Tiendas sin vendedores
Es inevitable cruzarse con un vendedor al visitar los locales en un shopping. A veces es una situación incómoda, porque simplemente no nos interesa adquirir un producto o servicio, y además estamos un tanto agobiados por los bombardeos de estímulos de compra en el mundo virtual y el real.
Sin embargo, entrar en una tienda, elegir un producto, que la tienda lo sepa (así es, el edificio como entidad comprende qué cosas decidimos comprar) y que el pago se realice de forma automática en la tarjeta de crédito puede sonar extraño, pero es algo que diversas compañías planean implementar en los supermercados y kioscos. Así, en algún momento la presencia de los humanos será reemplazada por cámaras, sensores y sistemas informáticos.
Amazon ya cuenta con tiendas físicas en el mundo real, equipadas con cámaras, sensores y molinetes de seguridad. Los clientes ingresan con una aplicación en el teléfono y el sistema observa e identifica qué producto toman, dejan y vuelven a tomar sus clientes. Al final, las personas se pueden retirar del local con su gaseosa y paquete de papas fritas sin tener que pasar por un cajero, porque la aplicación Amazon Go debitó el consumo de la tarjeta de crédito informada por el usuario de forma previa.
¿Se podrá hacer lo mismo para cualquier tienda? Por el momento, el sistema automatizado Amazon Go tiene sus limitaciones, ya que se ciñe a productos manufacturados y embalados. Y por las dudas, esos humanos que podrían ser cajeros ahora se encuentran dando vueltas por el local, reponiendo productos y asistiendo a los clientes. Y ahora, en uno de sus roles como vendedores, estarán habituados a la clásica respuesta de los visitantes: "Gracias, solo estoy mirando".
Al final de todo, el trabajo de supervisión y cobro lo realizarán las máquinas, cámaras y sistemas informáticos.
Más leídas de Lifestyle
“En combate era una fiera”. La emotiva despedida a Jorge Vizoso Posse, héroe de guerra, protagonista de un “milagro” en Malvinas
Con calcio. El licuado poco conocido y saludable que ayuda a bajar de peso
“Pasé el prejuicio de ser la rubia de zona norte”. Tiene 34 años, se fundió, se endeudó y hoy tiene dos restaurantes