De vuelta
Anteayer reabrió sus puertas la peluquería Pozzi. Ofrece las fragancias y los cosméticos de sus orígenes y, pronto, sus clásicas pelucas
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Creer en una historia, sumarle siete meses de obra y una gran inversión fue necesario para recuperar la mística de una de las tiendas más tradicionales de Buenos Aires: la perfumería Pozzi. Sucedió anteayer, cuando las luces de la avenida Santa Fe 1326 volvieron a iluminar las vidrieras del histórico salón gracias a la apuesta de Rouge. Una cadena líder en maquillaje, tratamiento y fragancias de marcas selectivas, con 28 sucursales funcionando en todo el país, que rescató un espacio significativo y reabrió sus puertas bautizándolo Edificio Pozzi, a modo de reconocimiento.
"Para los dueños de Rouge es una apuesta sensible. Es recuperar algo que fue todo un símbolo para el país y la sociedad de su época. Se trata de revalorizar el edificio de las fragancias y cosmética de la vieja Buenos Aires para aquellas clientas que buscaban un servicio más allá de la compra. También, un ícono de las pelucas", dice Franco Bordoni, CEO de Rouge, uno de los mayores impulsores del proyecto.
Es que entrar hoy en la perfumería Rouge, en el Edificio Pozzi, es revivir una experiencia, estrechamente asociada con la elegancia, con una fuerte historia familiar y gran cantidad de detalles decorativos que remiten a otra época, a la de su apertura, en 1906, y sus años gloriosos, las décadas del 30, 40 y 50.
Reapertura
Todo comenzó a mediados de 2009 cuando los directivos de Rouge empezaron a pensar en la idea de comprar la licencia de la marca Pozzi, alquilar su edificio original de cinco pisos, entonces cerrado, y reabrirlo con una perfumería de productos selectivos.
Marcela Naón, responsable de imagen y posicionamiento de Rouge, cuenta que la familia Pozzi mantuvo el negocio hasta fines de 2006 cuando por problemas financieros presentó la quiebra y cerró. "Entonces un grupo empresarial adquirió la marca, pero por su poca experiencia en el rubro fracasó. Rouge advirtió esa situación, decidió comprar la licencia de uso de la marca por 10 años y alquiló el local", detalla.
Marzo de 2010 fue la fecha elegida para comenzar con el trabajo en el edificio, que incluyó refacciones en todos los pisos y deco con el estudio PAC. "Si bien el edificio estuvo cerrado durante más de tres años la gente tiene una memoria emocional muy fuerte de lo que fue Pozzi. Nuestra intención era no perderla y agregar valor en la arquitectura. Reinterpretamos lo que sería hoy Pozzi en el imaginario colectivo. Hicimos foco en la época de oro de la tienda y, por eso, decidimos utilizar una estética racionalista para la decoración, la iluminación, los materiales y los herrajes. Usamos más de 450 m2 de mármol travertino para revestir las paredes, con gran pórtico incluido, y recambiamos todos los vidrios del frente. También se hizo la reconstrucción del cielo raso con aparición de gargantas a lo largo de toda la planta; colgamos un reloj de época, y ubicamos un mostrador antiguo", describen con orgullo.
La idea, según Bordoni, no era hacer un edificio pretencioso, sino rescatar un local revalorizando su ubicación, utilizando materiales nobles y haciéndolo muy elegante y simple a la vez. Así, líneas rectas, mobiliario de acero, estantes en madera negra y piso de granito recorren los 250 m2 de la planta baja, abierta al público de lunes a sábado, de 10 a 21.
Los productos de belleza rodean el perímetro del salón y las fragancias ocupan el centro. En la parte trasera, cerca del ascensor, hay cuatro espacios de belleza individuales para tratamientos corporales y faciales -por turno y sin costo, ya que son parte del servicio a la clienta para que pruebe los productos y evalúe su compra-. Para la espera, cómodos sillones, café, luz cálida y una surtida biblioteca.
Valor agregado
Pozzi es uno de los negocios más recordados de Buenos Aires, no sólo por la calidad de sus productos -en sus inicios vendía, además de cosméticos y perfumes, artículos de peluquería y ropa interior-, sino también por el lugar que supo ocupar en el rubro de la venta de pelucas y postizos, fabricados en el país con el mejor pelo natural.
En ese tema, la atención en el servicio era un plus, sus vendedoras eran valoradas por sus conocimientos y calidez, y allí llegaban mujeres de la colectividad judía y aquellas que estaban recibiendo tratamientos oncológicos, por ejemplo.
Así logró hacerse de una clientela fiel que pasó de generación en generación.
Esto fue clave a la hora de la selección de las vendedoras para la reapertura. "Seleccionamos a más de 20 consultoras con mucha experiencia en el rubro, que sumaron un entrenamiento especial, que incluyó herramientas de venta, calidad de servicio y atención. Para Rouge, lo principal es contar con personal que brinde una experiencia de compra distinta de la que se tiene en otros comercios, al igual que sucedía en la vieja tienda Pozzi", explica Naón.
Otro detalle que agrega valor es la incorporación de Marcela Pozzi, nieta de José Luis Pozzi, fundador de la tienda. Ella se dedica a las relaciones públicas de la perfumería con la intención de recuperar lo que fue el vínculo con las clientas de toda la vida. Un gesto de reverencia para la familia que ya no tiene acciones en la firma.
Alianza
Es un hecho, las pelucas son el gran tema de Pozzi. "Y volverán. Las incorporaremos de a poco, muy atentos a su fabricación, cuidando mucho la calidad y el servicio posventa", afirma Naón.
Además, se suma la peluquería Estudio H, agencia de peinadores liderada por Esteban Colombo, que en noviembre próximo funcionará en el primer piso del edificio. Rouge confía en ese team, como los mejores aliados para completar una experiencia integral: con servicios que van desde cosmética, make-up, fragancias y tratamientos hasta peluquería. "Además de los servicios convencionales de una peluquería, también diseñarán los peinados y el mantenimiento de las pelucas", sintetizan.
Con todo, se hace obvia la pregunta qué habrá en el resto de los pisos del edificio. Desde Rouge prefieren guardar detalles aunque planifican brindar más alternativas de belleza y relax. En breve.
Por Por María Elena Baggio
