos.
Boca a boca
"Hace unos años, los suplementos dietarios estaban vistos como productos exclusivamente para atletas de alto rendimiento o fisicoculturista –cuenta Agustín Berardo, director para la Argentina y Uruguay de GNC, la cadena de suplementos deportivos más grande del mundo, con 8000 locales en 50 países–. Hoy, la mayoría de nuestros consumidores simplemente busca sentirse mejor y estar más saludable, independientemente de su edad, género o nivel de actividad física. De hecho, el segmento en mayor crecimiento es el de las mujeres que cada día realizan más actividad física y encuentran en la nutrición una forma de verse y sentirse mejor".
Para Antonella Calvo, que se desempeña como nutricionista del Club Arsenal de Sarandí y en el equipo de la licenciada Marina Vázquez, la masificación de los suplementos deportivos, que hoy excede a su uso en los atletas de élite y en el fisiculturismo, está asociado al auge del crossfit y del entrenamiento funcional: "Son disciplinas de alto rendimiento que están al alcance de las personas que salen de trabajar y que quieren un poco más de intensidad que la que ofrece el gimnasio convencional. Ven que los atletas de élite los usan, ven el marketing y la publicidad, y buscan suplir el cansancio de su rutina diaria y su alimentación desorganizada con un suplemento. Buscan, además, resultados para ayer", se lamenta la especialista.
Ángeles Fernández tiene 23 años, y desde comienzos de año consume diariamente whey protein –que en vez de tomarla en batidos la incorpora a panqueques y budines que se lleva al trabajo– y un multivitamínico con el que busca suplantar la fruta y la verdura que tanto le cuesta incorporar a su dieta. "Al gimnasio voy a la noche, después de la facultad y del trabajo, y a veces me costaba arrancar. Una amiga que usaba suplementos me los recomendó, y me acerqué al local para que me orienten –cuenta–. Noto cambios en mi energía, ya no estoy tan cansada, y también cambios en mi composición corporal, que era algo que también estaba buscado. Ahora yo se lo recomiendo a mis amigas".
Como frecuentemente sucede en la masificación de distintos productos, el boca a boca es central en el actual auge de los suplementos deportivos. "En el gimnasio no se habla de otra cosa –se lamenta María José Cuello, de 47 años, que no comulga con esta "moda"–; que si yo tomo esta pastillita, que si vos este polvito, y que qué tengo que tomar para sacar más músculo... Así todos todo el tiempo".
Un amable sustituto
"Muchísima gente está consumiendo hoy suplementos y proteínas. Creo que muchos lo hacen porque es más práctico que sentarse a comer", comenta Antonio García Pericana, que se desempeña como entrenador en la sala de musculación del gimnasio On Fit. Antonio tiene 27 años y su hábito de consumir periódicamente –toma durante tres meses, luego descansa otro tanto, y luego retoma– un batido de whey protein después de entrenar se remonta a los años en que comenzó a ser fisicoculturista. "Quería crecer muscularmente y quise agregar algo que me ayudara", cuenta, pero aclara que los usa como complemento: "Los nutrientes los obtengo de mi dieta, no sustituyo comida por proteína".
Su postura, claro, no es la de la mayoría, que ve en los suplementos deportivos no un complemento sino una alternativa casi mágica a la necesidad de introducir algunas modificaciones en su vida: llámese comer mejor, dormir más o bajar un par de cambios a una demanda física mucha veces incompatible con el resto de la rutina cotidiana.
Pero los cantos de sirena suelen ser difíciles de desestimar cuando suenan a coro de modo ubicuo. "Los argumentos de ventas de los suplementos deportivos son todos aquellos que un deportista quiere escuchar: bajar grasa, aumentar masa muscular, tener más energía, recuperarse mejor, mejorar el rendimiento, etcétera. Pero solo sirven algunos de todos los que se venden", agrega la licenciada en nutrición Karen Cámera, docente de la UBA y autora de Comé bien, corré mejor (Ed. Grijalbo), que agrega que incluso "los estudios muestran que hay entre un 15% y un 20% de suplementos contaminados [con sustancias que no se explicitan en la etiqueta]. Esta contaminación puede dar positivo en un doping, causar la muerte u otros efectos no deseados".
El cardiólogo y deportólogo Jorge Franchella, director del Programa de Actividad Física para la Salud y el Deporte del Hospital de Clínicas, advierte que "en la compra de suplementos deportivos no autorizados por la Anmat, que generalmente se venden por Internet, se corre el riesgo de consumir aquellos en los que se disimulan sustancias que pueden acelerar nuestro metabolismo, como los derivados de las hormonas tiroideas o las anfetaminas, que hacen que el cerebro no registre las señales de agotamiento del cuerpo, e intenten más de lo que puede, poniendo a la persona en una situación de riesgo".
El problema, agrega Cámera, "es que como son de venta libre, la gente los compra y los toma. A veces, consultan una vez que ya lo compraron (y quizás compraron algo que no sirve) o los toman como le dijeron en el gimnasio o algún conocido. Otros consultan con un nutricionista o médico para ver si los pueden tomar". De hecho, todos los especialistas consultados para esta nota coinciden en el aumento de las consultas relacionadas con lo suplementos deportivos.
"La oferta de suplementos dietarios en la Argentina está en constante crecimiento debido al incremento en la demanda –dice Agustín Berardo, de GNC–. Sin embargo, es importante saber qué buscar en un suplemento para asegurarse de obtener resultados y consumir algo de la mejor calidad. Siempre recomendamos buscar sellos internacionales de calidad en los envases. Estos sellos son de empresas internacionales que se dedican a auditar la fabricación de suplementos de compañías alrededor del mundo, garantizando la calidad de los productos. También es importante buscar ingredientes patentados y sobre todo, asegurarse que los productos estén debidamente registrados y aprobados por la Anmat".
Pros y contras
Pero incluso en presencias de suplementos de buena calidad, ¿vale la pena tomarlos? "Los suplementos aportan nutrientes que están en la dieta, pero sí pueden ser indicados cuando en la consulta con el especialista se observa que hay un déficit debido a que el entrenamiento implica requerimientos nutricionales superiores a los que obtiene de su dieta. Un ejemplo es un atleta que es vegano, y que seguramente va a tener un déficit nutricional que va a hacer necesario aportarle vitamina B12, hierro o calcio, e incluso es muy probable que se quede corto con las proteínas que obtiene de su alimentación. También en un deportista amateur que uno ve que está entrenando muy duro y que no está comiendo como debe comer, aunque obviamente lo que uno trata es que coma sano y encuentre todo lo que necesita para su actividad física en su dieta", explica el pediatra y deportólogo Santiago Kweitel.
En todos los casos, el uso de estos productos requiere un control médico: "El consumo de proteínas en exceso puede afectar el funcionamiento renal, por ejemplo, y lo mismo la creatinina que puede predisponer a lesiones musculares", agrega Kweitel. Su uso sin control puede incluso producir efectos contrarios a los que pretenden encontrar quienes recurren a suplementos deportivos para mejorar su aspecto físico: "Muchos tienen componentes calóricos importante, que en algunos casos pueden llevar al aumento de peso corporal", completa Antonella Calvo.
Jorge Franchella, por su parte, apunta a dejar en claro que, en lo que hace a suplementos deportivos, no hay magia: "No hay ninguna sustancia que sea natural y que, no estando en falta en nuestra alimentación, aumente el rendimiento del cuerpo más allá de aquello para lo que estamos preparados o entrenados", señala. ¿Más músculo?, ¿más fuerza?, ¿más velocidad?, ¿más resistencia?, ¿mejor recuperación? No hay nada que no se logre con un buen plan de entrenamiento, acompañado de la cuota de descanso necesaria y de una alimentación acorde con los requerimientos particulares de cada deportista.
¿Que entreno tres horas al día, pero duermo solo cinco y la rutina diaria no me da tiempo para sentarme a la mesa o, a veces, ni siquiera quince minutos para almorzar? El problema está en otro lado, y no se soluciona con pastillas.
Producción de Natalí Ini