Clima bien tropical en la San Pablo Fashion Week
Números millonarios, prensa internacional, estilos extremos y compradores de todo el mundo, algunas características de la semana más importante de la moda brasileña
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SAN PABLO (Especial).-- "¡Qué trabajo raro! ¿No?", se asombraba una periodista argentina minutos antes de un desfile en la San Pablo Fashion Week. "Eeemmm... Es difícil", exageró un colega mexicano.
El trabajo: un contingente de chicas con remeras numeradas (A 5, A 7, A 23) esperaban sentadas, en primera fila. Cuando llegaban las luces y las cámaras, la acción daba paso a la concurrencia VIP con sus invitaciones, que se acomodaban en los asientos que las chicas les cedían. Bundas, o cuidadoras de asiento en semanas de moda, como no existen ni en París, ni en Nueva York, ni en Milán, ni en Londres. Sólo en la principal semana de la moda brasileña, que hace unos días pasó por su edición décimosexta, con 40 colecciones para el invierno 2004. Tropical, pero de invierno.
Es que la primera fila no es para amigos. Cada firma destina los mejores lugares a compradores y periodistas de todo el mundo, patrocinadores (muchos, desde C&A hasta ¡Viagra!) y a sus mejores clientes.
Por una semana, entre el miércoles 28 de enero y el 3 de este mes, el pabellón Fundación Bienal del Parque Ibirapuera fue casi un pueblo: 10.000 asistentes diarios, que sólo accedían a las salas de desfiles pasando su tarjeta magnética por molinetes tipo subte. En todo el pabellón, cafeterías, librería, muestras de fotografía y de historia de la moda, stands de auspiciantes, y --desde esta vez-- showrooms de cada marca.
Siempre organizada por Paulo Borges, después de diez años, la SPFW hoy gana espacio entre las semanas de moda más importantes del mundo, toda vez que varias de sus firmas también son conocidas en tiendas y pasarelas de París (Alexandre Herchcovitch), Milán (Fause Haten) y Nueva York (Rosa Chá), por ejemplo.
Durante todo mayo, además, los cuatro pisos de la tienda londinense Selfridges albergarán la muestra Brasil 40º, con ropa de 68 diseñadores, libros, discos, y deportes (Pelé y Nelson Piquet, como conferencistas). "Un proyecto divino", se ufana el brasileño Eduardo Jordao de Magalhaes, Internacional Fashion Consultant de Selfridges. Números evidentes: el año último, la industria textil y manufacturera de Brasil movió cerca de 23 mil millones de dólares, con un crecimiento del 40% de las exportaciones, según datos de la Asociación Brasileña de la Industria Textil (ABIT). Y San Pablo genera el 15% del PBI brasileño, se trata de una de las ciudades más ricas de América latina. La única con una tienda Bvlgari, con cuatro tiendas Montblanc, dos Tiffany, y donde Versace obtiene el 70% de su facturación en América latina. Otro dato para el asombro, en la última Vogue brasileña dice: "Si fuese posible extender en línea recta toda la producción brasileña de jeans, el resultado daría siete vueltas y media alrededor de la Tierra". Será por cosas así que, desde ahora, la SPFW tendrá cuatro colecciones por año. Sólo subirán a la pasarela las de invierno y verano, y el resto se presentará en showrooms.
Pocos abrigos
El domingo 25 de enero, San Pablo cumplió 450 años, pero los festejos se extienden hasta diciembre. Por toda la ciudad se exhiben aguas danzantes, cine al aire libre, una gran muestra de Picasso, otras con artistas de la ciudad y mucha inspiración local. La moda también recurrió al elemento San Pablo (siempre lo hace): esta vez, la obra del cineasta José Mojica Marins (director de culto del cine de terror brasileño) inspiró a Herchcovitch, para À Media-Noite Levarei Tua Alma, un invierno masculino gótico-tropical (sí, es posible). Y Carmen Miranda y Hello Kitty fueron sus musas para el segmento femenino: una dejó volados, incluso en piezas de látex, y la gata japonesa devino abrigos blancos con capucha con orejitas. Las propuestas fueron de un extremo a otro. Para un lado, retro a todo boato: Alphorria miró las corridas de toros y presentó un invierno sexy y de artesanía minuciosa, con microrrosas bordadas y trabajos con cintas. Mientras en la platea se filmaba una escena de la telenovela Celebridade, de Rede O´Globo, Forum mostró mujeres de negro y rosa, con satenes, drapeados y estética 1920. Y Fause Haten presentó, entre megafrutillas perfumadas, vestidos con algo de traje típico coreano y algo de estilo imperio, en colores como amarillo y azul eléctrico. Hubo negro, sí, pero con el cartel Fragile al pecho.
En el otro extremo, un chique sólo un poco más discreto. El negro lideró en las colecciones de Uma, Gloria Coelho (negro más negro en patchwork camuflado, al frente de un ropero de uniformes militares), Zoomp (más patchwork negro sobre negro) y Pedro Lourenço, el hijo de 13 años de Gloria Coelho y del diseñador Carlos Lourenço (guerreros modernos de silueta limpia pero gran trabajo de recortes). Entre los más arty, brillaron Sommer (con desfile callejero frente a su boutique, en Jardins, le restó bordados y tules a su retro-glam característico, y sumó corderoy marrón, escoceses, lana y anteojos) y Jum Nakao (gasas estampadas para vestidos superpuestos que, encimados, combinan diagonales con flores, lunares con rayas, todo según el ánimo.
Por momentos, lección elegante de mezclas de décadas; por momentos, carnaval kitsch con demasiada información junta para soportar, la pasarela tuvo pasajes recurrentes de western (escoceses, jeans, botas y sombreros texanos), college (mejor interpretado por Vide Bula, con los ligueros 3/4 más trendy de los que se tenga noticia) y el glam rock, que involucró desde Tritón (rosa viejo para rockers-no-tan-rockers) hasta Cavalera: de los años 70 en adelante, túnicas, lúrex, caps grunge, y el rockero Serguei, que desfiló con una remera que juraba: Eu comi Janis Joplin.
Los paulistanos más memoriosos hablaron de enero de 1970.
Ejemplo para seguir
¿Qué le falta a la moda argentina para llegar al nivel comercial de la brasileña? ¿Tiempo, auspiciantes, talento, apoyo oficial, fama internacional, o qué? Kika Tarelli (Grupo Pampa), señala: "Nuestro país no se ha planteado seriamente una política al respecto: en Brasil, el compromiso de los industriales y la comprensión del gobierno ayudaron al crecimiento de su moda. Nosotros tenemos que seguir trabajando y sumando". Por su parte, Aldo Karagozian (Fundación Pro-Tejer), asegura: "Falta que el diseño forme parte de la cadena textil, desde la selección de la semilla de algodón hasta el diseño de un local. No sólo de la última etapa, la indumentaria. La industria y el diseñador no se encuentran".

