Algo así como una razón para soñar
Los cambios de la moda en épocas de crisis. Cortes que marcan la diferencia
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La moda es nada más y nada menos que una gran ilusión. Y quienes se destacaron en épocas de crisis supieron ver este gran sueño. Hoy más que nunca, los diseñadores debemos hacer aquello que mejor sabemos hacer: ofrecer una razón para soñar.
La relación entre el vestir y los movimientos económicos ya fue analizada en los años veinte por el economista americano George Taylor. Su teoría derivó en el Indice del d obladillo (Hemline Index). En ella afirma que las mujeres acortan sus polleras en épocas de bonanza y viceversa: minis en los 60 o faldas monacales en la posguerra.
Sin embargo, cada crisis mostró dos actitudes diferenciadas y extremas. Optimistas vs. pesimistas. Tras el Crac de 1929 o en las guerras mundiales cuando los tejidos se empobrecieron, las faldas se alargaron y los escotes desaparecieron (visión realista pesimista), algunos diseñadores como Gabrielle Chanel, Madelaine Vionnet, Cristóbal Balenciaga y Christian Dior invitaron a soñar (visión necesariamente optimista) y revolucionaron la imagen de su época.
La ecuación es simple. Si de consumir se trata, la elección está centrada en las prendas que más versatilidad de usos puedan tener. Acá aparece la estrella de todas las colecciones, de todas las temporadas desde que la dio a luz Coco Chanel, la petit robe noir (el vestido negro corto). Un infaltable en el guardarropa femenino.
Pero faltan más, un pantalón negro, una camisa blanca, otra negra, un saco smoking, tapado 7/8 negro y otro de algún brocato. ¿Qué tienen que tener estas prendas de diferente a todo lo visto hasta ahora? El corte, que define su personalidad, la calidad que la hace eterna y el estilo que alimenta el deseo.
La moldería es la estructura sobre la que cada diseñador monta su colección. La elección de los materiales es su aliada. La exigencia actual está puesta en la novedad de dar a las mujeres algo diferente para que justifique la nueva compra. El corte debe ser la síntesis de los atributos actuales: sobriedad, feminidad, sofisticación y modernidad. Y la elección de los materiales acompaña el resultado.
A la modernidad simplemente se llega con la investigación y el conocimiento profundo del oficio para después transgredirlo y reinventarlo. "Para lograr ser irreemplazable uno debe ser diferente", decía mademoiselle Chanel. Y éste es un stat ement a la hora de crear cada colección de Evangelina Bomparola.
El juego entre corte y calidad nos diferencia y nos hace únicos.
En fin, si la adversidad agudiza el ingenio y la crisis abre la posibilidad de una nueva oportunidad, estos tiempos no serán tan negativos, siempre que sepamos adaptarnos a su ritmo y no perdamos la capacidad de soñar.

