Desfile por la diversidad, en el subte
Los modelos se movieron por las escaleras entre los pasajeros y protagonistas ocasionales de un desfile en la estación Carlos Jáuregui (dirigente del colectivo LGTBI, fallecido en 1996) de la línea H del subte.
Fue en uno de los desfiles del ciclo Autores de Moda BA que volvió a tomar una locación de la ciudad. El martes 6 fue el turno de los diseñadores emergentes y el miércoles 7 de los consagrados, entre quienes estuvo Andrés Baño, pionero, perteneciente a la camada previa a la creación de la carrera de Diseño de Indumentaria de la FADU.
Una pasarela generada frente al mural de la diversidad con looks creados con piezas numeradas y los toques distintivos de esta etiqueta: corsés moldeados, cueros, encajes, engomados metalizados, hilados y bordados fueron ofrecidos en capas de prendas y por piezas que se combinan entre sí y resultan de una sensualidad absoluta, diseños de confección artesanal que reflejan la versión de la historia de Baño.
"La novedad y el detalle son las que hoy pueden impulsar un proyecto comercial y no el refrito de alguna cosa que ya esté instaurada", dice este diseñador que casi 30 años atrás revolucionó Plaza Francia cuando, sobre su pasarela, dos mujeres se besaron. "Es triste ver algo que a uno le resultó fresco y novedoso y por lo que luchó fue digerido sin sentimiento o utilizado políticamente", comenta este diseñador fundacional sobre los temas que trabajó en aquel entonces, como el tercer sexo.
Cuando Andrés Baño presentó los bocetos para participar en la Primera Bienal de Arte Joven, en 1989, no sabía hacer absolutamente nada de moda, salvo lo que practicaba en la curtiembre de su papá, mientras estudiaba arquitectura.
Los dibujos fueron armados sobre un manequín con retazos de cueros y así creó esa primera colección, en amarillo y turquesa cuando el tono estrella de la moda local de los 80 era el beige. "Lo lógico de la gente joven era rebelarse, no existía ningún informe de tendencias. La Vogue era una revista que leías si te la traían. Era otro mundo que hoy es muy difícil de explicar".
Barcelona y México son los destinos donde se encuentran sus colecciones. Años atrás diseñó cueros en Nueva York, luego llevó sus vestidos al barrio de Hollywood Los Feliz, de Los Ángeles, y realizó prendas deportivas en Londres. En Buenos Aires siempre trabajó con un perchero al lado y la máquina de coser del otro, a medida y artesanal, dice, es lo que lo identifica. "Lo bueno que tiene la moda es que es una expresión libre y a veces lo que me molesta son los formatos que se le dan. En mi etiqueta hay confección no seriada sino numerada. Cada diseño tiene un número y para mí eso habla de un montón de cosas. Dice la posición ante el negocio y a mí siempre me fue bien. Siento que tengo un trabajo exitoso, feliz, que me permite vivir y vivir contento", proclama el diseñador, quien también vende muestras para fabricantes como modo de inyectar su mirada a la moda, además de solventar el capricho de participar en la industria según sus propios métodos.
Si la propuesta de Andrés Baño le dio sustancia al diseño de indumentaria, también anticipó la camada de autores lanzada cuando comenzó el nuevo siglo. "Pienso que la función de la moda es prever y preparar un terreno para ciertas cosas que suceden después, esa es la misión de los artistas y los artesanos, la de hacer un producto único que después se convierta en una ideología nueva y sea admitida culturalmente", sentencia Baño sobre el movimiento de cultura under del que fue parte y que le permitió cimentar las bases para la construcción del diseño de moda en Argentina, incluso antes de que existiera.