Grecia, como una gran joyería
Plata, oro y piedras preciosas, codo a codo en Atenas, Mykonos y Santorini
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ATENAS.- Pleno y supercaluroso verano en Grecia, donde aun bajo 38°C o 40°C y un sol que no deja respiro turistas de todos lados en estilo todo terreno hacen como si nada y ahí van, cuesta arriba hacia la Acrópolis. Espera el Partenón, entre otras maravillas arquitectónicas de la cuna de Occidente, una increíble panorámica de la ciudad y, vaya que sí, la típica sorpresa a la argentina : uno de los cuidadores del lugar lleva la camiseta celeste y blanca de la selección nacional, recuerdo de su trabajo con el equipo argentino durante las Olimpíadas en ese país. Lo cuenta con cariño, en buen español, idioma que casi todos los griegos entienden o manejan, de taquito o algo más.
Y de repente, tras no dejar nada sin ver en las alturas de Zeus, ya se está de nuevo abajo, buscando un respiro a la sombra en alguna de las tabernas extendidas sobre las veredas de Plaka, el barrio antiguo de la ciudad, donde es posible sentarse a tomar un licuado o un té helado mientras los dueños de casa, diciendo agua va , rocían a una clientela desde ya agradecida: el ventilador da justo sobre el agua de la manguera.
Cae el sol y hay de todo para ver por este laberinto de calles angostas donde perderse es tan fácil como encontrarse. Por lo pronto, los rosarios griegos y el souvenir número uno, el famoso ojo azul de la buena suerte (en cerámica, formato redondo, base azul y un ojo celeste y blanco), que se presenta en todas las variantes: colgantes, llaveros, anillos, pulseras, broches, pins... y puede costar desde un euro hasta vaya a saberse cuánto si se elige un diseño realizado en piedras preciosas en alguna de las infinitas joyerías de esta ciudad o de sus islas: Grecia misma parece una inmensa joyería.
Por las calles eternas de Atenas, y por las de Santorini y Mykonos, dos de sus islas más famosas y concurridas, las alhajas de todo calibre y estilo, y los relojes célebres, se suceden vidriera a vidriera de manera interminable, alternados por las tiendas un-poco-de-todo, las de ropa típica (bambula e hilo en camisolas y vestidos, foulards y carteras multicolores) y por las zapaterías, que pueden ofrecer tanto las típicas chatas griegas de cuero como el último modelo de zapatilla fashion. A un paso, o dos, y a plena luz todos los anteojos y las carteras icono en copias infieles listas para el regateo. Más allá, la paquetería de verdad en tiendas con productos de lujo. De fondo, siempre, la música de Zorba. Y a cada paso, una iglesia, grande, mediana o mínima. Casi como de juguete.
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